En el mes de noviembre de 1941, fue celebrado en México  el primer congreso ordinario de la Central de Trabajadores de América Latina (C.T.A.L), fundada en 1938 por su líder máximo, Don Vicente Lombardo Toledano.

La C.T.A.L fue la más pujante organización obrera  de América Latina durante el siglo XX, constituyéndose en puntal de apoyo fundamental de la clase trabajadora en contra de la expoliación de los regímenes dictatoriales en toda la región latinoamericana.

Tal como había expresado Lombardo Toledano el 8 de junio de 1941 ante el Consejo Nacional de la Confederación de Trabajadores de México:

Angel Miolán

La defensa continental tiene que ser una defensa popular, no una defensa sólo gubernamental, y por ello ante todo es menester que en el interior de cada país americano prevalezca un régimen democrático”.

No era ajena, por tanto, a  Lombardo Toledano y el liderazgo de la C.T.A.L,  la tragedia que ya se vivía en la República Dominicana, con el advenimiento hacía ocho años de la dictadura trujillista.

Más aún, se ha de suponer que conoció la misma en sus más íntimos detalles, entre otras razones, dado sus estrechos vínculos con Pedro Henríquez el intelectual dominicano de más resonancia continental Ureña,   quien contrajo matrimonio con la hermana menor de Lombardo, y, además,  uno de sus más estrechos colaboradores lo fue Ángel Miolan, exiliado antitrujillista desde 1934, quien cinco años después, sería uno de los fundadores del Partido Revolucionario Dominicano.

Es en el referido contexto que se  explica la participación de una delegación del PRD en el referido congreso, la cual estuvo integrada por Juan Bosch, Ángel Miolàn  y Juan Isidro Jiménez Grullòn.

De las incidencias de su participación, se dio cuenta en el importante texto titulado “ La tragedia dominicana y el primer congreso ordinario de la C.T.A. L”, publicado por el Departamento de propaganda del Partido Revolucionario Dominicano en México, en enero de 1942.

En el referido congreso fue adoptada, a unanimidad,  la resolución no. 3 de la comisión de Asuntos Políticos del congreso, referida a la democracia en los países latinoamericanos, pero más importante aún, para el caso dominicano, fue la resolución no. 10 de la misma comisión. Iniciaba reconociendo que:

“ El Congreso de la C.T.A.L., tomando en consideración la existencia en la República Dominicana de una tiranía que ha suprimido completamente toda clase de libertades democráticas y destruido de un modo total el movimiento obrero libre, de acuerdo con las normas y propósitos que han dirigido sus trabajos, RESUELVE:

1º.- Recomendar a todos los trabajadores de América ejercer una denuncia constante del sometimiento y explotación de que son víctimas los trabajadores y el pueblo dominicano.

2.- Recomendar a todas las filiales de la C.T.A.L… Ofrecer todo su apoyo y su respaldo a los trabajadores y al pueblo dominicanos en su lucha por restaurar la democracia en la República Dominicana.

Sería una de las primeras  y más  resonantes condenas del obrerismo latinoamericano contra la dictadura.

En el congreso correspondió intervenir, en nombre de la delegación, al Doctor Juan Isidro Jiménez Gr

Vicente Lombardo Toledano

ullón. Por tratarse de un discurso poco conocido y reseñado, se transcribe, a continuación, en su totalidad, por su valor histórico, para los lectores de Acento.

DISCURSO PRONUNCIADO POR EL DR. J.I JIMENEZ-GRULLON, A NOMBRE DE LA DELEGACIÒN DOMINICANA, EN EL PRIMER CONGRESO ORDINARIO DE LA C.T.A.L.

Compañeros:

Antes de apoyar decididamente la moción que acaba de presentar la Comisión de Asuntos Políticos, considero un deber expresar en nombre de la Delegación Dominicana, un saludo cordial, un saludo fraternal a todos los miembros de este Congreso, y muy especialmente a su ilustre Presidente el Maestro Lombardo Toledano, a quien las masas trabajadoras de mi país consideran, con razón, como el líder máximo del movimiento obrero continental (Aplausos).

