Las encuestas preveían que para las elecciones nacionales al parlamento se iban a producir tres hechos relevantes: 1º) Los electores iban a producir un cambio importante con sus votos, especialmente, que el presidente del gobierno no podría obtener una mayoría suficiente de votos y escaños para gobernar. 2º) Que el bipartidismo, que se ha mantenido durante veintitrés años continuados, estaba a punto de colapsar. 3º) Que se produciría una irrupción importante de los nuevos partidos emergentes en el parlamento, sobre todo de Ciudadanos y Podemos, partidos que se autodefinían como centrista, el primero, y transversal-progresista, el segundo.
El 20 de diciembre de 2015, del censo electoral de 34.996.013 ciudadanos llamados a las urnas, el 73 % votó. Un 26% se abstuvo. 226.994 votos se declararon nulos y 18.766 ciudadanos votaron en blanco. Se trataba de elegir los 350 diputados que constituyen el parlamento español y a los 208 miembros del Senado. En España el voto es un derecho no un deber, es decir, no se está obligado a votar.
Los resultados electorales han confirmado las encuestas previas en general, es decir, se preveía una mayoría de votos para el Partido Popular (PP), y así ha sido. Este partido obtuvo el 28.72 % de los votos, lo cual le otorga 123 diputados. El PSOE quedó en segundo lugar con el 22.02% de los votos y 90 diputados. La sorpresa si cabe se refiere a los llamados partidos emergentes de lo cual trataremos más abajo.
Presentamos a continuación un cuadro de elaboración propia, con los resultados electorales basado en el cómputo del 100% de los votos, teniendo como fuente, los datos del Ministerio del Interior.
Resultados de las elecciones nacionales de España del 20 de diciembre de 2015
Partido/coalición de partidos | Numero de votos obtenidos 2015 | Porcentaje | Número de diputados | Número de votos obtenidos en 2011 | Porcentaje | Número de diputados |
Partido Popular | 7.215.530 | 28.72 | 123 | 10.66.566 | 44,68 | 186 |
PSOE | 5.530.693 | 22.02 | 90 | 7.003.511 | 28.76 | 110 |
Podemos | 5.189.342 | 20.66 | 69 | * | * | * |
Ciudadanos | 3.500.446 | 13.93 | 40 | ** | ** | ** |
Esquerra Republicana de Catalunya | 599.289 | 2.39 | 9 | 256.985 | 1.06 | 3 |
Democracia i Llibertat *** | 565.501 | 2.25 | 8 | |||
Partido Nacionalista Vasco | 301.585 | 1.20 | 6 | 324.317 | 1.33 | 5 |
Bildu(EH) | 218.467 | 0.84 | 2 | 334.498 | 1.37 | 7 |
Izquierda Unida/Unidad Popular | 923.105 | 3.67 | 2 | 1.6860.040 | 6.92 | 11 |
Coalición Canaria | 81.750 | 0.33 | 1 | 143.881 | 0.59 | 2 |
*En 2011 no existía como partido político
** En 2011 no existía como partido nacional aunque si como partido regional en Cataluña con el nombre Ciutadans
*** Refundación del partido Convergencia Democrática de Cataluña que iba a las elecciones en una coalición con Union Democrática de Cataluña, con la sigla de CiU. En 2015 UDC rompió la coalición. UDC No obtuvo ningún diputado en estas elecciones.
El bipartidismo, tocado pero no hundido
La socialdemocracia y el PSOE
Aunque puede haber motivos para considerar que estamos ante el principio del fin del bipartidismo en España, este autor no comulga con dicha idea. La vida de los partidos políticos establecidos firmemente en un sistema político es larga, especialmente en Europa y en los Estados Unidos. Es decir, en las “democracias políticas” asentadas y con un alto nivel de institucionalización.
