No puedo estarlo, pues asumir el luto como propio significa que he perdido algo valioso. No consigo alegrarme al ver nuestra enseña tricolor llevando como escudo un símbolo de sufrimiento, duelo, dolor, pena, aflicción, muerte. Mientras más lo analizo, el movimiento social que ha cuestionado el “status quo” que actualmente nos rige, todo en el marco de la reforma fiscal, es la expresión más pura de un despertar – un renacer – y no de muerte. Luto – proveniente del latín Luctus – no describe mis sentimientos ni caracteriza mi postura, cuando observo el empoderamiento con que nuestra sociedad se acerca a la ebullición, enfrentándose a la hegemonía nauseabunda de unaclaque política añeja.

No puedo estar de luto, especialmente cuando la palabra más apropiada debería ser esperanza. Hemos renacido, existiendo ahora una amalgama infinita de posibilidades que compromete a quienes hoy protestan, a brindar un marco diferentes en cuanto al norte de mi Quisqueya se refiere. Este movimiento, parido desde la entrañas de nuestro pueblo, viene a consagrarse como la antítesis a la manera corrupta en que hemos sido gobernados. Por ende, ¿cómo puedo enlutarme, cuando es precisamente ese despertar lo que he esperado desde hace tanto tiempo?

No quiero el negro – ni el luto – cerca de mí, pues no quiero llamar la energía negativa a estos predios. Deseo mirar hacia el cielo, luchar con una sonrisa en los labios, mientras pienso firmemente en el corazón de cada joven que hoy demuestra su amor a la patria. El empoderamiento cívico de las generaciones emergentes, dando una pincelada inusual a un cuadro que solamente está acostumbrado a recibir tonos de la claque política, merece ser celebrado y no enlutado.

Y mientras digiero todo este renacer, también me cuido de que políticos vagabundos, TANTO DEL PARTIDO DE GOBIERNO COMO DE LA OPOSICIÓN, me manipulen – sacando partido – de este movimiento que debe ser totalmente social y apolítico. Desde que tengo uso de razón – morados, blancos y colorados – han mantenido el “status quo”, siempre y cuando les beneficie de manera partidista e individual. El problema no está solamente en la corrupción del pasado gobierno, sino en que esa corrupción ha sido el modus operandi de todo partido que ha llegado a gobernarnos (eso incluye a quienes están hoy en la oposición).

Así pues, nuestro despertar no debe limitarse a unos cuantos. El mismo no debe depender de manipulaciones mañosas de una oposición que no tiene moral para reclamar, pues ellos han actuado igual o peor. En cambio, debe ser contra TODOS los que han desvirtuado sus funciones públicas – la gran mayoría de los políticos – viviendo de la retórica, mientras engordan sus bolsillos, no sin antes abusar y exprimir al pueblo. Nuestra lucha debe ser contra TODOS los corruptos, mediante una postura firme que insista en la necesidad de un cambio generacional en el liderazgo social y político dominicano.

Mi Martes, mi Viernes o Domingo no es negro – mucho menos de luto. Todos mis días, a partir de hoy, son verde esperanza, ligado con el amarillo honor y el rojo valor. Dejémosle el luto a quienes irán perdiendo, despacio pero seguro, su yugo sobre nuestro pueblo.