SANTO DOMINGO, República Dominicana.-Con la declinación de la precandidata Margarita Cedeño de Fernández, se despeja aun más el camino a Danilo Medina para ganar el 26 de junio la nominación presidencial por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) para los comicios del próximo año.

Danilo Medina es sin duda el aspirante presidencial peledeísta de mayor fortaleza. Ha sido el único que ha definido con claridad su propuesta de gobierno y su proyecto político, trabajando desde hace años y con un equipo de dirigentes bien estructurado y coordinado.

Aunque permaneció alejado de los medios de comunicación la mayor parte de los primeros dos años de la presente administración, no dejó de trabajar y sumar apoyo dentro y fuera del PLD.

Esa retirada momentánea del debate público ahora le rinde frutos, pues nadie le puede señalar como antagonista del gobierno de su propio partido ni de guardar resentimiento hacia el presidente Leonel Fernández por la derrota en la competencia por la candidatura presidencial para los comicios de 2008.

Aunque las aspiraciones de Medina quedaron prácticamente coronadas cuando el presidente Leonel Fernández  anunció la noche del 8 de abril que no intentaría buscar una nueva postulación para 2012, lo cierto es que si la primera dama hubiese seguido en la competencia asumiendo con tesón sus aspiraciones y logrando el respaldo suficiente, el ex secretario de la Presidencia habría tenido que librar una dura batalla con los sectores que, ante la retirada del gobernante, habrían visto en su señora esposa la vía para proseguir con sus planes continuistas.

Afortunadamente para Danilo Medina, el proyecto presidencial de doña Margarita Cedeño de Fernández nunca mostró señales de entrar en la competencia de manera firme, y no pasó más allá de una campaña desplegada en los medios de comunicación tradicionales, en las vallas y, sobre todo, a través de las redes sociales.

Pero se trató de una campaña más de expectativa, que de posicionamiento de la aspirante presidencial, la cual no participó en ningún acto político proselitista para exponer a sus seguidores,  a sus compañeros de partido y al país, las razones que la llevaban a buscar la presidencia y cuáles habrían sido los ejes temáticos de su propuesta de gobierno.

Hasta la noche de este lunes, 26 de abril, doña Margarita no había pronunciado ningún discurso de corte político electoral, sino apenas las intervenciones puntuales sobre asuntos concernientes a su condición de administradora del Despacho de la Primera Dama, prácticamente un ministerio transversal a casi todas las áreas de  responsabilidades del Estado dominicano, desde salud hasta tecnología. El trabajo de la primera dama desde esa entidad le permitió en gran medida labrarse el liderazgo en ciernes con que ahora cuenta.

Pero se trató de una campaña más de expectativa, que de posicionamiento de la aspirante presidencial, la cual no participó en ningún acto político proselitista para exponer a sus seguidores,  a sus compañeros de partido y al país, las razones que la llevaban a buscar la presidencia y cuáles habrían sido los ejes temáticos de su propuesta de gobierno.

Que la primera dama no hiciera acto de presencia en la inauguración de su primer local de campaña, en el Distrito Nacional, fue una señal clara de que, por alguna razón, ella no estaba totalmente decidida a dar la batalla hasta el final. Tampoco presentó su equipo de trabajo político, si es que llegó a existir de manera formal.

Por otro lado, no hay que olvidar que su precandidatura generó repulsas en el seno del Comité Político, aunque públicamente los integrantes de ese organismo ha sido sumamente cautelosos al emitir sus opiniones, tanto por prudencia o madurez política, como por respeto a la condición de mujer de doña Margarita, además de ser la señora esposa del presidente de la República y líder del PLD.

Ante la falta de una estructura fuerte, que pudiera respaldar sus aspiraciones a nivel nacional, la primera dama debió contar necesariamente con el respaldo de los más entusiastas e influyentes activistas del fracasado proyecto reeleccionista del presidente Fernández.

Esto así porque en el PLD ya existían 6 precandidatos debidamente entrenados, con sus equipos de trabajo y cada uno con una porción del favor de la militancia y la dirigencia media de la organización, y para poder crecer Margarita Cedeño tenía dos caminos:

Uno, lograr conquistar seguidores de esos compañeros aspirantes; dos, tratar de ganarse al segmento que se había mantenido fiel al presidente Fernández y que hasta el último momento activó para tratar de convencer al gobernante de lanzarse a una nueva reelección por cualquier vía (interpretación favorable de la Constitución, reformar la Constitución o  mediante un referendo para tratar de obtener el asentimiento de la ciudadanía).