Aunque en momentos puntuales pueda surgir un partido o partidos que le disputen la predominancia electoral, no es fácil que esto ocurra. El caso del Partido Nazi, del fascismo italiano, del poujadismo francés, son ejemplos de partidos que en determinadas coyunturas surgen y parece que van a quedarse, pero desaparecen. En el caso de los dos primeros, por efecto de la guerra a que condujeron a sus países, y en el caso francés, porque aunque los tenderos y demás pequeño burgueses se obstinen en querer entrar con autonomía en el espacio político, su particularismo político les lleva a ser aves de paso. No hay política, ni partidos, sin clases sociales fundamentales que sustenten un proyecto.

Nazismo y fascismo, aunque atrajeron a masas pequeñoburguesas fueron de facto partidos del gran capital, muy especialmente el nazismo. Hoy los nazi-fascistas son partidos testimoniales de un grupo de fanáticos, no fuerzas políticas importantes en ningún país. Hay otros partidos con etiquetas democráticas que sirven mejor los intereses de ese sector, hegemonizando a otros sectores de la población con un proyecto considerado democrático e incluso nacional-popular, cuando no regional e incluso cosmopolita. A cada “momento político” sus partidos.
En el caso español, como en otros lugares de Europa, la crisis de 2008 y las políticas extremistas de austeridad aplicadas a la población más vulnerable (los trabajadores de todo tipo, el precariado, las familias endeudas, las mujeres, los discapacitados, la población enferma, los jóvenes, etc.), fueron y son políticas de una dureza inusual. Al menos desde la posguerra, en la Europa democrática. Mientras esto ocurría, se hacían políticas de disminución de los impuestos a los más ricos y a la vez, se aprobaban amnistías fiscales para los defraudadores de la Hacienda Pública, en una manifestación explícita de lo que había dicho Warren Buffet el magnate norteamericano:”Estamos ante una guerra de clases y la está ganando mi clase, la de los ricos”.
La noche electoral Podemos la festejó como una gran victoria. No era para menos. Incluso sus dirigentes proclamaron el fin del “sistema de turnos” entre el PSOE y el PP. La esencia del bipartidismo. Pero en esto se equivocan en parte. Ya el baile no será a dos, sino a tres o cuatro o cinco
En este contexto había base social para que surgieran nuevas fuerzas políticas. Más aún, cuando los que habían sido la nominal alternativa a los partidos conservadores, la socialdemocracia, desde finales de los años 80 se había convertido también al neoliberalismo imperante junto al discurso de la globalización neoliberal, y no ofrecían nada diferente de fondo, sino el reinado del TNA (there is not alternative). O sea, la resignación con algunas migajas sociales para los más vulnerables.
Los Blair, los Schroeder, y sobre todo la capitulación de Zapatero, en España, que parecía el más alejado de esa perniciosa “tercera vía”, cuando acepto sin rechistar la carta de Trichet director del Banco Central Europeo, e incluso consensuó con el PP la modificación de la constitución española con el artículo 135, en cuestión de pocos días, para imponer la estabilidad presupuestaria y no superar los márgenes de déficit que establezca la UE a sus estados miembros. El objetivo era asegurar el pago de la deuda a los bancos alemanes y franceses como prioridad. Ello supuso el socavamiento de la credibilidad de amplios sectores en el PSOE.
En sus memorias publicadas recientemente Zapatero no considera que hacer eso fue un error. Cree que fue un ejercicio de responsabilidad de un estadista. Haber expuesto a la opinión pública lo que ocurría y lo que se le pedía y convocar las urnas le parecía algo fuera de lugar. Ello hundiría electoralmente al PSOE hasta hoy día. Sobre todo para los que se dicen de izquierdas decir una cosa y hacer otra supone una pérdida de credibilidad. Hacerlo si eres de derecha es considerado, algo justificable. Dos varas de medir que hay que asumir según el alineamiento político que uno escoja.
En 2004 Zapatero fue elegido presidente después de obtener el 42,59% de los votos. Fue reelegido en 2008 con el 43.87 %. En 2011 el voto del PSOE cayó al 28.76% y ahora en 2015 cae más de seis puntos porcentuales hasta el 22,02%. Este declive electoral ha sido el fundamento de que muchos analistas consideraran que Podemos podía superar al PSOE en votos y escaños. Sin embargo, no ha sido así.
