SANTO DOMINGO, República Dominicana.-La propuesta del presidente Leonel Fernández para Latinoamérica, de gobernar con una combinación de “neoliberalismo” con “neopopulismo” es desafortunada y contraria al bien común, según el intelectual Carlos Báez Evertsz.
En un análisis denominado “La propuesta ideológica de Leonel Fernández”, el académico dominicano, residente en Bélgica, considera que combinar el “neopopulismo” con el “neoliberalismo” es propugnar por una mezcla de personalización del poder con capitalismo puro y duro, atemperada por el asistencialismo como medio de mantener una clientela política fiel, basada en la patrimonialización de los recursos del Estado.
“Esa combinación debe desecharse porque va en contra del bien común”, advirtió el doctor Báez Evertsz.
Asimismo, cita al pensador Taguieff, cuando observa que “la combinación de populismo retórico y de populismo-legitimación carismática se encarna en la figura del demagogo o del tribuno del pueblo, personaje que es a la vez…guía y salvador del pueblo y que se presenta como hombre providencial”.
Añade que hay políticos ideologizados y con valores firmes, y otros son del tipo “Light”, dispuestos a representar o ser lo que haga falta en cada momento o moda vigente; y un tercer tipo: el conceptualizador.
“Se trata de los que toman la imagen de los primeros y se llenan la boca hablando de conceptualizaciones, pero en realidad son unos pragmáticos, muchas veces de cortos vuelos, que tienen un único objetivo motivacional esencial: buscar su interés individual y para ello ejercen cualquier tipo de transformismo político para lograr sus fines personalistas”, expresa.
Combinar, por tanto, el “neopopulismo” con el “neoliberalismo” es una fórmula desafortunada, es propugnar de manera abstrusa por una mezcla de personalización del poder con capitalismo puro y duro, atemperada, a lo más, por el asistencialismo como medio de mantener una clientela política fiel, basada en la patrimonialización de los recursos del Estado
Báez Evertsz argumenta que hay que agradecer que en un raro momento de transparencia, esos políticos conceptualizadotes, se arriesguen a poner sus cartas ideológicas sobre la mesa, y pone como ejemplo la reciente propuesta del presidente Leonel Fenández, de combinar el “neopopulismo” con el “neoliberalismo”. A continuación el texto íntegro del análisis:
La propuesta ideológica de Leonel Fernández
Carlos Báez Evertsz/Especial para Acento.com.do
Hay políticos que representan una cierta concepción de la política y unos valores fundamentales o esenciales y, otros, que hablan como si fueran unos ideólogos y hombres de ideas pero en realidad son como dice la frase bíblica unos cántaros vacíos.
La ventaja de los recipientes vacíos es que pueden ser llenados por cualquier componente, es decir, son “adaptativos”, reciben lo que se les meta, o lo que convenga meter en cada momento, y como en el fondo, “ni sienten ni padecen”, todo da absolutamente igual.
Aparte de estos dos “tipos puros”, el ideologizado y con valores firmes, y el elemento “Light” que está dispuesto a representar o ser lo que haga falta en cada momento o moda vigente, hay un tercer tipo.
Se trata de los que toman la imagen de los primeros y se llenan la boca hablando de conceptualizaciones, pero en realidad son unos pragmáticos, muchas veces de cortos vuelos, que tienen un único objetivo motivacional esencial: buscar su interés individual y para ello ejercen cualquier tipo de transformismo político para lograr sus fines personalistas.
El líder populista, en tanto que político cínico no tiene más que una causa, la suya, pero para defenderla se hace pasar por un defensor de la causa popular. Lo primero, su interés egotista, es lo sustantivo, lo otro, lo adjetivo, es el disfraz
De manera que hay que agradecer que en un raro momento de transparencia se arriesguen a poner sus cartas ideológicas sobre la mesa. Y he aquí dos perlas que nos dicen mucho sobre el alcance ideológico del sujeto actuante en su papel de sujeto pensante: ¡combinar el “neopopulismo” con el “neoliberalismo”!
Un rasgo central del “neopopulismo” es que el mismo no puede considerarse ni una ideología política ni un tipo de régimen político sino que es sobre todo un “estilo político” que busca una legitimación de tipo “carismática”. Este estilo es una forma vacía que puede ser llenada por cada líder a lo Sinatra de “my way”, cada uno a su manera.
El neopopulismo es siempre ambiguo y puede oscilar entre el autoritarismo y la personalización del poder, y una invocación al pueblo, a una especie de hiperdemocratismo que se manifiesta sobre todo en tratar de saltarse los mecanismos democráticos representativos y su separación y división de poderes, por una “democracia plebiscitaria”.
Esta trataría de poner una línea directa entre el líder y “su” pueblo, sin apenas intermediarios, y ante todo, obviando los contrapesos y controles, que son la condición de una democracia sana.
Como señala Taguieff “la combinación de populismo retórico y de populismo-legitimación carismática se encarna en la figura del demagogo o del tribuno del pueblo, personaje que es a la vez…guía y salvador del pueblo y que se presenta como hombre providencial”.
El líder populista, en tanto que político cínico no tiene más que una causa, la suya, pero para defenderla se hace pasar por un defensor de la causa popular. Lo primero, su interés egotista, es lo sustantivo, lo otro, lo adjetivo, es el disfraz.
De ahí que, hoy por hoy, y con la experiencia acumulada de los populismos y los neopopulismos en el mundo, lo que puede sacarse en claro en la ciencia política es que su uso casi siempre tiene un sentido peyorativo, como sinónimo de movimientos de extrema derecha o bien de demagogia.
En fin, expresa una cierta patología de la democracia pluralista. Por ello el neopopulismo rima muy bien con el bonapartismo y con el autoritarismo como ha sido el caso con los populismos latinoamericanos más clásicos y relevantes, el de Getulio Vargas, en Brasil, y el de Perón, en Argentina.
Para no extendernos mucho dejemos las referencias al neopopulismo aquí y pasemos a considerar como puede combinarse esto con el neoliberalismo. Con estas palabras se designa la orientación económica que ha tomado el capitalismo posterior al fin de la era keynesiana.
Es decir, en los años posteriores a la década de los 70 del siglo pasado el régimen económico vigente en el mundo y que han propiciado tanto los organismos económicos internacionales como la UE, es esa orientación de neoliberalismo que se sintetiza en el predominio del mercado sin trabas, la reducción del papel del Estado en la economía, y la privatización general de la economía y si nos descuidamos, de la sociedad entera.
El término neoliberalismo no es muy acertado, ya que el capitalismo vigente no es nuevo y tampoco es liberal, en el sentido de los liberales clásicos. Además este neoliberalismo se ha convertido en un enemigo tanto de la democracia como del desarrollo.
Antes de concluir hago un llamado a una lectura que explica brillantemente el balance de la aplicación del neoliberalismo en el periodo 1980-2000 en el mundo, el artículo de Vicenc Navarro, “El fracaso del neoliberalismo en el mundo y en la UE” (http://www.vnavarro.org/?p=5594)
Combinar, por tanto, el “neopopulismo” con el “neoliberalismo” es una fórmula desafortunada, es propugnar de manera abstrusa por una mezcla de personalización del poder con capitalismo puro y duro, atemperada, a lo más, por el asistencialismo como medio de mantener una clientela política fiel, basada en la patrimonialización de los recursos del Estado. Esa combinación debe desecharse porque va en contra del bien común.
Bruselas, 11 de mayo de 2011
Leonel propone fusión de “neopopulismo” con “neoliberalismo”