SANTO DOMINGO, República Dominicana.-El periodista y escritor Miguel Guerrero dijo que honrar la memoria de un hombre como Juan Bosch debe hacerse como acciones éticas, y no simplemente colocando su nombre en calles, plazas y hospitales.

Al pronunciar el discurso de instalación como miembro de la Academia Dominicana de la Historia, Guerrero resaltó el papel jugado por la cúpula de la Iglesia Católica y la oligarquía dominicana en el derrocamiento del gobierno del presidente Juan Bosch, en el año 1963, matando el ensayo democrático tras más de 31 años de dictadura.

“En septiembre se cumplirán 53 años de aquél hecho fatal. Ocasión propicia para recordar a quiénes dicen honrar su memoria que el legado de un hombre como Bosch se honra con acciones éticas, no con la sola designación con su nombre de calles, plazas y hospitales”, sostuvo Guerrero.

A juicio del periodista y escritor, si bien es cierto que fuerzas ligadas al poder militar y económico de los Estados Unidos tuvieron que ver con los acontecimientos que derivaron en su derrocamiento y posterior envío al exilio del presidente Bosch, no es menos cierto que las verdaderas causas del golpe fueron de origen nacional.

Detalló que esos supuestos derechos de Dios y de la Santa Iglesia, en la práctica se reducían a una serie de privilegios derivados de una vieja y cómplice alianza con la tiranía (de Trujillo) que durante tres décadas había cercenado los más elementales derechos del pueblo dominicano

Afirmó que buena parte de la jerarquía militar, temerosa de los efectos de reformas dramáticas—aunque no radicales—del gobierno de Juan Bosch, más la obsesión por la amenaza de una nueva experiencia comunista en el Caribe (“otra Cuba”), que entonces dominaba importantes esferas del poder político y militar estadounidense, fueron parte de los factores que se combinaron en la conspiración contra el gobierno que el pueblo dominicano había comenzado a disfrutar desde el 27 de febrero de 1963.

“La atrasada mentalidad de la jerarquía eclesiástica dominicana, los vínculos de la oligarquía nacional con el trujillismo, la escasa preparación política del liderazgo emergente del país y la ausencia total de experiencia democrática, hicieron intolerables el gobierno de Bosch, y algunas de sus propuestas más novedosas de reformas, para gran parte de la sociedad de entonces”, subrayó Guerrero.

“La Iglesia Católica, por ejemplo, le hizo una fuerte e irracional oposición negándole colaboración, en respuesta a sus planes de modernizar la educación, imponiéndole normas laicas. Tal actitud se debía también a la negativa de Bosch a aceptar como válidos los privilegios derivados de la vigencia de un Concordato que la nueva Constitución, votada por una Constituyente, de hecho no reconocía”, precisó.

La Iglesia Católica apoyó y bendijo al dictador Trujillo, a sus familaires y colaboradores.
La Iglesia Católica apoyó y bendijo al dictador Trujillo, a sus familaires y colaboradores.

Consideró Guerrero que la jerarquía católica no aceptó nunca el hecho de que esa Constitución, que nada tenía que ver con designios personales del Presidente, hiciera caso omiso a lo que llamaba “derechos de Dios y de la Santa Iglesia”.

Detalló que esos supuestos derechos de Dios y de la Santa Iglesia, en la práctica se reducían a una serie de privilegios derivados de una vieja y cómplice alianza con la tiranía (de Trujillo) que durante tres décadas había cercenado los más elementales derechos del pueblo dominicano.

Señaló que resulta curioso que aún cincuenta y dos años después, esa Constitución sea de un contenido casi tan liberal y democrático como algunas de las reformas que posteriormente se han llevado a cabo en República Dominicana, y que ya para entonces (1963) los derechos de los hijos naturales se entendieran iguales a los de los hijos legítimos.

A continuación el discurso completo:

Discurso de instalación en la Academia Dominicana de la Historia.