El viejo partido reformista y regeneracionista de los trabajadores españoles languidece en votos y en atractivo. Ni las caras jóvenes le dan impulso y, por si esto fuera poco, hay un peso indudable moral y político de líderes que ya han abandonado decisivamente todo aliento de reformismo social y se siente satisfechos de ser simples administradores de lo público, gerentes de lo existente. Y todo ello se ve cuando están más ansiosos de entrar en un consejo de administración de una gran empresa que en tratar de luchar por lo que creo debe ser la tarea primordial de un socialista hoy día y en esta coyuntura: combatir teóricamente las ideas del neoliberalismo y plantear un proyecto alternativo eficaz y realista a la situación de predominio del capital financiero y de desigualdad social.
Hay pocos motivos visibles para prever que el PSOE actual emprenda el vuelo hacia restaurar un socialismo democrático para nuestro siglo XXI. Más bien parece que puede optar por buscar permanecer ligado a situaciones de poder para así poder mantener un electorado clientelar, por un lado, y ofrecer cargos a su aparato y militantes notables. Mantenerse, no cambiar, podría ser su objetivo inmediato. Aunque espero errar del todo en mi análisis en este punto.
El Partido Popular: la servidumbre de su electorado
Si hay algo que tiene mérito en la derecha española es haber podido unir en un haz a todas las flechas que podrían haberse dispersado por discrepancias ideológicas en diversas direcciones u opciones políticas. A diferencia de otras derechas europeas la española está unida firmemente. Una gran conciencia de clase dominante diría un viejo marxista. Un sentido político, fino e inteligente, de que mantenerse unidos es la base para no perecer o recular en demasía ante el auge pasado y presente de las izquierdas plurales.

En España no hay partido de extrema derecha relevante, salvo grupos nimios sin ninguna presencia pública a destacar. Lo que ocurre en Francia, Austria, Bélgica, Polonia, Hungría, incluso en Alemania y en el Reino Unido, es inédito en España. La derecha es una y grande y el PP es su partido. De manera que sociológicamente hay que admitir que estando en Europa, y pese a su otrora tan cantada diferencia, por el fundador del Partido Popular Fraga Iribarne (“España es diferente” se proclamaba cuando fue Ministro de Información y Turismo con Franco), España no es tan diferente. La extrema derecha presuntamente debe está en el seno del Partido Popular, otro mérito a reconocer a este partido, porque les ha domado y silenciado. Pero haberlos los hay, sin duda.
El PP en 1989 obtuvo el 25,97 de los votos, subió al 34,76 % en 1993, y accedió al gobierno con apoyo de los nacionalistas catalanes, es decir, de Pujol en 1996 con el 38,79 de los votos y 156 diputados, teniendo como presidente del gobierno a Aznar. Cuatro años después obtuvo la mayoría absoluta, el 44,52 % de los votos y 183 diputados. Este fue el momento de su mayor gloria política aunque cometió dos grandes errores, apoyar y participar en la Guerra de Iraq en contra de las disposiciones de la ONU, y atribuir el atentado yihadista de 2004 en Madrid-Atocha a ETA, para tratar de obtener rédito político. En las elecciones de ese año – que perdió-, obtuvo el 37,71% de los votos. En 2008 subió a 39,94% y en 2011 –después de la gestión de Zapatero-,obtuvo la mayoría absoluta con Rajoy, con un 44.63% de los votos y 186 escaños. En estas elecciones de 2015 ha caído al 28,72 % y 123 diputados.
Pese a esta caída espectacular en votos y en diputados el PP ha sido el partido más votado y el partido con el grupo mayor de diputados en el parlamento. Es decir, que pese la crisis y su gestión de la austeridad, los recortes sociales en sanidad, educación, I+D, y políticas sociales, el descredito por los casos numerosos de corrupción entre los dirigentes de ese partido.