Que me sea permitido a la vez extender esa cordial salutación a la C.T.M., baluarte y defensa de los intereses obreros de México (Aplausos), al ilustre ex Presidente Cárdenas, símbolo indiscutible de la Revolución Mexicana en marcha hacia el porvenir y también, compañeros, que me sea permitido extender esa salutación al Honorable Presidente Ávila Camacho (aplausos) quien con su presencia ayer en este Congreso ratifica su lealtad profunda a los principios de la Revolución Mexicana.

Nos encontramos aquí esta tarde, en representación de los trabajadores dominicanos. Han sido, en efecto, los trabajadores dominicanos exiliados, los trabajadores dominicanos que se encuentran en tierras extranjeras huyendo de la persecución del régimen dictatorial de Trujillo, quienes posibilitaron nuestra presencia en este Congreso.

Esos trabajadores, tan pronto tuvieron noticia de que este Congreso iba a celebrarse, iniciaron inmediatamente colectas para que la delegación dominicana pudiera traer aquí la voz del pueblo hoy oprimido de Santo Domingo; gracias a esa cooperación generosa y entusiasta de los exiliados dominicanos que se en encuentran en los Estados Unidos , en Puerto Rico, en Venezuela, en Cuba y aquí en este mismo México, hemos podido nosotros llegar a este país y me encuentro yo en estos momentos dirigiendo a todos ustedes la palabra.

Traigo de parte de esos trabajadores el encargo de hacer la denuncia de la situación dominicana actual. No puedo rehuir a ese encargo. De manera breve, en pocas palabras, trataré de explicarles, trataré de expresarles, cual es la situación por la que está atravesando en estos momentos la República Dominicana.

Para hacer más fácil la comprensión del tema, voy a dividir esta breve exposición en dos partes: expondré primero la naturaleza política de la situación dominicana, y más tarde me referiré a la situación económica presente.

La naturaleza política de la situación dominicana puede resumirse, con una sola palabra: dictadura. Pero debemos agregar a esa palabra, para señalar así el carácter de esa dictadura, algunos calificativos que le corresponden, y no encuentro en el lenguaje castellano otros calificativos más oportunos, otros calificativos más adecuados que nos de la dictadura feroz, dictadura sangrienta, dictadura ignominiosa.

Esa dictadura se inició, compañeros, en el año de 1930, a raíz de un golpe de Estado que realizó el dictador señor Trujillo, en estos momentos jefe del Ejército, contra el gobierno liberal y democrático del Presidente Vásquez. Después de un corto periodo presidencial, bajo la sombra y al amparo de este mismo señor Trujillo, corto periodo presidencial del Licenciado Estrella Ureña, se inició entonces con todas sus características, la dictadura que hoy padece el pueblo dominicano, y en especial las masas trabajadoras de mi país.

Conviene señalar, que antes de que el señor Trujillo jurara la Presidencia de la República, Presidencia que alcanzó gracias a unas elecciones mediatizadas, realizó un hecho vandálico para con la clase obrera. Puede decirse, pues, que él inició su periodo presidencial manchado ya de sangre.

Tan pronto la clase trabajadora y el pueblo dominicano en general se enteraron de que Trujillo pretendía la presidencia de la república, se unieron en manifestaciones hostiles a ese propósito; se unieron en esas manifestaciones porque sabían que Trujillo representaba en realidad a la fuerza de la reacción; sabían que Trujillo había sido durante la época de la intervención militar norteamericana, un espía al servicio del imperialismo norteamericano; sabían, en síntesis, especialmente las masas trabajadoras, que nada podían esperar de un gobierno dirigido por ese hombre.

