En aquella noche triste del sábado 21 de diciembre de 1963 junto a catorce compañeros revolucionarios, caía abatido en Alto de Diferencia, a uno cinco kilómetros de Las Manaclas, San José de Las Matas, a manos de las tropas del gobierno del triunvirato, el insobornable y valiente Manuel Aurelio Tavarez Justo.

Allí estaban, prácticamente todos con tiros en la cabeza, enterrados en cuatro fosas comunes.

Líder probado en las más difíciles circunstancias, decidió unir para siempre su destino a los “pobres de la tierra” de que hablaba hermosamente José Martí en su célebre poema. Y como si este designio estuviera destinado a cumplirse hasta el último hálito de su existencia, en la fosa común donde fue arrojado, vejado e inerme, yacía también Antonio Filión, un humilde barbero y zapatero de Santiago, al igual que el Dr. Federico Cabrera, de Montecristi y otro joven oriundo de la provincia de Mao Valverde, a quien llamaban cariñosamente Piculin.

Para siempre quedarán grabados en la memoria patria, entre otros, los nombres de Leonte Schott Michel, el Ing. Díaz Moreno, Antonio Filión, Luis Peláez, el Dr. Cabrera González, Jaime Ricardo Socias, Caonabo Abel, Juan Ramón Martínez (Monchín), Joseito Crespo, Toni Barreiro, Alfredo Peralta Michel, Domingo Sánchez Bisonó, compañeros de Manolo en aquella noche fatal, lo mismo que el de otros muchos compañeros pertenecientes a los seis  frentes guerrilleros en que se articuló la insurrección armada del 14 de junio y que hoy forman parte de nuestro martirologio patrio.

Había nacido en Montecristi el 2 de enero de 1931. Con apenas 32 años alcanzó los lauros de la inmortalidad, como resultado de su conducta íntegra y coherente; de su compromiso invariable con un mejor destino para su pueblo.

Su vida universitaria sería fragua de su vocación revolucionaria. En este periodo conocería a Minerva Mirabal, estudiante de derecho, su compañera de sueños e ideales,  quien había sido iniciada en los aprestos revolucionarios a través de su amigo Pericles Franco, uno de los líderes principales de la Juventud Democrática.

Luego vendrían las labores clandestinas para ir ganando adeptos; las innombrables torturas de la 40; la consolidación de su indiscutible liderazgo junto a Minerva y toda aquella juventud heroica que le siguió en la formación del 14 de junio, que con su lucha y su martirio sería actor preponderante en la liquidación de la férrea tiranía trujillista, alentados por los nuevos aires de liberación que irradiaba la revolución cubana triunfante el 1 de enero de 1959.

Pero ningún dolor pudo ser para Manolo más hondo; más cruel y lacerante que el sufrido aquel día en que un zafio carcelero, en espeluznante manifestación de sadismo, le entrega el periódico en que se reseñaba la trágica muerte de su esposa Minerva junto a sus hermanas Patria, Minerva y María Teresa y su acompañante Rufino de La Cruz, acaecida aquel fatídico 25 de noviembre de 1960 a manos de los desalmados esbirros de la dictadura en la carretera de la Cumbre, a su regreso de Puerto Plata.

Los contactos de Manolo con la revolución cubana se intensificaron a partir de 1961. Ya en septiembre del referido año, 45 días después de salir de las ergástulas trujillistas, remitía una carta a Fidel Castro, a través de Luis Gómez Pérez, mediante la cual presentaba a los primeros cuadros del 14 de junio propuestos para formarse militar e ideológicamente en Cuba. Formaban parte de esa primera cohorte Rafael Faxas (Pipe) e Hipólito Rodríguez, caidos durante la insurrección de diciembre de 1963.

