LA HABANA, Cuba.-Cuba y Estados Unidos concluyeron el jueves de esta semana dos días de conversaciones con algunos avances en la dirección del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos países, aunque quedaron claras las grandes diferencias existentes, principalmente en el enfoque del tema de los derechos humanos.

Sin embargo, ambas partes, siguiendo las instrucciones de sus líderes respectivos, recalcaron que las conversaciones fueron “respetuosas” y “constructivas”.

Fueron estas las primeras conversaciones del más alto nivel desde que el presidente estadounidense Barack Obama y el presidente cubano, Raúl Castro anunciaron el 17 de diciembre que iban a trabajar para restablecer las relaciones diplomáticas que Washington interrumpió en 1961, dos años después que Fidel, el hermano mayor, tomó el poder y comenzó a implementar el régimen comunista.

La parte cubana, en respuesta al enfoque estadounidenses sobre los derechos humanos en Cuba, se refirió al los recientes asesinatos de ciudadanos negros muertos por policías en varias ciudadades de EE.UU., Ferguson, Misuri y Nueva York

Lo expresado por las máximas representantes de ambos países en esta primera ronda, Roberta Jacobson y Josefina Vidal, reflejan claramente las posiciones.

Estas declaraciones dejan entrever las presiones bajo las cuales negocian ambos grupos.

Para normalizar totalmente las relaciones con Cuba, el presidente de Estados Unidos necesita que el Congreso, dominado en ambas cámaras por los republicanos ‒con una fuerte presencia de cubanoamericanos‒ dé su aprobación, a lo cual dicen que se opondrán mientras Cuba mantenga su sistema de partido único, reprima a los disidentes y persista en su férreo control sobre los medios.

La parte cubana está bajo el peso de los partidarios de la línea dura preocupados porque un acercamiento entre ambos gobiernos pudiera socavar el sistema creado por Fidel Castro.

“Como elemento central de nuestra política, insistimos sobre el gobierno cubano por la mejora de las condiciones de los derechos humanos, incluida la libertad de expresión”, dijo Jacobson, el diplomático estadounidense para América Latina y el funcionario estadounidense de más alto rango que visita la isla en más de tres décadas.

Este tema ha constituido un obstáculo que ha echado por tierra intentos anteriores para lograr relaciones más cercanas entre las dos naciones, y de nuevo surge la duda de si se convertirá una vez más en una amenaza para el actual esfuerzo diplomático.

Por su parte, Vidal, jefe de la diplomacia cubana para asuntos relacionados con Estados Unidos expresó que “Cuba nunca ha respondido a la presión”, un detalle que surgió del término empleado en la versión en español de la declaración de Jacobson que al parecer no tuvo mayor trascendencia.

La parte cubana, en respuesta al enfoque estadounidenses sobre los derechos humanos en Cuba, se refirió al los recientes asesinatos de ciudadanos negros muertos por policías en varias ciudadades de EE.UU., Ferguson, Misuri y Nueva York.

Además del tema de los derechos humanos, Cuba esbozó otros obstáculos potenciales para las relaciones. Vidal exigió que Cuba sea eliminada de la lista estadounidense de Estados patrocinadores del terrorismo. Sin embargo, elogió a Obama por aliviar el embargo comercial de Estados Unidos e instar al Congreso de su país a que lo levante por completo.

EE.UU. y Cuba también hablaron sobre la trata de personas, la protección del medio ambiente, las normas estadounidenses para permitir mayores exportaciones de telecomunicaciones a Cuba y la forma de coordinar las respuestas a los derrames de petróleo o brotes de Ébola.

Jacobson advirtió que cualquier avance importante dependerá de que se puedan superar los más de 50 años de desconfianza entre ambos países que quedaron como adversarios durante décadas, después de graves acontecimientos como la invasión de Bahía Cochinos y la Crisis de los Misiles.

Entre otras expresiones alentadoras, está la de Vidal cuando expresó: “Tengo confianza en un futuro mejor para nuestros países (…) Somos vecinos. Tenemos profundas diferencias (…) pero hemos visto en el mundo que los países con profundas diferencias pueden coexistir pacíficamente y de manera civilizada”.

Jacobson, por su parte, comentó que el restablecimiento de las relaciones diplomáticas “no son del todo difíciles de manejar”.

Una preocupación que permanece es que la necesidad de celebrar al menos una futura ronda de conversaciones pudiera aplazar las esperanzas estadounidenses de la reapertura de embajadas en ambos países antes de la Cumbre de las Américas de abril, a la que se espera asistan Obama y Castro.