Algunas personas me preguntan con mucha frecuencia por qué no opino sobre la campaña del Diario libre para que Arturo Pellerano y Juan Felipe Mendoza sean liberados de la cárcel por la injusta sentencia que fue pronunciada en su contra, según sus defensores. O que opinión tengo sobre la libertad provisional de Luis Álvarez Renta para someterse a una operación, que para algunos podría ser inventada.

Realmente, no tengo ninguna opinión sobre el particular y lo que la justicia diga, es para mí lo correcto. Si esa justicia entiende que esa libertad proceda, pues está bien. Y en cuanto a la salud de todo prisionero, hay que tener cuidado con eso, evitando lamentaciones posteriores si le pasara algo grave por no atender sus reclamos médicos a tiempo, siempre que sean debidamente avalados por profesionales reconocidos.

Jamás tuve contra los banqueros presos, ninguna inquina personal o predisposición. Todo lo contrario. Cumplí mi obligación y luché con todas mis fuerzas por demostrar los hechos que pusimos a disposición de la justicia. Jamás primó otra cosa que no fuera el cumplimiento del deber como funcionario público, algo que no es común en nuestro país.

Y es entendible que así sea porque lo que he pasado en estos últimos 8 años, no se lo deseo ni a mi peor enemigo.

No espero con eso que ninguno de ellos cambie su percepción de odio o resentimiento por lo que hice. Ni que desistan de sus planes de persecución contra mí durante estos últimos años, donde sus abogados defensores usan todo el poder político que poseen en el Ministerio Publico para fabricar expedientes judiciales absurdos, con acusaciones de todo tipo. No han logrado meterme en Najayo, pero me la han puesto muy difícil en la justicia y han intentado socavar mi moral y credibilidad en los medios de comunicación, donde también tienen una fuerte influencia.

Sin embargo, todo eso lo entiendo perfectamente, como ellos deben entender que me defiendo como el tigre, contraatacando cuando tengo que hacerlo, porque de lo contrario me comen vivo.

El problema es que en el país, ciertas experiencias son traumáticas cuando se trata de hacer justicia. La mía ha sido profundamente traumática. Pero eso no quiere decir que todos volteemos la cara ante las barbaridades que se cometen a diario.

Nadie debe esperar felicitaciones ni reconocimientos por cualquier acción judicial contra alguien, del sector público o privado, que comete fraude, robo, desfalco o lo que sea a costa de los bienes públicos o que atente contra los intereses más sagrado de la gente, que es su ahorro personal. Es simplemente un problema de conciencia. De analizar los costos y beneficios, sabiendo de antemano que el beneficio será casi cero y el costo altísimo en lo personal, económico y familiar. Pero vivimos en Republica Dominicana y no en Suiza.

Lo que no es aceptable bajo ninguna circunstancia es que Leonel Fernández use la crisis bancaria para atacar al gobierno de Hipólito Mejía, porque eso es amoral e irresponsable. Mientras este señor se beneficio en todos los sentidos de esa crisis y no hizo nada para frenarla durante su primer mandato, sigue hablando de ella sin el menor escrúpulo.

Peor aun cuando protege y promueve los desmanes que comete su propia gente desde el poder con dinero del erario público, donde el costo que pagará la sociedad dominicana por esa masiva corrupción de su gobierno será 20 veces mayor al costo de los fraudes bancarios. No hacer justicia contra esos malnacidos, es enterrarnos vivo.

Miren a Grecia, Portugal, Irlanda, Italia y España, donde el desempleo se ha triplicado, la pobreza se ha duplicado y el sufrimiento que les espera por los ajustes económicos impuestos, durará décadas. Todo por los grandes déficits fiscales generados por la corrupción y el despilfarro, por los fraudes hipotecarios y financieros y por el endeudamiento desmesurado. Tres bombas que explotaron casi al unísono.

Nosotros vamos por ese mismo camino en cuando a déficit y endeudamiento, con una corrupción rampante que no tienen precedentes en la historia dominicana y nadie parece darle importancia.

En fin, quiero dejar claro que me mantengo neutral ante cualquier decisión que adopte la justicia sobre esas personas presas, porque lo que me correspondió hacer, lo hice responsablemente.