Debido a esas razones, tan pronto como se lanzó su candidatura, la clase obrera dominicana, que ya estaba para la época organizada en gremios libres, y que había tenido, gracias a esa organización fehaciente triunfos y notables conquistas, la masa trabajadora dominicana, repito, se lanzó a manifestaciones de protesta contra el propósito del señor Trujillo.

Una de esas manifestaciones quiso desarrollarse en la Ciudad de Santo Domingo; comenzaron a reunirse los obreros, compañeros, y no pudieron terminar la reunión porque el señor Trujillo, que dominaba, como hemos visto, el ejército, llevó a sus sicarios al punto de reunión, y de allí esos sicarios dispararon contra la masa obrera y liquidaron de modo definitivo la manifestación.

Desde entonces la clase obrera dominicana comprendió cuáles  eran las perspectivas que se cernían sobre ella; comprendió que a medida que la dictadura avanzara, más intenso iba a ser su dolor, más intensa iba a ser su angustia y explotación.

Por eso, compañeros, esa masa trabajadora dominicana continuó  conspirando en la sombra, y gran parte de ella salió de Santo Domingo y se digirió a otros países donde sus hombres se encuentran en  los momentos presentes en calidad de emigrados políticos, buscando así el amparo de países en donde imperan las doctrinas de la democracia.

Trujillo comprendió, sin embargo, que no le convenía captarse el disgusto total de la clase obrera; quiso entonces tolerar la existencia de los gremios en el país, pero, la medida fue contraproducente, porque dichos gremios fueron despojados de su libertad de acción, cosa lógica dada la naturaleza de la dictadura, imprimiéndoseles una organización de tipo vertical fascista.

Están ellos dirigidos por oficiales del Ejército, dirigidos por alcaldes, dirigidos por sicarios y lacayos de la tiranía; y por tanto, compañeros, en vez de servir de baluarte para la defensa y para el enriquecimiento de todos los propósitos de la clase obrera, sirven más bien para la opresión, para el sometimiento, para una explotación más intensa de esa clase trabajadora.

Es innecesario señalar, que dada la naturaleza de esa dictadura que impera hoy en la Republica Dominicana, todas las libertades están totalmente abolidas; esta abolida la libertad para organizar asociaciones libres de trabajadores. La condición de la clase obrera, como consecuencia de esta situación política no puede ser, compañeros, más terrible, más trágica, más angustiosa.

En otro aspecto, que entra también dentro del plano político, debo señalar que la dictadura dominicana se caracteriza por sus simpatías reales, positivas. Esas simpatías se manifestaron en diferentes ocasiones en el curso de los últimos años, de modo claro sin embargo, convencido el dictador Trujillo de que las manifestaciones de tales simpatías podía tal vez provocarle algunos perjuicios a su régimen, decidió hace poco dar un viraje aparente, un viraje de superficie, y entonces vimos y vemos a este señor Trujillo coqueteando con las demás naciones democráticas, en especial con los Estados Unidos de América.

Coquetea con los Estados Unidos mientras por otro lado, en la intimidad de la alcoba, le  entrega con toda seguridad su corazón a Hitler y a Mussolini.

Esa es, compañeros, la realidad del contubernio político, del contubernio que existe hoy en día entre el régimen de Trujillo y los regímenes de Hitler y Mussolini.

Todos los que están enterados de la intimidad  de la política dominicana saben perfectamente que ese hecho al que acabo de hacer referencia es absolutamente exacto, y todos ustedes comprenderán, compañeros, lo que significa, no solamente para el pueblo dominicano, sino en general para todos los demás de la América Latina; un grave peligro para la estabilidad de las instituciones democráticas en los demás países de la América Latina para apoyar los esfuerzos que en contra del fascismo están efectuando en la actualidad los gobiernos y los pueblos de los Estados Unidos, de Inglaterra, de China y de la Unión Soviética. Aplausos).