De la acusación por un juez de haber roto los aparatos informáticos donde se guardada la contabilidad supuestamente B de ese partido, del enriquecimiento parece que ilícito de su Tesorero y Senador, y de que el presidente del Gobierno le sostuviera con un correo electrónico diciéndole que fuera fuerte ante las acusaciones judiciales, y de que el tesorero declarara que siendo Rajoy presidente del partido recibía dinero negro que él le entregaba en un sobre o una caja de puros, pese a haberse descubierto y estar en los tribunales acusados de tramas corruptas, dirigentes importantes en Madrid, en Valencia, en Castellón, etc., los votantes han sostenido a ese partido.
Lo más curioso y asombroso a la vez, en Segovia, el candidato que ha ido en segundo lugar en las listas por esa provincia, Pedro Gómez de la Serna, ha sido acusado de que, siendo diputado, se dedicaba a hacer de comisionista para empresas cobrando altas comisiones por ello. Su socio era el Embajador de España en la India, quien tuvo la dignidad al menos de renunciar antes de que lo destituyeran. Gómez de la Serna no ha renunciado.
De manera que los votantes del PP en Segovia eligieron como diputado a alguien que incluso el mismo PP le pidió que renunciara. Un caso paradigmático de hasta dónde puede llegar la servidumbre, la lealtad ciega de los seguidores de un partido, y más aún de unos electores, que, con perdón, demuestran con ello muy poca convicción cívica. Si es uno de los nuestros aunque sea un presunto delincuente o, al menos, una persona de comportamiento poco ético, eso poco importa.
Así pues, los votantes españoles han mantenido como primer partido en votos de España al PP. Aquí tampoco el pronóstico del fin del bipartidismo se ha cumplido. Por ende, PP y PSOE, siguen siendo los dos principales partidos del Reino de España.
Los partidos emergentes
Podemos, un verso suelto
A principios de año las encuestas preveían que Podemos podía incluso ganar al PP pero a medida que avanzaba el año, y que los poderes económicos y mediáticos se repusieron de la sorpresa de las elecciones al Parlamento Europeo, se produjo una ofensiva contra ese partido que iba desde la derecha hasta la izquierda de diferentes matices, en cuyos análisis y artículos de propaganda se ponía en entredicho su presunta vinculación con Venezuela y los regímenes bolivarianos.
Estos gobiernos eran tratados con el mayor desprecio “eurocentrista” y, a veces, sin ningún pudor ni matices, con un tufo neocolonial, por los propagandistas y periodistas de la derecha, e incluso por algunos académicos de “izquierdas”, sin tener en cuenta que, pese a todas sus deformaciones y especialmente sus burdos errores económicos, y la logomaquia, a veces tosca de algunos de los dirigentes de esos gobiernos, en alguno de ellos sus ciudadanos vienen votando desde 1958 -más o menos democráticamente-, algo que España comenzó a hacer a mediados de 1977, es decir, veinte años después. Algo que a cualquier persona juiciosa debería llevarle a medir sus palabras. Independientemente de que se sea crítico con las decisiones y acciones de los dirigentes del Estado venezolano, y ni hablar de sus fallos garrafales en la gestión económica.
Pero aquí no estaba en cuestión la verdad o la objetividad, sino el mercantilismo, intereses económicos, expatriación de beneficios e intentos políticos de denigrar y tratar de quitar fuelle a un competidor en alza, y “peligroso”, al no estar controlado sus dirigentes por los marcos invisibles pero reales y vinculantes del “establishment”.
