Brasilia, 8 dic (EFE/Eduardo Davis).- El vicepresidente de Brasil, Michel Temer, pareció comenzar a allanar hoy el camino hacia una ruptura con el Gobierno de Dilma Rousseff en plena crisis, con la mandataria bajo amenaza de ser sometida a un juicio con miras a su destitución.
En los últimos días, desde que la posibilidad del juicio político en su contra comenzó a ser palpable, Rousseff no dudó en ensalzar la figura de su vicepresidente, primero en la línea de sucesión en caso de que ella pierda el mandato, y también al Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), que Temer lidera.
Temer, sin embargo, mantenía un completo silencio que rompió hoy con una explosiva carta en la que reclama que siempre fue tratado por Rousseff como un objeto "decorativo" y que el PMDB, mayor fuerza política del país y principal pilar de la coalición de Gobierno, fue considerado un "mero accesorio, secundario y subsidiario".
Este lunes Rousseff insistió en que cuenta con Temer y el PMDB para que ayuden a superar la profunda crisis que vive el país y, en especial, para impedir que el Congreso decida hacerle un juicio político.
"Confío en el vicepresidente Temer como siempre confié", declaró Rousseff, quien subrayó que "siempre fue extremadamente correcto", por lo que no puede "desconfiar ni un milímetro de él".
En el PMDB existen desde hace meses sectores disidentes que han declarado abiertamente su decisión de romper con el Gobierno y, en especial, con el Partido de los Trabajadores (PT), al que pertenece Rousseff
Pero la opinión de Temer, reflejada en la carta que dirigió a la mandataria y difundida hoy, es completamente opuesta.
Temer sostiene que "jamás" él o el PMDB fueron "llamados para discutir formulaciones económicas o políticos sobre el país" y que solamente fueron contemplados por el Gobierno en momentos de crisis, como la actual, en los que su posición puede definir el futuro de Rousseff.
También sostiene que, cuando fue necesario, tanto él como el PMDB atendieron la convocatoria del Gobierno. "No titubeamos. Estaba en juego el país", asegura, pero añade que los acuerdos que asumió en esas situaciones con el Parlamento "no fueron cumplidos".
La carta concluye con un último párrafo en el que Temer sugiere que su relación con Rousseff puede estar en un punto de ruptura.
"Finalmente, sé que usted no tiene confianza en mí ni en el PMDB hoy, y que no la tendrá mañana. Lamento, pero esa es mi convicción", sentencia.
En el PMDB existen desde hace meses sectores disidentes que han declarado abiertamente su decisión de romper con el Gobierno y, en especial, con el Partido de los Trabajadores (PT), al que pertenece Rousseff.
Uno de esos sectores es encabezado por Eduardo Cunha, quien como presidente de la Cámara de Diputados fue quien autorizó iniciar los trámites que pueden llevar a un juicio político contra Rousseff por unas irregularidades en los balances fiscales de su Gobierno.
Cunha, un líder evangélico con influencia en vastos sectores del PMDB, está contra la pared y puede perder su escaño en un proceso iniciado por el Congreso, debido a sus implicaciones en el escándalo de corrupción en Petrobras.
Sin embargo, las disidencias en el PMDB van más allá de Cunha y han hecho metástasis en vastas facciones del partido, que según el propio Gobierno reconoce será clave para impedir el juicio político contra Rousseff o para llevarlo adelante.
El malestar del PMDB con Rousseff comenzó a ser expresado sin pelos en la lengua en marzo pasado, cuando el Gobierno fue objeto de multitudinarias manifestaciones contra la corrupción y el descalabro de la economía.
"No, no son las estrellas que nos guían, sino el compromiso con Brasil", decía una propaganda del PMDB que aludía al símbolo del PT (una estrella roja de cinco puntas) y difundida en marzo, cuando millones de personas comenzaban a exigir la destitución de Rousseff en las calles.
En ese mismo espacio televisivo, que no hacía una sola mención a Rousseff, Temer aparecía declarando que en situaciones de crisis "el PMDB siempre escogerá apoyar a Brasil".
En una nueva propaganda, difundida en septiembre pasado, cuando el posible juicio político contra Rousseff comenzaba a cobrar fuerza en el Congreso, el PMDB criticó en forma dura la crisis económica y aludió a "un nudo que no se deshace", así como lamentó y se asoció a la "angustia de la sociedad".
Pero también dejó un mensaje intrigante, al señalar que "es hora de dejar el 'estrellismo' de lado" y "reunificar los sueños", porque "Brasil quiere cambiar, Brasil debe cambiar y Brasil va a cambiar". EFE