REDACCIÓN.-A continuación el editorial del periódico The Washington Post, del domingo 5 de abril, sobre el caso del senador demócrata por Nueva Jersey, Robert Bob Menéndez, y su amigo el ofalmólogo Salomón Melgen:
¿Discurso político o corrupción?
En el caso del Tribunal Supremo que marcó un hito Citizens United vs. Comisión Federal Electoral, el tribunal declaró que los gastos políticos independientes corporativos están protegidos por libertad de expresión bajo la Primera Enmienda y no pueden ser constreñidos. El tribunal batalló con la posibilidad de que el gasto ilimitado pudiera tener una influencia corruptora en la política, pero al final se decidió que la libertad de expresión era el objetivo primordial y que mientras los gastos fueran independientes de los candidatos, y transparentes, no aumentarían la corrupción. Los ciclos de campaña desde entonces han sido cada vez más inundados por estos gastos, y gran parte de ellos van a los súper PAC.
Ahora se presenta un conjunto preocupante de hechos que ponen en duda la lógica y las conclusiones del tribunal sobre la corrupción. La acusación del 1 de abril del senador Robert Menéndez (demócrata por Nueva Jersey) por cargos de soborno alega una cronología que debería inquietar a todo el que se preocupa por la integridad en la política nacional. Según la acusación, un oftalmólogo rico de la Florida, Salomón Melgen, que estuvo buscando el apoyo de Menéndez en asuntos ante el Gobierno de Estados Unidos, endosó dos cheques por US$300,000 cada uno en 2012 para el Majority PAC del Senado, un súper PAC dedicado a apoyar la elección de los demócratas del Senado.
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Las donaciones se destinaron a ser utilizadas en el estado del senador de Nueva Jersey. El senador era el único demócrata candidato al Senado entonces en Nueva Jersey. El médico entregó uno de los cheques a un amigo cercano del señor Menéndez durante la recaudación de fondos anual del senador. ¿Es esto lo que el tribunal previó como “independiente”?
El súper PAC dijo que actuó dentro de la ley. Le corresponderá a un jurado decidir si el médico y el senador se involucraron en actos de corrupción. Pero los hechos alegados en la acusación son suficientes para poner en duda el pensamiento subyacente del tribunal en el caso Citizens United. El tribunal declaró que los gastos independientes, incluidos los realizados por las corporaciones, “no dan lugar a la corrupción o a la aparición de la corrupción”. El tribunal añadió que hay “sólo poca evidencia de que los gastos independientes incluso logren seducir”.
En este caso, el dinero podría haberle ganado al médico algo más que gratitud. La acusación describe un aluvión de correos electrónicos, llamadas y solicitudes de reuniones por el senador en nombre del médico de la Florida. El senador dirigió sus esfuerzos a miembros del gabinete, reguladores y otros senadores. No hay pruebas de un quid pro quo directo, pero el momento en que se hicieron resulta sospechoso.
Por ejemplo, el 1 de junio de 2012, el médico emitió un cheque de US$300,000 a través de su compañía al súper PAC, destinado a hacer política en Nueva Jersey. El 7 de junio, el senador se reunió con el administrador interino de los Centros para Servicios de Medicare y Medicaid para abogar por una resolución en una disputa de facturación de Medicare que involucraba al médico por una suma de casi US$9 millones. ¿Fue solo una coincidencia?
Lo que está en juego aquí es algo más que un caso. El Tribunal Supremo ha creado un ambiente preñado de posibilidades para la corrupción. Los principios de los gastos “independientes” están siendo subvertidos rutinariamente. La realidad de la política corrupta -dinero por favores- se está haciendo más evidente cada día.
Consejo Editorial, 5 de abril
Fuente: The Washington Post