Otra de las características de la dictadura de Trujillo en el plano político, es su íntima asociación a los intereses económicos imperialistas; esos intereses económicos imperialistas constituyen un punto de apoyo para la presente dictadura; puede afirmarse, compañeros, que la presente dictadura reposa en las siguientes fuerzas: en primer término el ejército; en segundo lugar el clero católico; en tercer términos los elementos de la politiquería tradicional, en cuarto lugar las fuerzas del imperialismo económico, y por último, parte de la burguesía rica.

En el plano económico, la situación de la República Dominicana no puede ser más trágica; ya hemos visto, por lo que acabo de señalar, que existe allá una centralización total del poder político en manos del dictador Trujillo; pues bien, en el plano económico podemos observar que se ha ido desarrollando paulatinamente un fenómeno similar: la centralización de las fuentes de producción y de riqueza del país en manos de este mismo dictador.

Los campesinos han sido despojados por él de sus tierras y aun numerosos elementos de la clase media han perdido sus bienes debido a esta labor expoliadora. Trujillo ha creado monopolios barbaros, especialmente de los productos alimenticios, que influyen desfavorablemente sobre la salud el pueblo y que imposibilitan el desarrollo de nuestra economía.

Como consecuencia de esa centralización de todas las fuentes de riquezas públicas, se deduce, que la miseria popular ha ido paulatinamente en aumento; hoy en día, el pueblo dominicano, y especialmente sus masas esclavizadas, no solamente se sienten oprimidas por el poder político, sino también están sintiéndose oprimidas por el poder económico.

Yo creo que no exagero si digo que existe actualmente en Santo Domingo, en todas nuestras masas trabajadoras, hambre; los salarios allá son irrisorios.

Aquí tenemos frente a nosotros dos cuadros harto demostrativos: en uno de esos cuadros vemos que los obreros dominicanos se disputan con los de Bolivia el triste privilegio de tener la más baja capacidad adquisitiva en virtud de sus bajos salarios y los altos precios de los artículos; y el otro cuadro- no se asombren ustedes- demuestra que en toda la América Latina los obreros que ganan los salarios más bajos son los obreros dominicanos.

Comprendo perfectamente que el Congreso de la C.T.A.L., no puede desentenderse, no puede cerrar los ojos ante una situación tan trágica; en el Congreso de la C.T.A.L., el pueblo dominicano, y en especial sus masas trabajadoras, esperan encontrar un apoyo y un respaldo para sus luchas de emancipación.

Yo tengo una viva confianza en que todos ustedes habrán de aceptar en todas sus partes la moción que acaba de presentar la Comisión Política; tengo esa viva confianza porque sé que tal moción cuadra con las aspiraciones de todos nosotros, porque sé que cuando esa moción fue aceptada por la Comisión Política, esa Comisión Política lo hizo porque comprendió que el caso dominicano es un caso sui generis, que su tragedia es indiscutiblemente una de las tragedias o la tragedia mayor que registran en los momentos presentes los pueblos de nuestra América.

Confío, pues, compañeros, en que todos ustedes habrán de votar esa moción, y les digo emocionado: todos los obreros, todos los trabajadores de la Republica Dominicana tienen en estos momentos sus miradas puestas en este Congreso; este Congreso constituye para los propósitos de liberación que perseguimos, para los anhelos de emancipación económica y de democracia política y económica que todos sentimos en el fondo de nuestros corazones, un motivo de viva y de honda esperanza.

Este Congreso no puede cerrar los ojos ante la tragedia dominicana, y porque que ello es así, nosotros estamos confiados en que su decisión habrá de ser favorable a la moción que leyó hace poco el Presidente de la Comisión Política; moción que responde a una aspiración  solidaria de todos los oprimidos del continente: brindar un apoyo constante, un respaldo sólido y efectivo  al pueblo dominicano, al dolor dominicano que es, indiscutiblemente, el mayor dolor de América. (Aplausos).