Brasilia, 12 may (EFE).- El Partido de los Trabajadores (PT), que lideran el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva y la mandataria Dilma Rousseff, suspendida por el Senado, bebió hoy del mismo veneno que intentó usar contra otros Gobiernos mientras fue oposición.

Desde que en 1985 Brasil recuperó la democracia tras 21 años de regímenes militares, el Parlamento recibió 132 solicitudes para la apertura de un "impeachment", figura del derecho británico usada en el país para definir el proceso de destitución de un mandatario.

De esas 132 iniciativas, 50 fueron presentadas o apoyadas por el PT, fundado por Lula en 1980, contra los gobiernos presididos por Fernando Collor de Melo (1990-1992), Itamar Franco (1992-1995) y Fernando Henrique Cardoso (1995-2003).

La única de esas peticiones que prosperó fue la presentada contra Collor de Melo, que no fue directamente articulada por el PT pero a la que esa formación se adhirió desde el primer momento.

En el caso de Collor de Melo, quien renunció al cargo antes de que el Senado votase por su destitución, las acusaciones se basaron en un monumental escándalo de corrupción, del que el exmandatario y ahora senador finalmente fue absuelto en la justicia.

El PT fue particularmente activo en la oposición al Gobierno de Cardozo, contra quien presentó 17 pedidos de "impeachment" durante los ocho años que permaneció en el poder.

En su mayoría fueron rechazados por el entonces presidente de la Cámara de Diputados, Michel Temer, quien en las elecciones de 2010 acompañó a Rousseff como compañero de fórmula y repitió en 2014.

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Por paradojas de la historia, ahora como vicepresidente, el mismo Michel Temer que en su momento bloqueó los intentos del PT por poner fin al mandato de Cardoso, reemplazará en el poder a Rousseff, al menos durante los próximos 180 días.

Si Rousseff fuera finalmente absuelta, recuperaría el cargo una vez que concluya el proceso, pero en caso de su destitución, será Temer quien concluya el período que vence el 1 de enero de 2019.

Pese a colosales escándalos de corrupción, como el que estalló en la estatal Petrobras, las acusaciones contra Rousseff se limitan a unas maniobras fiscales irregulares en las que el Gobierno incurrió en 2014 y 2015 a fin de maquillar sus resultados, que incluyeron la omisión de multimillonarias deudas con la banca pública.

El Gobierno ha negado a rajatabla esas acusaciones, las reduce a meras "faltas" administrativas y ha denunciado el proceso como un "golpe de Estado".

De "golpe" también hablaron en su momento Collor de Melo, Franco y Cardoso, frente a cada una de las peticiones de "impeachment" que el PT presentó en su momento. EFE

El PMDB  gobierna por tercera vez sin ganar ninguna elección

Río de Janeiro, 12 may (EFE/ Carlos A. Moreno).- La sustitución de la presidenta Dilma Rousseff por su vicepresidente, Michel Temer, hará que el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), la mayor fuerza política del país, asuma por tercera vez la jefatura de Estado sin haber vencido nunca unas elecciones presidenciales.

La decisión del Senado de apartar del cargo a Rousseff por 180 días, plazo que tiene para decidir si la destituye, coloca nuevamente en el sillón presidencial a un partido que, pese a su gigantesca fuerza, nunca tuvo candidato presidencial competitivo.

Temer, elegido vicepresidente de Dilma Rousseff tanto en 2010 como en 2014 en su condición de presidente del PMDB -lo que le garantizó al partido siete ministerios en el Gabinete hasta hace sólo un mes- será el tercer "pemedebista" en asumir la Presidencia.

Es precisamente su tamaño, que lo convierte en una federación amorfa y heterogénea que cobija bajo el mismo manto a grupos de diversas ideologías e importantes "caciques" de todas las regiones, lo que le impide ser competitivo en elecciones presidenciales, coinciden analistas consultados por Efe.

El PMDB, una formación de centroderecha, ya gobernó Brasil en otras dos oportunidades, cuando vicepresidentes miembros del partido sustituyeron a los presidentes.

José Sarney (1985-1990), hasta hoy uno de los principales líderes de la formación, llegó al cargo cuando Tancredo Neves, de quien fue compañero de fórmula como vicepresidente, murió poco antes de asumir.

