Las elecciones del año 1982 constituyeron para mí personalmente un punto de inflexión. No por sus resultados en cuanto a las candidaturas presidenciales, ya que era ampliamente esperado el triunfo de Salvador Jorge Blanco, sino por el abismal desempeño de la izquierda.
La escuela primaria República de Honduras, en la calle Albert Thomas con Federico Velásquez, está localizada en un punto nodal del noreste de la Capital. Allí confluyen los barrios María Auxiliadora y Villa María, frente al hospital Luis Eduardo Aybar, el Instituto Técnico Salesiano y el Instituto Dermatológico. Pocas cuadras hacia el norte y el oeste se hallan los populosos sectores de Los Guandules, Agua Dulce, y el densamente poblado barrio 27 de Febrero. La composición socioeconómica de este conglomerado urbano es de familias de bajos a escasos ingresos. María Auxiliadora incluye a familias de medianos ingresos, Villa María y el 27 de Febrero albergan una población de algunos empleados y obreros con mayoría de chiriperos y otras personas de ingresos fluctuantes; Agua Dulce y Los Guandules eran, como son hoy, 31 años después, definitivamente pobres.
Yo era vocal en una de las mesas instaladas en la Escuela Honduras, lugar donde votaron varios miles de ciudadanos. Concluidas las votaciones, al vocal le correspondía sacar las boletas de la urna para mostrárselas a los demás miembros de la mesa y luego registrar los sufragios oficialmente. Cuál no sería mi asombro, tras contar más de 400 votos, encontrar ¡apenas dos! a favor de Izquierda Unida. Eso significaba que en esa mesa ningún habitante de los alrededores votó por el agrupamiento de izquierda. Evidentemente, aquellos dos votos correspondían uno a mí y otro al delegado de la coalición, y ninguno de los dos residíamos por ahí.
Izquierda Unida era la coalición compuesta por el Bloque Socialista y la Unión Patriótica. Su candidato a presidente era Rafael Fafa Taveras y a vicepresidente el doctor Juan B. Mejía. El Bloque Socialista (BS) estaba integrado a su vez por el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), al cual pertenecía yo; el Partido Socialista (PS), dirigido por Miguel Cocco Guerrero; el Núcleo Comunista de los Trabajadores (NCT), de Fafa Taveras, y Bandera Proletaria, del doctor Mejía. Bandera Proletaria, a su vez, había surgido de la fusión de Voz Proletaria y Bandera Roja, minúsculas agrupaciones escindidas años atrás del MPD y del 14 de Junio. El MST y el PS surgieron de la escisión a finales de 1978 del Movimiento de Liberación Nacional (MLN-Corecato). La fracción izquierdista radicalizada del MLN fundó el MST, al comienzo bajo el liderato de Octavio Rivera (Tavito).
Yo había participado con entusiasmo en la campaña electoral ya que, al igual que muchos en las filas de izquierda, me sentía alentado al ver que por fin la miríada de pequeños agrupamientos se pusiera de acuerdo para participar en las elecciones. De todos modos, quedaban dos grandes bloques que reflejaban la división del campo revolucionario a escala mundial. La Izquierda Unida estaba compuesta por grupos en mayor o menor medida inclinados hacia China y Cuba. El otro bloque, presuntamente pro soviético y autocalificado de ortodoxo, lo integraban el Partido Comunista Dominicano (PCD) con su sempiterno líder y candidato, Narciso Isa Conde, respaldado por el Movimiento por el Socialismo (MPS), encabezado por el antiguo dirigente del 14 de Junio Fidelio Despradel.
Los resultados fueron que de un millón 830 mil 730 votos presidenciales emitidos en esas elecciones a la izquierda le correspondieron 33,731 votos, el 1.84% (9,033 de la UPA, 6,217 del BS, 11,241 del PCD y 7,240 del MPS). De un millón 807 mil 094 votos municipales y provinciales, la izquierda obtuvo 40,190, o sea el 2.22% (12,979 de la UPA, 7,917 del BS, 12,101 del PCD y 7,193 del MPS).
No recuerdo la posición adoptaba hacia estos comicios por las otras entidades de izquierda, como el Movimiento Popular Dominicano (MPD), el Partido Comunista del Trabajo (PCT), de Rafael Chaljub Mejía; el Partido Comunista de la República Dominicana (Pacoredo), de Luis Pin Montás; el Partido de los Trabajadores Dominicanos, antigua Línea Roja del 14 de Junio, de José González Espinosa; el Partido Comunista Ortodoxo (PCO).
Pese a que fue el momento de la historia post Trujillo cuando se estuvo más cerca de una compactación de la izquierda, esto, evidentemente, le resultó indiferente a la población. El mensaje no era correcto, no llegó o la población estaba “en otra cosa”. Hasta el día de hoy le doy vueltas y no encuentro la respuesta. Si en los barrios populares no conseguíamos votos, menos los conseguiríamos en los sectores de clase media o alta; en el campo, ¡ni intentarlo! ¿Y entonces?, comencé a preguntarme. Me quedé pensando.