Se puso en entredicho hasta el discurso “populista” de Podemos, siendo algunos políticos del PP, los más populistas que se puede encontrar (siendo el ejemplo más notable la ex presidenta de la Comunidad de Madrid Esperanza Aguirre, prototipo del populismo de la derecha tradicional española, revestida ahora de neoliberalismo Thatcheriano). Y, como no, también la izquierda tradicional, condenaba su pretendida indefinición ideológica, al evitar los líderes de Podemos de definirse como de izquierdas, ya que decían ellos que lo importante no es decir que se es de izquierdas, sino aplicar la dialéctica de los de abajo y los de arriba, luchando por y con los primeros por sus derechos económicos y sociales y por los valores superiores que se establecen en la Constitución española. Entre el parecer y el ser, algunos intelectuales y académicos preferían partidos que parecen ser y que luego actúan como no de izquierdas, a otros que no dicen que son, pero que sus acciones son de izquierda, renovada, pero izquierda, al fin.
A todo esto hay que unir los errores de dirigentes de Podemos que como era de esperar, quienes acusaban a los demás de ser parte de una “casta” y de no ser transparentes, ni tan pulcros como se debe, se vieron envueltos en casos de dudosa transparencia cuando no de conflictos éticos. El caso de un dirigente de Podemos con unas investigaciones pagadas por gobiernos bolivarianos que no fueron declaradas en su totalidad y que al ser expuestas en los medios se cumplió con el fisco, pero ya el mal estaba hecho.
Otra dirigente de IU relacionada con el líder de Podemos que siendo concejala en un municipio formó parte del comité que aprobó contratos de una sociedad de su hermano. Los tribunales la absolvieron, pero también aquí se aprovechan los críticos para poner en duda la pulcritud de los miembros o aliados del nuevo partido. Cosas todas previsibles en la lucha política por el poder. La mujer del César no sólo tiene que ser buena, sino aparentar que lo es, como dice el viejo dicho.
El resultado fue una caída en las encuestas de la intención del voto de Podemos hasta el cuarto lugar en preferencia de voto. Aunque en el último mes previo a las elecciones, y especialmente después de los debates electorales, se dio un ascenso en la intención del voto de Podemos. Algunos hasta pronosticaron una remontada de Podemos que sobrepasara al PSOE en votos. La remontada se produjo. El “sorpasso” al PSOE no, aunque Podemos quedó a menos de dos puntos porcentuales de ese partido. Podemos obtuvo 69 diputados el PSOE, 90.
La noche electoral Podemos la festejó como una gran victoria. No era para menos. Incluso sus dirigentes proclamaron el fin del “sistema de turnos” entre el PSOE y el PP. La esencia del bipartidismo. Pero en esto se equivocan en parte. Ya el baile no será a dos, sino a tres o cuatro o cinco. A menos, que el PSOE decida unirse al PP en su búsqueda de tratar de resucitar el bipartidismo anterior, dejándole gobernar en precaria minoría para ver si en dos años ellos logran ganar credibilidad y votos y ascender al poder, con una moción de censura al gobierno del PP. Esto no está descartado.
Sobre todo, porque el listón que puede poner Podemos es muy alto y muy exigente para dar sus apoyos y el PSOE puede preferir seguir siendo un partido del sistema imperante, que un partido renovador, regeneracionista y reformista. Más aún, cuando sus votantes son personas de 50 años y más, muchos de ellos conformes con el papel de ese partido en la transición democrática y poco exigentes en que el PSOE recobre su espíritu transformador e igualitario.

Ciudadanos
Este partido surgido hace más de ocho años en Cataluña como “Ciutadans”, con una aspiración de ser un partido regional, dedicado a enfrentar los intentos separatistas e independentistas, fue creado por un grupo de intelectuales y periodistas catalanes o residentes en Cataluña. Pocos interesados en el quehacer político cotidiano dieron el liderazgo a Albert Rivera. Un joven con ambiciones políticas. Buen orador. Empleado de banca. Licenciado en Derecho y con maestría en Administración de Negocios. Rivera ha sido diputado en el parlamento catalán.
Con la decisión de los partidos catalanes ERC, CiU, la CUP y otros, de optar por la independencia, ejerciendo lo que ellos consideran su derecho a la autodeterminación- aunque Cataluña esté lejos de ser un país colonial y explotado por una potencia extranjera-, Ciudadanos se lanzó a la lucha política nacional, aprovechando la ola de cambio político y generacional que representó Podemos y su éxito al obtener cinco europarlamentarios y más de un millón de votos en las elecciones para el Parlamento europeo. Además, como dijo el presidente de un gran banco catalán, ante el auge de Podemos “hay que crear un Podemos de derechas”.
