MOCA, República Dominicana.- El economista Miguel Ceara Hatton, quien fuera director del Programa de Desarrollo Humano del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), se identificó con Hipólito Mejía como candidato presidencial y pronunció un discurso este fin de semana en el nordeste, en donde requirió un cambio de la situación actual, pero para todos.
Ceara Hatton es un reputado economista, que dirigió el Centro de Investigación Económica del Caribe (CIECA) y que laboró en las negociaciones comerciales con la región caribeña para un acuerdo de libre comercio con los Estados Unidos.
Ceara Hatton criticó la construcción del Metro y la concentración de la inversión pública en la capital, al margen del desarrollo de las provincias. Habló en la presencia de Hipólito Mejía y Pedro Bretón, dirigente reformista que decidió apoyar las aspiraciones del candidato del PRD.
“La economía y la sociedad se piensan desde la Capital y por sectores económicos, por eso los mayores recursos se concentran en Santo Domingo y no se distribuyen en forma equitativa en el territorio nacional. Por eso se hacen puentes, avenidas y metros en la Capital mientras el resto del país permanece olvidado y languidece. Al final ello refleja una concepción del desarrollo centrado en las cosas y en el crecimiento del PIB y no en la gente. Eso tiene que cambiar. Es necesario un mejor país, pero para todos”, dijo Miguel Ceara acoplándose a la consigna del candidato del PRD.
A continuación sus palabras:
Compañeros y compañeras
Quisiera aprovechar la oportunidad que me ofrece el amigo Pedro Bretón y su familia para compartir con ustedes algunas ideas sobre tres temas centrales de la sociedad dominicana de hoy: la pobreza, la desigualdad y la corrupción. Todas las mediciones indican que estos tres males se acrecientan cada vez más y constituyen un gran desafío que deben ser modificados en los próximos años.
Pero primero, permítanme hacer algunos comentarios sobre la situación general de la provincia Espaillat. En el contexto nacional y con cifras de inicios de la década del 2000, la provincia está en la media nacional en materia de ingresos, con una distribución del ingreso mejor que la del país, pero con más pobreza, con un relativo retraso en materia de educación, aunque no así en salud. La mayoría de las cifras disponibles sobre las provincias del país son de casi una década atrás y poco puede decirse de la situación actual de los municipios y distritos municipales.
¿Qué implicaciones tiene que no exista información actualizada de las provincias del país? Pues que sencillamente, no existen. Se desconocen sus aportes, se desconocen como problemas y por supuestos el Estado no las contempla en sus soluciones. Eso tiene que cambiar.
La ausencia de información refleja lo que ha sido una práctica desafortunada de la sociedad dominicana. El territorio no existe en la mente de los que gobiernan en el país. La economía y la sociedad se piensan desde la Capital y por sectores económicos, por eso los mayores recursos se concentran en Santo Domingo y no se distribuyen en forma equitativa en el territorio nacional. Por eso se hacen puentes, avenidas y metros en la Capital mientras el resto del país permanece olvidado y languidece. Al final ello refleja una concepción del desarrollo centrado en las cosas y en el crecimiento del PIB y no en la gente. Eso tiene que cambiar. Es necesario un mejor país, pero para todos.
Esta forma entender y organizar la actividad económica nos ha llevado a la paradójica situación de que el crecimiento económico no se convierte en bienestar para la población.
La pobreza sigue siendo un grave problema en la sociedad dominicana. No sólo que resiste a bajar sino que a junio de 2011, el 57% de los 1.3 millones de personas que cotizaban la seguridad social, ganaban menos de 10 mil pesos, lo cual es inferior a los 11 mil que costaba la canasta familiar del 20% más pobre.
Es decir, que casi 6 de cada 10 personas que realizan un trabajo formal a junio de 2011, recibían un ingreso que es casi un 10% inferior al costo de la canasta familiar del 20% más pobre. Aún más, el 87% de los dominicanos y dominicanas que cotizaban a la seguridad social ganaban menos de 24 mil 600, el costo de la canasta familiar media.
La pobreza no es sólo de ingresos, sino que estar bien educados o tener salud en República Dominicana es cosas de ricos. En efecto, veamos algunas cifras.
El índice desarrollo humano mundial publicado en 2011, indica que el país sigue estando por debajo de América Latina y que entre 2006 y 2011, la brecha con el promedio latinoamericano aumentó.