Hipólito Rodríguez, cariñosamente “Polo”, devino en el más estrecho colaborador de Manolo, por su alta formación y experiencia revolucionaria, la cual había forjado a través de sus amplias lecturas de Marxismo y sus visitas a la URSS, Mongolia, China y Vietnam, además de sus estrechos vínculos con el liderazgo revolucionario cubano. Es en ese periodo que se articula la estructura dirigencial central del 14 de junio, conocida como La Infraestructura y se intensifican los contactos y articulación clandestina de cuadros en toda la geografía nacional.

Un segundo grupo conformado, entre otros, por Domingo Bisonó, apodado cariñosamente “el guajiro” y Euclides Morillo, quien moriría en la revolución de abril, acudiría a entrenarse en enero de 1962.

Aprovechando los recursos formados en Cuba, forma dos escuelas de formación político-militar: una ubicada en el Kilómetro 12 de la carretera Sánchez y otra que operaba en una residencia situada en el barrio de Villa Francisca al tiempo que realizan labores encaminadas a la consecución de armas, especialmente a través de Camilo Todelmal, quien laboraba en la armería de San Cristóbal y a quien conoció Juan Miguel Román en el mes de noviembre de 1961 en la casa del Dr. Luis Manuel Vaquero.

Para el año 1962, durante el gobierno del Consejo de Estado, el 14 de junio afianza sus postulados como movimiento revolucionario de liberación nacional. En el discurso pronunciado ante el baluarte de la Puerta del Conde el 14 de junio de 1962, expresaría Manolo:

Los enemigos del pueblo dominicano son realmente el latifundismo criollo y el imperialismo yanqui. Luego nuestra lucha hay que plantearla con términos distintos: contra el latifundismo y contra el imperialismo. Son esos los enemigos del pueblo. Son esos factores que impiden el desarrollo agrario e industrial del pueblo dominicano”.

Pero fue aún más enfático:

“Óiganlo bien los señores de la reacción, óiganlo enemigos del pueblo, enemigos del progreso, si los bienes del pueblo son sustraídos a ese pueblo y entregados a los enemigos y sigue en vigencia y se pone en práctica la ley de emergencia, y se pretende en consecuencia golpear en esa forma al pueblo y a sus organizaciones más honestas, identificado con la lucha del pueblo, el 14 de junio sabe dónde están las escarpadas montañas de Constanza. Óiganlo señores de la reacción, si imposibilitan la lucha pacífica del pueblo. El 14 de junio sabe dónde están las escarpadas montañas de quisqueya, y a ellas iremos, siguiendo el ejemplo y para realizar la obra de los héroes de junio de 1959, y en ellas mantendremos encendida la antorcha de la libertad, de la justicia, el espíritu de la revolución, porque no nos quedará entonces otra alternativa que la de la libertad o de la muerte”.

En mitin celebrado en Santiago el 25 de noviembre de 1962 al conmemorarse un nuevo aniversario de la muerte de las hermanas Mirabal, Manolo fijó la postura del 14 de junio ante el inminente proceso eleccionario en el cual resultaría triunfante el Profesor Bosch: “la consigna nacional: en diciembre no votar”.

No obstante, desde el momento del ascenso de Bosch, Manolo y el 14 de junio cerrarían filas respecto a la defensa de la constitucionalidad ante el laborantismo creciente de la oligarquía y las fuerzas reaccionarias del país para desestabilizar el primer gobierno surgido de las urnas después de 31 años de dictadura.

Ya en una conferencia pronunciada en Dajabón el 24 de abril de 1963, Manolo afirmaría que: “ la actualidad política nacional se agita por la existencia de un conflicto político-social provocado por la conducta levantisca de la oligarquía criolla contra la nueva Constitución, presionando con toda su armadura al gobierno nacional que encabeza el Presidente Constitucional de la República Dominicana Profesor Juan Bosch”.

Materializado el golpe, Manolo y la dirección del 14 de junio intensificaron los aprestos insurreccionales.

Para el liderazgo del PRD constituía una situación en extremo compleja, pues más allá de sus reservas en torno a que el movimiento insurreccional de Manolo pudiera prosperar, motivación manifiesta del mismo era combatir el golpe artero contra el gobierno legítimo de Bosch.

