Aunque algunos recordarán la información de que el comandante y líder de la insurrección del 24 de abril de 1965, coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, tuvo especial cuidado en que no fueran saqueadas las aduanas, los bancos y muchas otras propiedades de la Zona Constitucionalista, pocos saben que el depositario de esa gran responsabilidad fue el doctor José Rafael Abinader, designado ministro de Finanzas del gobierno revolucionario, y quien ya había sido Contralor de la República del gobierno de Juan Bosch.
Cuando se cumplen 53 años de aquellos hechos, el doctor Abinader recibe en su residencia a contertulios de la peña que reúne periódicamente a intelectuales y artistas para conversar sobre arte y cultura, política, economía y otros temas.
Esta vez la tertulia trató aspectos de la insurrección cívico militar, el papel que le correspondió jugar al doctor Abinader como integrante del gobierno caamañista y otras citas que rememoran el historiador Hugo Tolentino Dipp, y el periodista Bonaparte Gautreaux Pieñeiro, quienes dan cuenta de excepcionales dotes de estadista del líder militar y revolucionario.
Participantes y presentes además el intelectual y dirigente del Partido Revolucionario Moderno, Tirso Mejía Ricart, el académico José Abinader Corona, hijo del doctor Abinader, el escritor Amaury Justo Duarte, Fafa Taveras, comandante de la gesta revolucionaria, Luis Felipe Rosa, abogado y dirigente político, el ex senador Iván Rondón Sánchez y su esposa Daisy, el ingeniero Antonio Almonte , el ex rector de la UASD, Franklyn García Fermín, la educadora Clara Joa y otros asistentes.
El doctor Abinader relata las estrictas instrucciones que le diera el presidente en armas sobre el cuido de las propiedades, mientras otros resaltan pasajes sobre aquellos acontecimientos.
“Ese cargo de ministro carecía de fondos, pero el presidente Caamaño Deñó me encargó usar todo el personal de seguridad necesario para proteger las aduanas, y los almacenes en los puertos”, cita el destacado académico, dirigente político y empresario.
“Me dijo: que la gente tuya de seguridad vigile estrictamente para que tanto las mercancías de las aduanas y los depósitos no sean saqueados. Me pidió también que destaque personal de seguridad en las puertas de todos los bancos y otros comercios para evitar saqueos”, relata.
“El gobiernos constitucional protegió espontáneamente tanto los sitios públicos como las propiedades privadas, a cambio de nada, porque lo hicimos como parte del servicio a la patria del gobierno encabezado por el presidente Caamaño”, subraya con orgullo el tronco de la familia Abinader.
El ex rector y ex canciller Tolentino Dipp formó parte de un equipo consultivo que, entre otras importantes tareas, asistía Caamaño en la confección de discursos. Admitió que fue él quien tuvo la principal responsabilidad de redactar el discurso con que los revolucionarios depusieron las armas.
“Porque me dio el pueblo el poder, al pueblo vengo a devolverle lo que le pertenece”, revela Tolentino que escribió la frase como parte del histórico discurso pronunciado en una gran manifestación frente al Altar de la Patria, en septiembre de 1965.
“Los términos de ese discurso fueron previamente discutidos por Caamaño y su equipo, había todo el clímax de que Francis tenía decidido entregar el poder al pueblo, esa frase no fue creatividad mía, y además Francisco Alberto Caamaño Deñó no necesitó de ninguna frase ni de ningún discurso para completar la obra grandilocuente que fue su vida”, afirma Tolentino.
El historiador recuerda que cuando le llevaron el borrador del discurso, Caamaño leyó la primera parte y le brotaron lágrimas de satisfacción, por sentirse enteramente interpretado en su sentimiento patriótico.
El testimonio resaltante de Tolentino Dipp, y quizás el más impresionante de la noche, fue su revelación de que “Caamaño fue y supo ser un Presidente de la República”, pese a que sus facetas más conocidas fueron las de líder militar y revolucionario.
“Francis Camaño fue un verdadero Presidente, dentro de esas 20 cuadras, que era la Ciudad Constitucionalista, eso no fue que era un coronel, un jefe, no, no, era un Presidente. En su gobierno todo había que consultarlo, todas las decisiones se discutían, escuchaba a todo el mundo, pues actuaba como un Presidente de gran modestia, son experiencias de las que puedo dar testimonio”, revela Tolentino Dipp.
Gautreaux Piñeyro, quien fuera secretario personal de Caamaño, resalta que el líder revolucionario fue un ejecutivo de gran humildad, pero firme. Sin necesidad de amenazar a nadie, simplemente apelando a su autoridad y a su talento.
Expresa que Caamaño fue un presidente democrático, que adoptada las medidas más importantes en equipo, incluyendo la conformación de su gabinete, votado con los participantes expresando su opinión en voz alta.
Una muestra de la firmeza de Caamaño, revela Gautreaux, se expresó cuando llegó el momento de poner fin al enfrentamiento bélico, y algunos extremistas argüian que debían continuar la resistencia armada en contra de las tropas norteamericanas.
Se produjo una reunión con todas las fuerzas que habían participado en la guerra para decidir si se aceptaban o no las condiciones propuestas para poner fin a las hostilidades y fuera creado el Gobierno del presidente García Godoy. Caamaño dejó claro que encabezaría las acciones a seguir, cualquiera que fuera la decisión.
Mejía Ricart reveló que a su retorno al país trató de traer de incógnito al coronel Rafael Fernández Domínguez, líder de las conspiraciones que dieron lugar a la insurrección, en un barco en el que regresaba al país con su familia desde Puerto Rico, pero el militar fue descubierto por las autoridades y conminado a bajar del barco.
Fafa Taveras, de su parte, expuso sobre las excepcionales cualidades del líder revolucionario, probado a todo lo largo de su firme conducción del movimiento constitucionalista.