A pesar de estar a tres años del próximo proceso electoral, he visto como tantas personas ya están aspirando.

Yo también tengo mis expectativas. Quiero postularme. He pensado que para lanzarme al ruedo político debo comenzar por ser diputada o senadora. Pero en caso de que no sea posible, cabildearé una asesoría, con sede en el palacio  ya que es muy buena botella, devengaré un sueldo de trescientos mil pesos sin dar ni un solo  golpe, ni mucho menos un consejo.

Lo primero que tengo que hacer es tomarme la foto de estudio para la campaña. Buscaré un fotógrafo bueno y que me pueda sacar el mejor lado, porque “a sigún dicen” la candidata tiene su mejor ángulo y lo muestra antes de que la retraten.

Por otro lado, he estado calculando todo el dinero que puedo recibir. Soy de las que actualmente creo que es una inmoralidad la cantidad de dinero que reciben los congresistas con el famoso cofrecito y barrilito, pero también con las exoneraciones. Ahora, he llegado a la conclusión de que lo que me mueve es la envidia. De momento no quiten esos beneficios hasta que termine mi período en funciones.

Como no sé mucho de carros, voy a buscarme una persona que me asesore sobre los que debo traer. Estoy pensando si quedarme con uno o vender las exoneraciones, eso sí, con subasta y todo al mejor postor.

En cuanto al dinero extra asignado,  pienso inventarme una asesoría en las áreas que desconozco y así justificar su uso. No es demagogia, pero no pienso recibir ese dinero, sino que lo utilizaré en cosas importantes dentro de mi despacho. Me haré la loca y no pienso renunciar al mismo.

Asistiré fielmente a todas las sesiones. Levantaré la mano para aprobar leyes de acuerdo a que me convengan o no. De esa manera cumpliré con el desempeño que me exige esta función.

Como no tengo suficiente experiencia en el devengar político, no inventaré sobre proyectos de leyes, por lo tanto, no me expondré a meter la pata, pero si se me ocurre una idea descabellada, la lanzaré y de esa forma nadie pueda señalarme de que solo ocupo una curul.

No utilizaré el dinero del pueblo para viajar en jets privados, utilizaré vuelos comerciales, aunque procuraré ir en primera clase, (no conozco esa clase, pues siempre he viajado en clase económica), pero sería una buena oportunidad.

Aunque acostumbro visitar muy buenos restaurantes, aprovecharé para invitar a todas mis amigas. Que pidan lo que quieran, buenos vinos, camarones, langostas y hasta caviar si les apetece.  Enviaré las facturas no sé a quién, pero que el dinero no salga de mis bolsillos.

Antes procuraré crear una banca de apuestas y así no ser una extraña en la sala, estaré a la altura de mis colegas.

Como cuento con suficiente tiempo, debo hacer desde ya mis amarres. Tendré mi lista de donantes y así en el momento de retribuir no me mataré mucho la cabeza pensando quién dio y quién no dio. La retribución será directamente proporcional a lo aportado.

Por último, nadie puede poner como límite la edad de las aspiraciones, no importa que se tenga trayectoria política o no, porque es bueno que el congreso tenga representantes de la tercera edad y creo que luego de la lección que nos dio Balaguer la edad no es el límite y como él tendré mi slogan de “vuelvo y vuelvo”, porque no me conformaré con un solo período.

A propósito de Balaguer, la última vez que lo vi personalmente y de cerca fue en un concierto en la Catedral, quedé impresionada, lo llevaban a ambos lados tomado de los brazos y se le dificultaba el caminar, se me pareció a un robotcito, sin embargo, luego de eso volvió por dos períodos más.

¡Qué paisito ete!