Consta que una semana después del golpe, se produjo una reunión en Fortaleza, la residencia presidencial de Puerto Rico, en donde se encontraba residiendo el profesor Bosch y su familia como huésped de Luis Muñoz Marín, en la que participaron Bosch, Miolán, Majluta, Sacha Volman, Molina Ureña, Armando González Tamayo y José Francisco Peña Gómez.

Al término de la referida reunión, Volman le pide a Peña Gómez encontrarse a solas en el Hotel Normandie y allí le expresa su preocupación por la situación de Manolo; ya estaba ilegalizado el 14 de junio y se recrudecía el asedio contra sus dirigentes. Le expresa a Peña: “Manolo es muy sincero en sus decisiones y pueden precipitarlo a una inmolación innecesaria”, recomendando a Peña que a su retorno procurara conversar con Manolo a fines de disuadirlo en torno a la no conveniencia de un alzamiento revolucionario ante las adversas circunstancias imperantes.

A pocos días del retorno de Peña Gómez al país el encuentro recomendado por Volman se produjo, en la casa del Ing. Juan Ulises García Saleta, donde se refugiaba Manolo en aquellos días aciagos. Manolo estaba acompañado por Polo Rodríguez y Peña Gómez por Rafael Gamundi Cordero.

En el referido encuentro Manolo le expresó a Peña Gómez: “nos estamos preparando para la insurrección”, a lo que Peña respondió que el PRD contemplaba esa salida, pero que previo a ello era necesario agotar una fase preparatoria de las condiciones sociales. Era su parecer que en menos de un año, ante los desmanes y la corrupción de la oligarquía militar y civil, las masas populares se concientizarían de que la violencia era el único camino para derrocar al triunvirato golpista.

Manolo argumentó, a su vez: “nuestra posición está basada en una cuestión de honor, hemos comprometido nuestra palabra ante el pueblo de combatir la oligarquía golpista que ha usurpado el Estado de Derecho. Nuestro deber es exigir con las armas en las manos la restitución de la Constitución. Todo revolucionario sincero debe prepararse para la insurrección, amigo Peña Gómez”. (Fulgencio Espinal. Perredeismo, Catorcismo y Constitucionalidad, Santo Domingo, 2003, pág. 109).

Le expresó, además: “nos hemos venido preparando, el 14 de junio sabía que la oligarquía derrotaría la gestión liberal de Bosch y mientras la conspiración avanzaba, nosotros dábamos pasos para la respuesta, ahora estamos inmersos en la tarea suprema, ha llegado el momento y ustedes podrían contribuir al objetivo organizando un frente guerrillero con sus cuadros, o ayudando con acciones urbanas”.

Peña procuró convencerlo de posponer el alzamiento hasta la Pascua, pero Manolo no le dio promesa en tan sentido. Sólo continuar conversando, a afectos de lo cual, nombró a Polo Rodríguez como su enlace, mientras que Peña hizo lo propio designando a Rafael Gamundi Cordero.

Como una especie de última apelación, Peña le hizo referencia a las preocupaciones que le externara Sacha Volman en torno a su persona y la preservación de su integridad como líder democrático, a lo que Manolo respondió: “el rumano (refiriéndose a Sacha Volman) sabía que la oligarquía daría el golpe, pero no logró convencer a Bosch con la movilización popular”.

Manolo cumple su promesa y se levantó en armas junto a sus compañeros de ideales el 28 de  noviembre de 1963.  Aunque Máximo Ares García y Virgilio Mainardi Reyna asumen la dirección del PRD, renunciando Peña Gómez a la Secretaría General, como forma de propiciar condiciones más favorables a un posible entendimiento entre el triunvirato y Manolo, las mismas no llegaron a materializarse.

