(Apuntes para un Manuel de Sociología barata)

El concepto no es de ahora. El personaje tiene historia y raíces. Antes eran peladoras o “pela-pollos, avivatas o vividoras.”  Posiblemente en el pasado eran más humanas o artesanales en su oficio, se conformaban con menos. Eran hijas de una sociedad sin tanto lujos como la de ahora.  Te sacaban caspas o te colaban un café. Las de ahora ocasionalmente pelan un plátano, “eso mancha las manos y lo puede hacer una chopa.” Ellas son chicas de vitrinas y siempre quieren exhibir el último ¡uao…! de la tecnología. Viven imbuidas en una burbuja “aspiracional”, en un mundo materialmente onírico. Sueñan con que algún pendejo le edifique su castillo de naipes. Compiten con sus iguales en suim y coqueteos simulados o afectados. Se lanzan como paracaídas en cualquier lugar que puedan cazar víctimas: vinotecas, colmadones de “sectores bien”, en bares con ciertos lujos y encantos, en  peñas de viejevos con carteras alegre que “suelte-moni”. Fingen modales refinados que duran hasta que la víctima es finamente estrangulada. Cumplida la misión, le sale el “tiguere”.  Son dueñas de una cantidad de artimañas donde el sexo “barato” o sin contacto está incluido.  Sus quejas normalmente son de orden económicas. Es como sí  su centro emocional tuviese determinado por las cifras. El fin es que el hombre gaste. Se sienten a gusto en el despilfarro, en el despliegue. Pueden no parar si su acompañante no le pone límites.   Pero en esencia dicen los amantes: “que gastan menos que una esposa y son más divertidas…”

Tal vez en aquellos tiempos eran más baratas. Podría ser un asunto de época. El mundo se hizo más mercantil y ellas también.  Pero siempre vieron en los hombres, en especial en los viejos rancios de aquella época o en los viejevos de ahora, un signo de dinero, de bienestar y ostentación. Son hijas de una sociedad donde la mujer promedio es educada como si fuera un cuero. Tal vez sin un propósito inmediato pero la visten voluptuosas desde niñas. Desde la pubertad se mueven con solturas en  la estrategia del pedir y la mentira., manejan léxicos y modales que lindan los signos de la prostitución. Son entrenadas bajo el supuesto que el hombre que está con ellas debe darle dinero,  porque el salón, la tienda, la vestimenta y su chocha cuesta. Aunque sea como simbología, consideran que deben ser mantenidas en el lujo.  “Son vampiras modernas, no se alimentan de sangre sino de tarjetas…”

Ellas, como el país se transformaron por las bonanzas económicas estrictamente vinculadas al turismo.  Muchas viajan, tienen hijos con extranjeros y son exquisitos productos de exportación.  Hay chapeadoras “rastreras, sin clase, sin estilo” (como se denominan ellas mismas) También las hay negras, “blancas”, bajitas, altas. Eso importa poco siempre y cuando tengan el talento. Hay divas y mega-divas, con choferes, alojadas en apartamentos exclusivos de la ciudad capital. Las divas no solamente viven del glamur y  de ser “buena-hembra”, se nutren también de políticos, militares remunerados, hombres de negocios, sujetos vinculados al  narco, artistas faranduleros,  y deportistas que tienen más dinero que léxico gramatical.

El mercado ofrece  una gama de chapeadoras para todos, depende…, no de su origen de clase sino de su talento en la seducción del allante y de sus dotes femeninos.  Algunas se dan “bombos” de conocer los trucos eróticos que emboban a los hombres.  Más que un paquete entre las piernas, deben ser talentosas en el arte del “falsete-erótico.”  Deben ser liebres con capacidad de metamorfosis porque compiten con “las menores” que andan olfateando las ventajas del mercado de la “sexualidad-adinerada.”   

El mercado del chapeo en la República Dominicana es cultural. Cualquiera te puede chapear, desde el médico hasta el mecánico. Todos(as) tenemos un “escudo anti-chapeo.” El chapeo cultural podría ser un signo extraviado que busca hacer fortuna fácil extorsionando al otro.  Podría ser una pretensión oportunista: “sea como sea, hay que hacer fortuna “fácil” con el talento que Dios te dio”. No lo sé. Las causas no me importan. Sé que es otro signo más de la “anomia social” http://es.wikipedia.org/wiki/Anomia_%28ciencias_sociales%29  que sigue afectando todos los estamentos de esta sociedad dominicana.

(Dedicado a Fidel Munnigh porque ha sido chapeado más veces que un monte de Azua)