“Pero no te vaya en sentimiento, no me hables de amor no tamo’en eso, mi corazón no quiere sufrimiento, yo solo ando buscando chucuchá, chucuchá, chucuchá”.

Lo descrito es el estribillo de una canción ampliamente difundida en las emisoras de radio interpretada por Los Ilegales.

Esto que se canta quizás de manera jocosa, retrata fielmente lo que para la sociedad de hoy implica el sentido de las relaciones humanas, sobretodo en el ámbito afectivo.

En más de una ocasión se escucha decir, con algo de impotencia a muchas mujeres, que los hombres no queremos asumir la responsabilidad de un matrimonio, pero otro merengue de amplia difusión interpretado por las Chicas del Can rezaba lo siguiente “Mañana no tenemos ná, sin compromiso papi, sin compromiso”. Quiere decir que con el chucuchá completamos las interpretaciones de hombres y mujeres incitando a la irresponsabilidad de las relaciones.

Esta es la sociedad del chucuchá, hedonista por naturaleza,  que busca el goce inmediato de las cosas, que rehúye del compromiso que ameritan  responsabilidad. Es la sociedad de la cosificación de los afectos, la malversación de los abrazos y la corrupción de los besos.

El sexo, la violencia y el consumo se  promueven en todas sus dimensiones en la publicidad, en escenas de películas y canciones que incitan a estas prácticas.  Pero al mismo tiempo es una sociedad hipócrita que promueve el sexo y condena sus consecuencias sin tomar la decisión de ofrecer una correcta educación sexual en las escuelas.

Los  “profesionales” que abordan el tema en los medios de comunicación explotan el morbo enfocando la parte libidinosa que les hace ganar audiencia: cómo complacer a una mujer en la cama, cómo encontrar el punto G, cómo llegar al orgasmo y difícilmente se enfoquen en advertir que el cuerpo de una niña de diez, catorce o quince años no está lo suficientemente preparado ni para las relaciones sexuales y mucho menos para embarazarse. No se habla de los efectos negativos que produce tener un hijo sin experiencia, ni de los recursos necesarios para formar un ser humano.

En las librerías no se promueven textos educativos en torno al sexo. Los libros que se distribuyen son el Kamasutra y cantidades de bibliografías que en vez de educar incitan a la práctica del sexo y los resultados están ahí.

Según los últimos informes sobre niñez y juventud en República Dominicana tenemos la tasa más alta de embarazos en adolescentes de América Latina con un 23%. De cada cinco adolescentes una ha estado embarazada.

El 19 % de las muertes maternas relacionadas al embarazo, el parto y el posparto en República Dominicana ocurren entre las adolescentes. El embarazo en adolescentes representa el 18 % de las causas del abandono de la escuela en jóvenes dominicanas de 14 a 17 años.

Hay 27.000 jóvenes con edades entre los 15 y 19 años que están en estado de gestación o que ya experimentaron el proceso. La mayor incidencia de adolescentes embarazadas se encontró en la edad de 16 años, con un 26.5%, seguida por las de 17, con un 24.1%.

He aquí el resultado de una sociedad que ha lanzado por la borda sus valores, una sociedad permisiva en donde el sexo se promueve sin educación ni orientación, que ha cosificado el sentido de las relaciones y simplemente busca el chucuchá.

Cada sociedad cosecha lo que siembra. Cuando sembramos buscamos que salga lo mejor aunque la semilla sea mala y eso es prácticamente imposible.

Repensemos hacia dónde vamos como sociedad y dejemos de repetir sin  reflexión, ni crítica que es pa’lante.