En 2011, cuando se desagrega el componente del ingreso con el componente de salud y educación, la República Dominicana aparece es en el lugar 28 de 187 países en el mundo, es decir somos el país 28 en el mundo que más desaprovechó la riqueza por habitante para mejorar la calidad de vida. No es que haya habido recursos es que sencillamente se gastó mal. Y eso es una vergüenza que debe ser corregida.
Pero que ha pasado con la distribución del ingreso. Esto es muy importante porque hasta ahora las cifras que les he mencionado son valores medios, que esconden la desigualdad. Pensemos en un ejemplo sencillo. Supongamos un país con dos personas, una gana 99 y la otra gana 1, la riqueza total es 100 y la media es 50, pero resulta que uno gana 99, casi dos veces la media y el otro apenas gana el 2% de la media. El valor medio esconde una gran desigualdad.
República Dominicana es el país 25 de 129 más desigual del mundo. Corrigiendo el índice desarrollo humano por la desigualdad, es decir, por el efecto que tiene que muchos tengan poco y pocos tengan mucho, los dominicanos y dominicanas perdemos un 26% de su nivel de bienestar y somos la población 15 de 134 países que más pierde calidad de vida por el efecto de distribución del ingreso. En materia de educación el país pierde un 27% y en salud un 16%, es por eso que se puede afirmar que el acceso a la educación y a la salud de calidad es una cuestión de ricos.
Es por eso que necesitamos un país mejor, pero para todos.
A esta desigualdad social en el acceso a las oportunidades, hay que agregarle la que se desprende a la desigualdad en el territorio. La gente reside en un lugar concreto y una parte de los logros en la vida de las personas depende de las oportunidades que existen en los lugares donde residen.
Las oportunidades de ustedes acá en Licey, en Canca la Piedra, en Monte la Jagua y en su cercanía en esta provincia de Espaillat depende de la oferta de servicios públicos, de la calidad del sistema educativo, del sistema de salud, de la forma de cómo se conserven los recursos ambientales, de las oportunidades de un empleo digno, entre otros. Por eso el territorio es importante y no puede haber desarrollo para las la gente mientras persistan los grandes desequilibrios territoriales.
Las escasas mediciones que existen indican que en el tiempo no hay convergencia en los principales indicadores sociales, es decir que el país se fragmenta y que las diferencias territoriales aumentan. Las zonas ricas, donde hay más oportunidades se hacen más ricas y con más oportunidades. Mientras que las pobres contienen menos oportunidades.
Si aspiramos a un mejor país para todos, son importantes los procesos de descentralización. Pero tiene que ser una descentralización con empoderamiento ciudadano. Sin un pueblo movilizado la descentralización conduce al clientelismo y a formas autoritarias del ejercicio del poder. Y muchos de los vicios que se producen a nivel nacional se reproducen a nivel local en forma de caricatura. La descentralización será un gran desafío para el próximo Gobierno.
A la desigualdad se le agrega la corrupción y el clientelismo.
Todas las mediciones internacionales independientes indican que la corrupción crece y se debilitan las instituciones y el Estado de derecho. Recientemente, la Organización de Transparencia Internacional acaba de publicar su índice de percepción de corrupción. En 2011, el país aparece ubicado en la posición 129 de 182 países. Lo dramático es que el país perdió 29 posiciones, entre 2010 y 2011, convirtiéndose en el tercero en el mundo que más perdió posiciones de un año a otro y el séptimo de mayor pérdida en el valor absoluto en el índice.
Si todas las mediciones independientes a nivel internacional y las mediciones que se hacen a nivel nacional a través de encuestas refieren al aumento de la corrupción, es evidente que hay un serio problema en ámbito de la corrupción y los únicos que lo no ven, que ven de manera diferente la realidad, son los que se benefician de ella.
La pobreza, la desigualdad y la corrupción se han convertido en males terribles para la sociedad dominicana, porque matan la esperanza y generan desencanto en la población, por eso crece la emigración hacia el exterior. La combinación de estos tres problemas: pobreza, desigualdad y corrupción es lo que genera violencia social. No es la pobreza lo que la genera violencia social. Es la injusticia, lo que genera desencanto, desesperanza e impotencia. Y el desencanto, la desesperanza y la impotencia generan la violencia social.
Eso es lo que hay cambiar en este país. Necesitamos una sociedad basada en derechos, una sociedad con equidad y por eso es que necesitamos un mejor país, pero para todos.
Muchas gracias.