El énfasis de Ciudadanos en la transparencia y la lucha contra la corrupción se cuestionó por sus adversarios –en este caso de Podemos y PP-, cuando Ciudadanos dio su apoyo de investidura al PSOE de Andalucía, para que fuera presidenta Susana Díaz, pese a que se exigía la dimisión de altos dirigentes de ese partido por presuntas corrupciones con los fondos del ERE (expedientes de regulación de empleos)
Albert Rivera tiene indudables dotes de liderazgo y comunicación, y en poco tiempo fue ascendiendo en los sondeos dándole una alta intención de voto. Se fue convirtiendo en una estrella mediática, Pasaba por todos los programas de radio y televisión, la prensa le entrevistaba, se fue rodeando de jóvenes, profesionales con un perfil tecnocrático. Todos con un discurso a la vez moderno, renovador en lo político y conservador en lo económico. Se encargaban de decir que con ellos no habría sorpresas. Solo intentaban cambiar la manera de hacer política. La economía sería como debe ser, como la de Alemania, Dinamarca y el Reino Unido.
Presentaron un programa económico cuyo principal redactor fue un profesor español de la Escuela de Economía de Londres (la LSE), pero que como denunciaron los adversarios de Ciudadanos había participado activamente en la redacción de informes y estudios para la fundación que dirige el ex presidente del gobierno de España y del PP, José María Aznar. Eso obviamente no era ninguna tacha pero confirmaba que sus supuestos de teoría económica eran neoliberales, ya que la fundación de Aznar es radicalmente neoliberal. Un “think tank” neoconservador.
Los ejes de ese programa eran subir el IVA a productos de alto consumo de primera necesidad, bajarlos en otros productos, y reducir los tramos del IRPF (impuesto sobre las rentas), dejando exentos a los ganaban una suma inferior a 12 mil euros anuales, pero aumentado el porcentaje para el grueso de los salarios medio-bajos y medio-altos, con lo cual grandes sectores de las llamadas “clases medias” –es decir, de los trabajadores asalariados de la industria, servicios, finanzas y sector público-, vería aumentada su cotización.
Otras medidas económicas de su programa tampoco calaron en la población como el contrato único laboral, que eliminaría la variedad de contratos existentes hoy en día, y que según sus críticos tenía como objetivo facilitar a las empresas el despido con unas indemnizaciones mínimas.
El énfasis de Ciudadanos en la transparencia y la lucha contra la corrupción se cuestionó por sus adversarios –en este caso de Podemos y PP-, cuando Ciudadanos dio su apoyo de investidura al PSOE de Andalucía, para que fuera presidenta Susana Díaz, pese a que se exigía la dimisión de altos dirigentes de ese partido por presuntas corrupciones con los fondos del ERE (expedientes de regulación de empleos).
También se les cuestionó por la misma razón, pero esta vez por el PSOE y Podemos, por apoyar la investidura de la presidenta de la Comunidad de Madrid, del PP, pese a los casos de corrupción denunciados y sujetos a la indagación judicial, por parte de dirigentes del PP de Madrid y miembros del Gobierno de los anteriores presidentes, ambos del PP. El argumento de Ciudadanos es que había sido la lista más votada. Pactó, pues, con el PP para darle el gobierno en Madrid aunque sin formar parte de ese gobierno.
El punto en que Ciudadanos comenzó a patinar en descenso fueron algunos debates que mantuvo con Pablo Iglesias en la televisión. Y en el más reciente debate a cuatro entre los candidatos presidenciales con más opción de ganar las elecciones. En ese debate, el usualmente brillante comunicador Rivera quedó muy por debajo de la habilidad dialéctica de Pablo Iglesias. Quizás eso no fue decisivo pero influyó. Únase a ello que el PP arreció sus ataques contra Ciudadanos en la medida en que sus sondeos les informaban un trasvase de votos del PP a Ciudadanos.
