Para el día de ayer lunes había redactado un artículo crítico sobre las últimas medidas preventivas dispuestas por las autoridades (como el toque de queda nocturno), con la procuración de aportar ideas para su posible perfeccionamiento, proponiendo que la revisión periódica de éstas y la formulación de toda otra nueva medida tengan como filtros dos criterios muy conocidos en la administración de justicia cautelar, pero también transversales a múltiples ciencias con aceptación mundial: el peligro en la demora y el principio o enfoque precautorio. [Así, aplicando este último, aunque no tengamos certeza científica concluyente sobre las posibilidades de contagio del virus a través del aire, el gobierno debería proceder en sus medidas como sí así fuese; y siendo así, ya podrán imaginarse por qué considero deficiente el referido semi-toque de queda vigente].

Pero luego que le puse punto final al artículo, como que me arrepentí de todo, considerando que para lograr el indicado propósito mis ideas no necesitaban de una línea argumentativa muy elaborada, bastando recordarles a mis distinguidos gobernantes y compatriotas -si no es que están más claros que yo en el asunto, como anhelo-, la importancia de no dejar esos parámetros de racionalidad de lado en esta lucha, como no lo ha hecho -aún inconscientemente- ningún otro gobierno ni organización de primer orden (caso de MLB al cancelar de inmediato la pretemporada en curso cuando aún no se registraba ni siquiera un caso de contagio).

Pues hasta ahí el único razonamiento jurídico -si cabe identificarlo así- que pienso expresar en esta entrega; seguimos…

Aún antes de conocer “Sueños de un paseante solitario” de Rousseau, vengo pensando que en el auto aislamiento provisional -siempre y cuando esa sea su condición temporal- encontramos un espacio propicio para ayudarnos a reencontrarnos y despojarnos de las banalidades y los trastornos mundanos que inevitablemente nos infectan por tan solo vivir en sociedad, sobre todo en esta generación líquida. Pero también desde muy joven he sabido reconocer que en la espera en quietud la impaciencia maximiza su potencial -sobre todo si le damos chance como argumento en el soliloquio-, y que sumado al ocio, en esas circunstancias el pesimismo encuentra su terreno más fértil, máxime cuando el aislamiento no es voluntario, sino una imposición del deber.

No es que tenga la autoridad de un astronauta para aconsejar como vivir en soledad sin transfigurar nuestra individualidad en el intento, pero habiendo sido un hijo único que pasó mucho tiempo muchas veces castigado en su habitación tras la suspensión en el colegio por lo que mis profesores consideraban “necedades e irrespetos” (cuando entonces era “el fresh” ;-), entiendo que alguna experiencia me acredita para opinar al respecto.

Hoy, a una semana de aislamiento domiciliario radical, 6 días de fiebres y dolores de cabeza intermitentes que no se terminan de ir, y 4 días de espera de los resultados de mi prueba COVID19 practicada a domicilio por el laboratorio clínico competente, les cuento que hasta ahora mi creatividad, o bien mi capacidad de razonar y de contemplar la vida como desde otro planeta, afanada por encontrar la mejor distracción posible sin dejar de ser yo, ha prevalecido frente al pesimismo y la impaciencia.

El ¿cómo? de ese éxito no creo que resulte muy distinto del método aplicado por todos los que han logrado lo mismo en similares circunstancias -al final, como dicen, cada cabeza es un mundo-, pero entre tanto y tantos qué hacer y no hacer, una medida que considero útil para ello es tratar de disminuir nuestro nivel de exposición al bombardeo de información del que sobre todo somos blanco en las redes sociales. Y este consejo cobra pertinencia si reconocemos la alta probabilidad de que lo que consideramos información termine siendo un bulo y desinformación.

De entrada debemos aceptar que para lidiar con éxito esta realidad no existen fórmulas infalibles o 100% eficaces, solo aproximaciones, como tampoco las hay para conquistar la felicidad. Pero una forma de picarle cerca al modelo de vida más conveniente dentro de la relatividad, es quizás evaluando sus frutos en nosotros. Más allá de haber superado el aburrimiento, apreciando ¿de qué nos ha valido el itinerario especial que hemos estado siguiendo?, si de algo ¿qué positivo, dentro de nuestras preferencias, precariedades y posibilidades, hemos cosechado?

