Washington, 14 oct (EFE).- Los aspirantes demócratas a la Presidencia de Estados Unidos huyeron este martes del enfrentamiento y la gresca que han caracterizado a los debates republicanos celebrados hasta la fecha, y apostaron por abrir espacio a la discusión sobre los asuntos que centran la campaña electoral.

Lejos de protagonizar escenas agresivas o utilizar duros calificativos, los cinco precandidatos presidenciales se mostraron mucho más cercanos entre sí que lo que han podido demostrar sus pares conservadores, donde la figura del magnate Donald Trump y su polémica retórica empañaron los debates.

La favorita en las encuestas, la exsecretaria de Estado, Hillary Clinton, dejó claro por qué lo es, especialmente en materia de política exterior, en la que su pasado al frente de la diplomacia estadounidense le ha dado mucho más que réditos.

"Estoy de acuerdo", fue una frase repetida por los tres principales contendientes, la propia Clinton; el senador Bernie Sanders, hasta ahora su principal rival; y el exgobernador por Maryland, Martin O’Malley, cuya última intervención hizo precisamente referencia a la clara diferencia de tono de este primer debate demócrata con los dos anteriores republicanos.

"En este escenario no han oído a nadie denigrar a las mujeres, no han escuchado a nadie hacer comentarios racistas sobre los nuevos inmigrantes estadounidenses, no han oído a nadie hablar mal de otro estadounidense debido a sus creencias religiosas", dijo O’Malley en su turno de palabra.

"Lo que han oído en cambio sobre este escenario esta noche ha sido una búsqueda honesta de las respuestas que moverán a nuestro país hacia adelante", agregó el exgobernador.

"En este escenario no han oído a nadie denigrar a las mujeres, no han escuchado a nadie hacer comentarios racistas sobre los nuevos inmigrantes estadounidenses, no han oído a nadie hablar mal de otro estadounidense debido a sus creencias religiosas", dijo O’Malley en su turno

No obstante, Clinton y Sanders protagonizaron los desencuentros ideológicos más marcados de la noche, especialmente en asuntos como la reforma financiera y el control sobre Wall Street, asuntos de seguridad nacional y las políticas sobre el control de armas.

Apenas pocos minutos después de que comenzara el debate, Clinton aprovechó la posición de Sanders sobre el control de armas durante su tiempo en el Senado, argumentando que nunca se opuso con suficiente vehemencia a la Asociación Nacional del Rifle (NRA, en inglés).

Además, reprochó el senador independiente por Vermont, quien se define a sí mismo como socialista, que está a favor de una serie de grandes programas gubernamentales que su juicio resultan poco realistas.

"Soy una progresista, pero una progresista a la que le gusta que se hagan las cosas", dijo Clinton, en referencia velada a las propuestas del senador.

Sanders contraatacó sobre el uso de la fuerza militar que defiende la exsecretaria de Estado, y consideró un "error" su propuesta de crear una zona de exclusión aérea en Siria, algo a lo que también se opuso O’Malley.

No obstante, pese a los ataques de sus rivales, también en lo respectivo a los controles financieros, Clinton no se dejó intimidar en ningún momento, hasta el punto de que el diario "The Washington Post" ha considerado que este primer debate ha supuesto "las dos mejores horas de su candidatura hasta la fecha".

"Clinton estuvo tranquila, relajada, con buen carácter. Fue agresiva desde el principio y atacó con fuerza a Sanders sobre sus últimos votos respecto a las armas", apunta el diario, quien no obstante subraya también el encuentro que escenificaron ambos respecto al escándalo de los correos electrónicos que ha salpicado a la exsecretaria de Estado.

Y es que pese al intercambio de pareceres en muchas materias entre ambos, Sanders no dudó en defender a Clinton sobre ese asunto.

"¡El pueblo americano está harto de oir hablar de tus malditos correos electrónicos!", exclamó el senador después de que el maestro de ceremonias del debate, el periodista Anderson Cooper, les preguntara sobre el asunto, gesto por el que la exprimera dama le dio las gracias y culminó con un apretón de manos.

"Ya basta con los correos electrónicos -continuó Sanders, haciendo de ese momento del debate un símbolo de toda la discusión-. Hablemos de los verdaderos asuntos a los que se enfrenta Estados Unidos", reiteró el senador. Y así se hizo, tanto, que apenas se nombró un par de veces a Donald Trump. EFE