El 20 de diciembre Ciudadanos obtuvo 40 diputados y un 13,93% de los votos. Quedó en cuarto lugar detrás de Podemos, quienes obtuvieron 29 diputados más que el partido de Albert Rivera. La noche electoral señalaban que aunque habían salido a ganar habían tenido un triunfo importante. Reiteraron que no pactarían ni con Rajoy ni con Pedro Sánchez y que no apoyarían a Rajoy pero que se podrían abstener para que este, u otro del PP, lograra formar gobierno y se brindaban a realizar una política de pactos. Aunque dejaron muy claro su negativa a apoyar cualquier solución de gobierno tripartito PSOE- Podemos- Ciudadanos.
La vieja-nueva izquierda
El ascenso de Podemos significó para Izquierda Unida/Unidad Popular su hundimiento en votos y en diputados. Obtuvo 923.105 votos, esto es el 3,67%, y 2 diputados. En 2011, IU había logrado 1.686.040 votos, el 6,92% y 11 diputados. El sistema d`Hondt proporcional corregido que se aplica en España para el reparto de votos y las circunscripciones provinciales muy desiguales, donde obtener un diputado en Madrid suponga tener el triple de votos que en Soria, por ejemplo, perjudica mucho a partidos nacionales como IU y favorece a aquellos que tienen una base exclusivamente regional.
Eso explica que el PNV con apenas un tercio de los votos de IU obtenga 6 diputados. Por ello para ser más justo y que refleje la realidad de los votos el sistema electoral y las circunscripciones deberían ser modificados. Cuestión difícil, ya que al beneficiar a los partidos regionalistas y nacionalistas éstos se negarían en redondo a votar por un cambio del mismo. Por otra parte, a los dos grandes partidos tampoco les va mal este sistema, aunque quizás se pueda logra por parte de ellos una corrección en el caso de algunas circunscripciones provinciales. Mientras, la realidad es que un millón de votos a escala nacional vale, en número de diputados, menos que 300 mil localizados en una región dada.
Se afirma que España con los resultados de las elecciones del 20 D es ingobernable. Sin embargo, hay muchas maneras de que el PP gobierne, es decir, que siga gobernando
IU intentó y logró renovarse nombrando como candidato a Alberto Garzón, un joven y brillante economista de 30 años, de declarada militancia comunista, autor de varios libros sobre la crisis económica actual y sobre política española. Como suele ocurrir en la izquierda intentar renovar es un calvario. Más aún cuando como es el caso en la organización de Madrid desde décadas tienen el control unos dirigentes que han hecho de la organización allí su reino de taifas y es difícil ganarles una votación porque están rodeados de militantes fieles más a esos dirigentes que a las ideas que profesan.
La ocasión para ganarles la partida se produjo a causa del escándalo de las llamadas tarjetas “blacks”, que eran otorgadas graciosamente por el presidente del Bankia a los miembros del Consejo Director compuesto por representantes sindicales, de partidos y otros. Estas tarjetas permitían unos gastos que no se declaraban a Hacienda, lo cual es ilegal. Pues bien, de ella se beneficiaron dirigentes de CCOO y de IU y los mismos según Garzón tenían el respaldo de la dirigencia de IU en Madrid. Responsables indirectos estos debían dimitir. Esto abrió una batalla en IU que se ha saldado con numerosas suspensiones y expulsiones. En fin, un debilitamiento cuantitativo de esa coalición.
Aunque Garzón intento formar una candidatura unitaria con Podemos y otros grupos, no quería renunciar a que IU empleara sus siglas en la boleta electoral y esto era contrario a la política de Podemos de buscar un posicionamiento en el “mercado electoral” utilizando sus siglas. Podemos no accedió y no hubo acuerdo. Garzón e IU partieron en solitario en busca de una Unidad Popular que se mostró inexistente en la realidad electoral. El objetivo mínimo de IU era obtener un grupo parlamentario propio, para lo cual requería cinco diputados, pues se quedó en menos de la mitad, dos diputados.