A continuación mis primeras lecciones, moralejas y descubrimientos para mí, de vida en estas circunstancias:

1. Haber comprado en Kitchen Center -valga la cuña-, el horno y la tostadora inteligente de la marca Breville, ha sido mi mejor inversión de este año, y en muchos otros en retrospectiva. Dí un palo.

2. Es mucho mejor mantenernos fregando por intervalos mientras también cocinamos. No solo ganas tiempo, también evitas sacrificios adicionales (llévenme suave, que asumir solo ambas tareas es algo nuevo para mí).

3. Ciertamente la raíz de la cúrcuma puede ser muy útil como sazón y medicina natural, pero también mancha, de eso da cuenta la meseta blanca de mi cocina .

4. Mantener siempre limpia y en higiene una casa es una labor titánica. Cuando este viacrucis termine espero poder aumentar de inmediato el salario de mi servicio doméstico.

5. No tengo dudas que mi desconocimiento de la obra de Michel Houellebecq me había mantenido más alejado de la ficción literaria, de lo que en adelante pienso estarlo. Este autor me ha maravillado (acaba de desplazar a Tolstoi de mis anaqueles).

6. No estaba tan perdido como me sugirió alguien alguna vez, al pensar que lo que más disfruto y valoro de viajar por el mundo es caminar por los espacios públicos principales de los países de turno, contemplar los hábitos, las costumbres e idiosincrasia de los criollos en cada sociedad. Qué no pagaría un cosmopolita como yo por repetir eso en aquellas circunstancias sociales anteriores a marzo 2020 (y por ello, esto es un sí o sí de mi ideal futura agenda).

7. Oh la música, que haría sin tí! Sobre su importancia en mi vida podría redactar tratados. Entre miles de nuevos detalles que me han puesto a dar cabeza con ritmo, aquí uno: si Frank Sinatra es el número 1 -y no lo voy a cuestionar-, Ella Fitzgerald número dos y Nat King Cole el tercero, tenía razón el amigo que hace años me advirtió que Mel Thormé se merece un mejor sitial entre los mejores cantantes de Jazz de todos los tiempos, me convenciste! Ha sido subvalorado. Perdón por ridiculizarte.

8. He confirmado un mito: el ocio es el abono por excelencia de la vocación poética. Después de muchos años he vuelto a escribir versos.

9. La buena amistad vale mucho más que lo que en el mejor caso histórico ha sido estimada. Extraño como nunca imaginé recibir y salir de aventuras con amigos, hacer fiestas, discutir sin llegar a acuerdos, reconciliarnos, amarnos, y en fin, simplemente ser y estar con ellos físicamente. Mientras tanto seguimos por WhatsApp, FaceTime, Skype, Google Duo y demás familiares.

10. A propósito de la correspondencia imprudente y desaprensiva de muchos dominicanos, desacatando abiertamente las directrices del gobierno respecto de la necesidad de que cumplamos la cuarentena y el toque de queda, hoy me queda más claro que nunca aquella consideración de Pedro Francisco Bonó, según la cual:  El dominicano valorado individualmente está lleno de méritos y como conjunto, como sociedad su comportamiento deja mucho que desear.” Tenemos más estúpidos en este país de lo que sospechamos.

11. Cuan importante es vivir bien, sacrificarnos para vivir bien. Como diría Dworking, la importancia de autorrespetarnos, y entender que lo que hacemos con nuestras vidas es objetiva y no solo subjetivamente importante, para nosotros y para quienes nos valoran.

12. No es que lo he dudado, pero ahora lo elevo al nivel de convicción: si no soy el hijo más privilegiado del mundo por la fuente de amor incondicional que tengo en mis padres, debo -objetivamente- al menos estar en el top 5.

Y si es cierto lo que todos dicen, que ahora es que falta mambo para que lleguemos a la vacuna o a la inmunidad comunitaria, desde mi aislamiento espero en el trajín seguir adquiriendo conocimientos útiles, haciéndome un mejor hombre, más humano, más sabio, más consciente y de buen juicio, y sobre todo, espero una llamada informándome que soy COVID19 negativo. Ya veremos…