Jerusalén, 10 jun (EFE).- El político derechista Reuvén Rivlin, del partido Likud, se hizo hoy con la Presidencia de Israel en una apretada votación en el Parlamento en la que fueron necesarias dos vueltas para elegir al sucesor de Simón Peres.
Rivlin, que había ganado la primera vuelta con 44 votos, lejos de los 60 que daban la mayoría absoluta, se impuso en la segunda con 63 sufragios, en tanto que su más directo rival, el más desconocido político de centro Meir Shitrit, obtuvo 53.
La segunda votación, una de las más tensas que se recuerdan en el país, tuvo lugar en el pleno del Parlamento y en ella participaron 119 de los 120 diputados.
"Ha sido más dramático de lo que esperábamos, pero al final ha ganado Rivlin", dijo el ministro de Transporte, Israel Katz, que defendía la candidatura de su colega de partido.
Rivlin, de 74 años y defensor de la ideología del Gran Israel, es un veterano político del partido gobernante Likud, que dirige el primer ministro, Benjamín Netanyahu, con quien, sin embargo, está enemistado desde 2009.
De hecho, éste último le dio su apoyo únicamente a finales de mayo y, hoy, después de conocer los resultados, ni siquiera se levantó a felicitarlo.
En la primera vuelta de la elección habían participado cinco candidatos: tres políticos, la ex jueza suprema Dalia Dorner y el premio Nobel de Química Dan Shechtman.
Rivlin, con 44 votos, y Shitrit, con 31, pasaron a la segunda y definitiva elección en medio de fuertes especulaciones acerca de que el candidato conservador se vería sorprendido por el más joven político de centro, lo que al final no ocurrió.
El nuevo presidente israelí, que sólo tiene funciones protocolarias, tomará posesión el próximo 24 de julio. EFE
Reuvén Rivlin, un desconcertante político nacionalista será la cara de Israel
Jerusalén, 10 jun (Elías L. Benarroch/EFE).- Reuvén Rivlin, elegido hoy décimo presidente de Israel en una muy disputada votación en el Parlamento israelí, es un desconcertante político de la derecha nacionalista, representante de un Likud -el de Menahem Beguin- que desapareció hace dos décadas y media.
Defensor por un lado del Gran Israel, como lo exigía la vieja ideología likudista, este político de 74 años, casado y padre de cuatro hijos, es por el otro un demócrata a ultranza capaz de elevar su voz allá donde considere que la justicia ha de imponer el tono, en línea con unos principios que su partido dejó atrás en favor del marcado acento populista que hoy lo caracteriza.
"Será presidente de todos los israelíes sin distinción, un presidente honesto y cercano", dijo de él el ministro del Interior, Guidon Saar, tras conocer el resultado de la segunda y última votación, en la que se disputó la presidencia con el centrista Meir Shitrit.
Abogado de formación, Rivlin pertenece a una extensa familia que llegó a la Palestina otomana a principios del siglo XIX, y cuyos miembros ocupan, dos siglos después, varios estratos de las elites israelíes.
Vegetariano desde su juventud, amante del fútbol -fue presidente de la Asociación Deportiva del Betar Jerusalén- y con un gran sentido del humor, el próximo presidente de Israel entró en la política en 1978 como concejal de Jerusalén, ciudad en la que nació y donde centró su actividad pública hasta 1993.
Al Parlamento entró por primera vez en la décimo segunda legislatura (1988-1992) y con la única excepción del período comprendido entre 1992 y 1996, ha sido diputado desde entonces.
También ha ocupado el cargo de ministro de Comunicación (2001-2003) y, en dos ocasiones, el de presidente del poder legislativo (2003-2006 y 2009-2013), tribuna desde la que consolidó su imagen de demócrata a ultranza, en contraste con su fuerte ideología nacionalista.
En 2010, por ejemplo, salió en defensa de la diputada árabe Hanin Zohabi cuando el Parlamento quiso despojarla de sus privilegios parlamentarios por haber participado en la polémica Flotilla de la Libertad a Gaza, asaltada en alta mar por comandos israelíes.
Rivlin y otro histórico ex likudista, Beni Beguin, fueron los únicos de su formación que se abstuvieron, por considerar la sanción "un paso demasiado lejos" para el régimen democrático de Israel.
No extraña, por tanto, que a la elección de hoy, acudiera con las firmas de apoyo de diputados árabes a los que ha defendido en decenas de ocasiones, así como también de legisladores ultra-ortodoxos judíos, entre los que goza de gran predicamento al pertenecer a una estirpe casi aristocrática (su familia está relacionada con el prominente rabino y exégeta judío Gaón de Vilna).
También lo apoyó de forma masiva el sionismo religioso, con el que comparte la ideología colonizadora, e incluso una pequeña parte del centro laico (Rivlin es Caballero de la ONG "Movimiento por un Gobierno Cualitativo").
"Es un candidato que traspasa todos los grupos de la sociedad y todos los partidos, como demócrata, como político derechista y como persona", dijo de él el diputado Uri Ariel, del partido nacionalista "Hogar Judío".
El presidente israelí, que cumple una mera función protocolaria, es el jefe del Estado, y es elegido por el Parlamento, que hoy le dio su apoyo en la primera y segunda votación, aunque con una mayoría menos holgada de lo que él esperaba.
Su candidatura no lo ha tenido fácil, pues sólo a finales de mayo obtuvo el apoyo del primer ministro, Benjamín Netanyahu, enemistado con Rivlin desde hace cinco años.
El rifi rafe entre ambos se remonta a hace más de una década a raíz de la lealtad de Rivlin hacia el entonces jefe del Likud y del Gobierno Ariel Sharón, si bien, aunó fuerzas con Netanyahu en 2005 para mostrar su frontal oposición a la retirada de Gaza.
Del mismo modo, rechazó la rebelión que encabezó Netanyahu y acabó con la división del partido conservador.
En 2009, siendo por segunda vez presidente del Parlamento, Rivlin se mostró contrario a una serie de leyes que, alentadas por el Ejecutivo de Netanyahu, rozaban la inconstitucionalidad, lo que sumado a una pelea con su mujer Sara condujo al cisma definitivo entre ambos.
Otro gesto que hace gala del talante demócrata del nuevo presidente lo tuvo en 2007, cuando aspiró a la presidencia por primera vez y retiró su candidatura después de la primera vuelta en favor de la de Simón Peres.
"Viva el presidente de Israel, viva Israel", proclamó festivamente tras el primer recuento al pedir el apoyo unánime para el nonagenario político israelí, que abandonará el cargo el 24 de julio.
Los dos grandes interrogantes que se abren hoy sobre el próximo presidente israelí son, por un lado, qué tipo de cohabitación tendrá con el primer ministro, Netanyahu, y por el otro, cómo combinará su ideario nacionalista contrario a la solución de dos estados con su función de presidente, que en los últimos años ha recobrado el prestigio nacional e internacional de la mano de Peres. EFE