Sea cual sea el futuro de IU, lo cierto es que Alberto Garzón es un valor de la izquierda que no se debe desperdiciar. Como muchos otros. Pero ahora le toca recorrer un largo camino por el desierto. Y con una mayor oposición dentro de sus propias filas. Ya lo dijo Churchill a un joven diputado conservador: “Nunca olvide que los que usted tiene enfrente, los diputados del Laborismo, son sus adversarios políticos, sus verdaderos enemigos políticos, los tiene usted detrás o al lado, son sus compañeros de partido”.
¿Es España realmente ingobernable?
Parto de la hipótesis de que al PP principalmente y sobre todo le interesa gobernar. Quieren gobernar como sea, con su programa o sin él, con el programa de otros si fuera necesario, pero gobernar. España tiene que estar en sus manos, como continuación de siglos de dominio de las clases privilegiadas, aunque con los tiempos democráticos que corren, lo hagan incorporando a lo que algunos llaman en otros lares esa clase media trepadora, que aspira a subir de estatus social, de ingresos y de bienestar personal, sea como sea y a costa de lo que sea.

Se afirma que España con los resultados de las elecciones del 20 D es ingobernable. Sin embargo, hay muchas maneras de que el PP gobierne, es decir, que siga gobernando, aunque como decía el profesor Cotarelo para otra situación política, pero en cierto modo similar, aunque todas estas opciones sean posibles, no todas tienen el mismo grado de probabilidad. Veamos algunas:
- Un gobierno minoritario de Rajoy, o cualquier otro del PP, por ejemplo, la vicepresidenta Sáenz de Santamaría, con apoyos puntuales que se logren en el parlamento.
- Un gobierno minoritario de Rajoy u otro del PP con un pacto de legislatura.
- Un gobierno de coalición del PP, sin mayoría parlamentaria estable.
Pero también es concebible un gobierno de Pedro Sánchez en coalición con Podemos-IU- PNV-Coalición Canaria, (168 diputados) que aunque minoritario, con un pacto de legislatura, o con apoyos específicos y concretos de otros grupos parlamentarios y diputados pueda gobernar.
Y, por qué no, aunque esto pueda significar para algunos o muchos el fin del PSOE, una gran coalición con el PP.
Por último está la opción de disolver el parlamento. El 13 de enero de 2016, se constituyen las Cortes para la nueva legislatura. Cuando se haga la primera votación de investidura y si no es posible formar gobierno por el designado por el Rey – el jefe del partido más votado o de la coalición que tenga más apoyo parlamentario-, a los dos meses se disuelve el parlamento y se convocan nuevas elecciones generales.
Por tanto, España si es gobernable, pero obviamente las cosas ya no serán tan fáciles para el PP y para el PSOE. Tendrán que pactar, tendrán que negociar cada línea de cualquier ley, tendrán que convencer, persuadir, conciliar intereses, y tendrán que hacer un ejercicio de transparencia permanente.
En estas condiciones con el parlamento (las Cortes), convertida en una casa de cristal, quizás muchos diputados no estén tan cómodos compatibilizando las tareas parlamentarias con sus negocios personales, su labor de legisladores con el de lobbistas, tendrán que ser austeros en el gasto, intachables en sus vidas públicas, cumplidores con sus trabajo parlamentario, y además, si quieren servir a su partido, tendrán que emplear su tiempo en ir a dar cuentas de su trabajo a los electores. No bastará con ser un perro fiel de sus jefes de partido.
Ser diputado en estas condiciones no parece muy grato a tantos que ven el puesto de diputado como una sinecura, un lugar donde hacer relaciones y negocios con vistas a un futuro de puertas giratorias en grandes empresas. Este giro de la política española no plantea una ingobernabilidad sino gobernar de otra manera, en todo caso, más democrática.
Torrelodones, 21 de diciembre de 2015
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