Para poder ganarse el favor del equipo reeleccionista la primera dama debía contar con el apoyo decisivo de su esposo, el presidente Fernández, aunque fuese de manera discreta y sin dar declaraciones públicas para no romper la promesa del líder, de mantenerse como un factor de equilibrio en el proceso.

No había donde más buscar. Pero lo cierto es que los dirigentes más connotados del proyecto reeleccionista, como los ingenieros Freddy Pérez y Félix Bautista, no dieron señales públicas claras y firmes de que traspasarían su apoyo a la primera dama. En consecuencia, no resulta difícil colegir que la actitud asumida por el leonelismo con respecto al proyecto Margarita Cedeño debió contar con la orientación del presidente Leonel Fernández.

¿Qué puede ocurrir ahora? Si el presidente Leonel Fernández -que al parecer no se sentía cómodo con la idea de que su esposa se enfrascara en la competencia por la candidatura presidencial- efectivamente deja en total libertad a sus seguidores para elegir a quien apoyar, lo más probable es que la mayoría se incline por pactar con Danilo Medina.

Por varias razones. Los leonelistas quieren salir bien librados del proceso interno del PLD y de las elecciones presidenciales de 2012, y Medina es quien ha mostrado mayores posibilidades de ganar la candidatura, y se proyecta como el peledeísta con mejores posibilidades de competir contra Hipólito Mejía, del opositor Partido Revolucionario Dominicano (PRD).

Para poder ganarse el favor del equipo reeleccionista la primera dama debía contar con el apoyo decisivo de su esposo, el presidente Fernández, aunque fuese de manera discreta y sin dar declaraciones públicas para no romper la promesa del líder, de mantenerse como un factor de equilibrio en el proceso.

A los demás precandidatos se les ha hecho tarde, porque no definieron a tiempo y con claridad un verdadero proyecto político-presidencial. Unos, como Francisco Domínguez Brito y Franklin Almeyda, que aunque comenzaron a hacer campaña desde hace varios meses, lanzando ideas sueltas sobre sus planes, se han ocupado más de defender la actual administración del presidente Fernández, que de proponer su propia visión de lo que debe ser un próximo gobierno del PLD. Se han conducido con exceso de prudencia, casi con sigilo, esquivando los temas polémicos, evitando señalar yerros y faltas, como si temieran perder el favor del gobernante o si abrigaran alguna esperanza de que podrían recibir su respaldo.

Otros, con una falta de autenticidad que desdice mucho de dirigentes políticos de formación y larga data, como el vicepresidente Rafael Alburquerque y el ex senador José Tomás Pérez, hasta ahora hicieron un papel de segundones, supeditanto su participación en la contienda interna del PLD a que el presidente Fernández definiera si buscaría la repostulación o no.

Pérez y Alburquerque, al presentarse como simples continuadores de la actual gestión de gobierno, de alguna manera también apuestan a “heredar” o atraerse el sustento partidario del presidente Fernández. Sus proclamas de campaña lo dicen todo: “La obra de Leonel la sigue Rafael”; “Si Leonel no va, me voy con José Tomás”.

En el caso de Radhamés Segura, prestante miembro del Comité Político, su campaña y su presencia pública prácticamente no se han dejado sentir, ni en los medios de comunicación ni en los círculos del debate político. Cuenta con un local en la carretera Sánchez (antiguo local del Colegio Maharishi), que casi todo el tiempo permanece cerrado. Fuera del tema de la electricidad, que es su especialidad, se desconocen sus planteamientos sobre otros asuntos fundamentales de la agenda nacional.

En este escenario, a menos que el grupo leonelista -que indudablemente es fuerte- decida de manera unificada apostar por otro precandidato y lo logre sin fisuras y con una cohesión casi absoluta, Danilo Medina tiene asegurado el triunfo en las primarias del PLD.

Esa probable victoria, por demás, sería bien merecida si se considera que Danilo Medina no se rindió ni se postró luego de lo ocurrido en las primarias para los comicios de 2008, sino que recompuso su estructura y se dispuso a seguir trabajando sin mirar atrás ni perder tiempo en lamentos ni resentimientos hacia quienes en ese momento le dieron la espalda. Como lo debe hacer todo político del sistema que se decida a conquistar el poder.