(Tomado de Folha de Sao Paulo) La presidenta Dilma Rousseff admitió ante aliados que su suspensión temporaria de la presidencia de Brasil se volvió "inevitable" y decidió trazar una agenda para "defender su mandato" e impedir que el vicepresidente, Michel Temer, "se apropie" de proyectos y medidas de su gobierno.
La estrategia, que tiene el visto bueno de ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, busca mantener movilizada la base social del PT y reproducir el discurso de que Rousseff es "víctima de un golpe" y que un eventual gobierno de Temer es "ilegítimo".
La presidenta le pidió a su equipo para "apurar" todo lo que "ya esté listo o casi listo" para poder ser anunciado antes de que el Senado apruebe el pedido de juicio político, en una votación prevista para el 11 de mayo, que resultará en la suspensión de Rousseff del cargo por hasta 180 días.
Según un asesor directo, la presidenta no quiere dejarle a Temer acciones y medidas elaboradas durante su gobierno. La orden es la de "limpiar los cajones" y resolver todo lo que sea posible en los próximos días para evitar críticas del equipo de Temer de que asumió un gobierno "desorganizado".
Colaboradores de la presidenta defienden la idea que de Rousseff precisa mostrarse activa y que todavía cuenta con apoyo social. Rousseff está evaluando viajar a São Paulo para un evento de las centrales sindicales, que celebrarán el día del trabajador el próximo 1º de mayo.
Rousseff cree que existe la posibilidad de que el Senado la declare inocente hacia el final del juicio político y así podrá retomar su mandato.
Pero miembros del oficialismo, y hasta el propio ex presidente Lula, consideran que, después de haberse mantenido alejada del poder por un tiempo, eso va a ser "muy difícil" y que quedará sin condiciones para gobernar.
En el caso de que Rousseff resulte suspendida y el vicepresidente asuma la presidencia de Brasil, la orden de Lula y de los altos mandos del PT es no colaborar con Temer "de ninguna manera".