Peña Gómez invitó a la Iglesia a mediar a través de su programa “Combate” y Mainardi Reyna a Monseñor Polanco, obispo de Santiago, quien prometió que si una Comisión mediadora llegaba a formarse podía participar el Padre Checo, cura párroco de San José de Las Matas.

La misma tarde del 20 de diciembre Don Emilio de Los Santos había llamado a Máximo Ares García, Presidente del PRD para expresarle “manténgase localizable en todo momento”. Estaba en aprestos encaminados a hacer posible un entendimiento con Manolo, pero las fuerzas reaccionarias y el militarismo terminaron imponiéndose. Invitaban a la rendición en un plazo de 24 horas al tiempo que aviones AT-6 de la Fuerza Aérea disparaban cohetes de 81mm. Manolo y sus compañeros resultan abatidos.

Como afirmara Nicolás Silfa en carta enviada por aquellos días a Johnson y a la OEA: “hoy el gobierno dominicano envía a las fuerzas armadas a perseguir a estos patriotas rebeldes con causa. Se engañan a sí mismos los hombres del gobierno cuando pretender curar el cáncer combatiendo los síntomas y no sus causas. El mal no está en las montañas. El mal está en el mismo palacio nacional”. Se refería a la ilegitimidad del triunvirato.

Digno de mención es el caso del piloto de la Fuerza Aérea Hugo Víctor Manuel Román. Prefirió desertar e irse a Puerto Rico antes que disparar a los insurrectos.

Don Emilio renunciaría el 22 de diciembre de 1963. En su carta dirigida a Ramón Tapia Espinal, Manuel Enrique Tavarez Espaillat y los presidentes de los cuatro partidos que intervinieron en la conformación del Triunvirato expresaría lo siguiente: “al aceptar, el 26 de septiembre del año en curso, la alta investidura con la cual fui honrado, lo hice en la creencia de que podía prestar un servicio útil a mi patria. Me he convencido de que mis esfuerzos encaminados a tal propósito no han alcanzado, ni podrán alcanzar, los logros que yo aspiraba. En tales circunstancias, considero que no debo continuar en el ejercicio de las funciones de Presidente del Triunvirato”.

Manolo fue sepultado en horas de la noche del 22 de diciembre de 1963 en el cementerio de Salcedo junto a su cuñado el Ingeniero Jaime Ricardo, esposo de su hermana Ángela. Había pedido, antes de irse a la montaña, que en caso de morir en la contienda su cadáver fuera enterrado junto al de su esposa.

Aún hoy, resuena el eco memorable de las palabras de su prima Elsa Justo, compañera de sueños, cargadas de dignidad en medio del dolor desgarrante de aquella noche lúgubre: “No crean que la muerte física de estos compañeros quiere decir que la lucha ha terminado…debemos jurar aquí que daremos nuestra sangre por la libertad de nuestra patria”.

Materia de más largo aliento, que trasciende estas páginas, es ponderar las condiciones multifactoriales que incidieron en la inmolación de aquella juventud valiente y noble. Es lo cierto, no obstante, que lucharon con denuedo y dignidad teniendo el bien patrio como único horizonte. Y lo hicieron con honor y con nobleza que les hace acreedores de nuestro perenne tributo de respeto y recordación.

Como expresara Juan Ducoudray Mansfield al referirse a Manolo: “es evidente que Manolo merece honor imperecedero. Por su lucha democrática, por su fervor patriótico y porque-no importa si fuera o no correcta esa decisión, que todos debemos respetar- cumplió con su palabra y subió a casarse con la gloria en las escarpadas montañas de quisqueya” (Réquiem por la utopía y otras saudades, pág. 81).

En una carta enviada por Nicolas Silfa a Johnson y la OEA, afirmaba : “ hoy el gobierno dominicano envía a las fuerzas armadas a perseguir a estos patriotas rebeldes con causa. Se engañan a sí mismos los hombres del gobierno cuando pretender curar el cáncer combatiendo los síntomas y no sus causas. El mal no está en las montañas. El mal está en el mismo palacio nacional”.