Lima, 6 jun (EFE/Carmen Jiménez).- Los comicios presidenciales del domingo en Perú, tras los que el economista Pedro Pablo Kuczynski mantiene una ligera ventaja sobre su rival, Keiko Fujimori, muestran un país dividido ante la posibilidad de que el fujimorismo regrese al poder.
Dieciséis años después de que Alberto Fujimori, condenado a 25 años de cárcel, renunciara a la Presidencia de Perú por un escándalo de corrupción, el miedo a que el fujimorismo vuelva al poder ha vuelto a polarizar el país.
De confirmarse los resultados que apuntan a una ajustada victoria de Kuczynski, Keiko Fujimori, de 41 años, que perdió en las elecciones de 2011 frente al actual presidente, Ollanta Humala, sufrirá una amarga segunda derrota en su intento de lograr la Presidencia de Perú.
En opinión del analista político Eduardo Dargent, lo que ponen de manifiesto estos comicios es que el "fujimorismo sigue siendo muy fuerte y el antifujimorismo también". "Es una identidad que ha marcado la elección".
"El antifujimorismo claramente no tiene una ideología marcada. Puede ser una figura de centro, de derecha o de izquierda. Lo que importa es cerrarle el paso al fujimorismo"
Para el director de Vox Populi, Luis Benavente, las elecciones muestran un país "polarizado que en el lado del antifujimorismo busca un rostro".
Benavente dijo a Efe que ese rostro fue Alejandro Toledo en las elecciones de 2000, el actual presidente Ollanta Humala en 2011 y Pedro Pablo Kuczynski, conocido como PPK, en las de este domingo.
"El antifujimorismo claramente no tiene una ideología marcada. Puede ser una figura de centro, de derecha o de izquierda. Lo que importa es cerrarle el paso al fujimorismo", añadió.
Para Benavente, si gana PPK, su triunfo no está dado por una "gestión de campaña eficiente sino por una serie de circunstancias que le fueron favorables".
Tras el buen desempeño de PPK, de 77 años, en el debate electoral del domingo anterior a las elecciones, cuando todas las encuestas daban una victoria a Keiko, la candidatura del exministro de Economía en el Gobierno de Alejandro Toledo cogió impulso ayudada por una serie de denuncias que vincularon al fujimorismo con el lavado de activos y el narcotráfico.
Para los analistas, la primera reacción de Keiko Fujimori de defender al exsecretario del partido fujimorista y uno de sus principales financistas Joaquín Ramírez, vinculado con una investigación por lavado de activos del Departamento Estadounidense Antidrogas (DEA), perjudicó su candidatura en el tramo final de la campaña.
A ello se suman los temores que se revivieron sobre viejas prácticas fujimontesinistas, después de que el candidato a vicepresidente de Fujimori, José Chlimper, reconociera que entregó una grabación a un programa televisivo que difundió un audio manipulado para desacreditar la denuncia contra Ramírez.
Otro elemento clave que explica el cambio de tendencia que apuntaban las encuestas es el apoyo a PPK de la excandidata presidencial Verónika Mendoza, lo que le ayudó a conseguir el voto del sur del país, donde ella logró sus mejores resultados en la primera vuelta de las elecciones del pasado 10 de abril
Mendoza, del izquierdista Frente Amplio que consiguió 20 legisladores en las elecciones del pasado abril (la segunda fuerza en el Parlamento), explicó su apoyo a PPK para cerrarle el paso al fujimorismo.
"Si algo está claro a estas alturas es que el sur tiene memoria y no está dispuesto a cederle ni un milímetro a la corrupción y al narcotráfico", escribió Mendoza en su página en Facebook.
Al igual que en el sur, PPK se impuso también en Lima, unos de los principales bastiones electorales, mientras que Keiko lo hizo en el norte del país.
Si Kuczynski se alza con el triunfo tendrá que lidiar con un Congreso dominado por el fujimorismo, con 73 escaños de un total de 130, y que por primera vez en las últimas décadas tendrá una bancada de izquierda con 20 diputados, mientras que su partido logró 18 diputados. EFE