Itamar Franco (1992-1994), también elegido como vicepresidente, sustituyó al hoy senador Fernando Collor cuando renunció a la presidencia presionado por un escándalo de corrupción.

Michel Temer
Michel Temer

Temer, elegido vicepresidente de Dilma Rousseff tanto en 2010 como en 2014 en su condición de presidente del PMDB -lo que le garantizó al partido siete ministerios en el Gabinete hasta hace sólo un mes- será el tercer "pemedebista" en asumir la Presidencia.

El partido con mayor número de gobiernos regionales y municipales en el país, así como con las mayores bancadas en el Senado y la Cámara de Diputados, sólo ha presentado dos veces candidatos a la jefatura del Estado para elecciones directas desde que fue fundado en 1980, y en ambas ocasiones sufrió humillantes derrotas.

En 1989 disputó las primeras presidenciales tras la dictadura (1964-1985) con Ulysses Guimaraes, pero el veterano político, pese a ser uno de los más destacados opositores al régimen militar, tuvo que conformarse con un séptimo lugar, con el 4,73% de los votos (3,2 millones).

La segunda y última vez fue en las presidenciales de 1994, cuando Orestes Quércia fue el cuarto más votado, con apenas el 4,38% de los votos (2,7 millones).

El PMDB no lanzó ni apoyó ningún candidato en las presidenciales de 1998 ni en 2006. En 2002 presentó a la senadora Rita Camata como compañera de fórmula del socialdemócrata José Serra, derrotado en segunda vuelta por Luiz Inácio Lula da Silva, y en 2010 y 2014 a Temer como vicepresidente en la fórmula de Rousseff.

"El PMDB tiene muchos líderes regionales e intereses dispares, así como una gran complejidad, lo que le impide ponerse de acuerdo en un candidato propio a la Presidencia", dijo a Efe el analista político José Luiz Niemeyer, coordinador de postgrados en el centro universitario Ibmec.

Para este analista, por su heterogeneidad y las rivalidades internas, así como por su sed de cargos y su necesidad de mantenerse en el poder, para el PMDB siempre fue más fácil negociar alianzas que postular candidatos propios.

Según el analista político Carlos Pereira, de la Fundación Getulio Vargas (FGV), el PMDB ha preferido el papel de principal aliado de un Gobierno, lo que le garantiza una gran tajada de poder, antes que correr el riesgo de perderlo todo en una elección presidencial.

Por eso, el partido siempre ha estado en el poder desde que Brasil recuperó la democracia y ha tenido representantes en los gabinetes de Collor (1990-1992), Itamar Franco (1992-1995), Fernando Henrique Cardoso (1995-2003), Lula (2003-2011) y Rousseff (2011-2016).

Según los analistas, la formación ha integrado esas diferentes coaliciones oficialistas gracias a su vocación para el clientelismo, el caciquismo, la corrupción y otras prácticas asociadas a la "politiquería" criticada por los millones de brasileños que marcharon contra el Gobierno en los dos últimos años.

A cambio de darle mayorías al gobierno de turno en el Congreso, el partido ha ocupado preferencialmente los ministerios responsables por grandes obras públicas o millonarias inversiones, como Minas y Energía, propicios para los desvíos.

Algunos de sus apadrinados en Petrobras son los principales protagonistas del gigantesco escándalo en la petrolera estatal y varios de sus legisladores figuran entre los procesados en la mayor investigación por corrupción en la historia de Brasil.

Entre los "pemedebistas" implicados destacan los presidentes de la Cámara de los Diputados, Eduardo Cunha, y del Senado, Renan Calheiros, así como algunos dirigentes que podrían integrar el Gabinete de Temer, como el senador Romero Jucá.

La decisión del PMDB en marzo de romper con el Ejecutivo y alinearse a la oposición que impulsaba el juicio político contra la mandataria terminó balanceando el proceso contra Rousseff.

Detrás del PMDB y de Temer, que abiertamente negoció en las últimas semanas la composición de su Gobierno, se fueron varios partidos conservadores que hasta entonces apoyaban a Rousseff. EFE

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