REDACCIÓN.-El Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa saludó el acuerdo alcanzado entre los gobiernos de Estados Unidos y Cuba para restablecer a plenitud las relaciones diplomáticas y comerciales entre los dos países, pero al mismo tiempo se mostró con dudas respecto al efecto que puedan tener esta nueva situación para la apertura del régimen de los hermanos Castro.

En su artículo semanal, que se publica originalmente en el periódico español El País, el escritor de ficción y pensador expresa su alegría por el acuerdo, pero al mismo tiempo afirma que le entristece pensar que el pueblo cubano tendrá que esperar mucho más para poder disfrutar de libertad política.

A su juicio, si la mejoría económica provoca en Cuba una apertura democrática, sería el único caso en la historia de un régimen comunista que renuncia al comunismo y elige la democracia gracias al desarrollo económico y la mejora del nivel de vida de sus ciudadanos debido a la aplicación de políticas de mercado.

“El fabuloso crecimiento de China no ha traído la delicuescencia del totalitarismo político sino más bien, como acaban de experimentar los estudiantes de Hong Kong, su reforzamiento. Lo mismo se podría decir de Vietnam, donde la adopción de ese anómalo modelo —el capitalismo comunista— a la vez que ha impulsado una prosperidad indiscutible no ha mermado la dureza del régimen de partido único y la persecución de toda forma de disidencia”, argumenta Vargas Llosa.

Sostiene que el desplome de la Unión Soviética y sus “satélites centroeuropeos” no fue obra del progreso económico sino de lo contrario: el fracaso del estatismo y el colectivismo que llevó esa sociedad a la ruina y al caos.

“¿Podría ser Cuba la excepción a la regla, como espera la mayoría de los cubanos y entre ellos muchos críticos y resistentes del régimen castrista?”, se pregunta.

Considera que eso es lo deseable, pero no creer ingenuamente que ello está ya escrito en las estrellas y será inevitable y automático.

En su análisis Cuba y los espejismos de la libertad, el autor de El Paraíso en la otra Esquina, expone:

“El restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos después de más de medio siglo y la posibilidad del levantamiento del embargo norteamericano ha sido recibido con beneplácito en Europa y América Latina. Y, en el propio Estados Unidos, las encuestas dicen que una mayoría de ciudadanos también lo aprueba, aunque los republicanos lo objeten. El exilio cubano está dividido; en tanto que entre las viejas generaciones prevalece el rechazo, las nuevas ven en esta medida un apaciguamiento del que podría derivarse una mayor apertura del régimen y hasta su democratización. En todo caso, hay un consenso de que, en palabras del presidente Obama, “el embargo fue un fracaso”.

Considera Vargas Llosa que la lectura optimista de este acuerdo presupone que se levante el embargo, pero advierte que esa es una conjetura todavía incierta, pues esta decisión del presidente Obama depende del Congreso que dominan los republicanos.

No obstante, sostiene que si se levantara el embargo económico de EEUU a Cuba, hay quienes sostienen la tesis de que el aumento de los intercambios turísticos y comerciales, la inversión de capitales estadounidenses en la isla y el desarrollo económico consiguiente irían flexibilizando cada vez más al régimen castrista y llevándolo a hacer mayores concesiones a la libertad económica, de lo que, tarde o temprano, resultaría una apertura política y la democracia.

“Indicio de este futuro promisor sería el hecho de que, al mismo tiempo que Raúl Castro anunciaba la buena nueva, 53 presos políticos cubanos salían en libertad. Como hemos vivido en las últimas décadas toda clase de fenómenos sociales y políticos extraordinarios, nada parece ya imposible en nuestro tiempo y, acaso, todo aquello podría ocurrir”, expresa.

El Premio Nobel de Literatura afirma que las dictaduras no caen nunca gracias a la bonanza económica sino a su ineptitud para satisfacer las más elementales necesidades de la población y a que ésta, en un momento dado, se moviliza en contra de la asfixia política y la pobreza, descree en las instituciones y pierde las ilusiones que han sostenido al régimen.

Diferencias entre Raúl y Fidel Castro

Para Mario Vargas Llosa, el actual presidente cubano, Raúl Castro, es más pragmático que su hermano Fidel.

“Parece haber comprendido que Cuba no puede seguir viviendo de las dádivas petroleras de Venezuela, muy amenazadas desde la caída brutal de los precios del oro negro y del desbarajuste en que se debate el Gobierno de Maduro”, precisa.

El autor de El Sueño del Celta afirma que Raúl Castro al parecer ha comprendido que la única posible supervivencia a largo plazo de su régimen es una cierta distensión y un acomodo con Estados Unidos.

“Esto está en marcha. El designio del Gobierno cubano es, sin duda —siguiendo el modelo chino o vietnamita—, abrir la economía, un sector de ella por lo menos, al mercado y a la empresa privada, de modo que se eleven los niveles de vida, se cree empleo, se desarrolle el turismo, al mismo tiempo que en el campo político se mantiene el monolitismo y la mano dura para quien aliente aspiraciones democráticas. ¿Puede funcionar? A corto plazo, sin ninguna duda, y siempre que el embargo se levante”, resalta.

Agrega que a mediano o largo plazo no es muy seguro que el régimen pueda mantenerse inalterable, porque la apertura económica y los intercambios crecientes van a “contaminar” a la isla de una información y unos modelos culturales e institucionales de las sociedades abiertas que contrastan de manera espectacular con los que el comunismo impone en la isla, algo que, más pronto o más tarde, alentará la oposición interna.

Considera que, a diferencia de China o Vietnam, que están muy lejos, Cuba está en el corazón del Occidente y rodeada por países que, unos más y otros menos, participan de la cultura de la libertad, y en consecuencia es inevitable que ella termine por infiltrarse sobre todo en las capas más ilustradas de la sociedad. “¿Estará Cuba en condiciones de resistir esta presión democrática y libertaria, como lo hacen China y Vietnam? Mi esperanza es que no, que el castrismo haya perdido del todo la fuerza ideológica que tuvo en un principio y que en todos estos años se ha convertido en mera retórica, una propaganda en la que es improbable que crean incluso los dirigentes de la Revolución”, argumenta.

“Resumiendo: me alegro de que el acuerdo entre Obama y Raúl Castro pueda hacer más respirable y esperanzada la vida de los cubanos, pero me entristece pensar que ello podría alejar todavía un buen número de años más la recuperación de su libertad”, concluye.