Porque… “El no reconocer los errores, impide superarlos”.
Solo una cosa no hay. Es el olvido.
Dios, que salva el metal,
Salva la escoria. Y cifra en Su profética
Memoria, Las lunas que serán
Y las que han sido.
J.L. Borges.-
De locura en locuras andamos, lo cual nos podría llevar a la falsa conclusión de que todos estamos locos y no es así. Podríamos quizás ser dejados y hasta aburridos en temas que son vitales; sinvergüenzas también es posible pero, en lo que si estamos seguros, es de que somos un pueblo repleto de pendejos.
Son tantos y tan variados nuestros problemas que resulta difícil enfocarse en uno o varios solamente. Cuando tratamos de que algo sea agradecido con la atención de los políticos, entonces aparece un acto circense que nos desvía la atención hacia otra cosa más farandulera. Algo en lo que son especialistas la inmensa mayoría de nuestros políticos y a la vez, mediocres funcionarios.
Por eso y quizás, sería conveniente, ante tantos desencantos de sus desempeños y tantas las frustraciones y engaños de esos “representantes”, volver a insistir que los mismos en vez de ser elegidos individualmente por el pueblo, sean designados por los partidos, de acuerdo a la cantidad de los “votos” obtenidos por sí mismos, más los del “apollo” de los chinchorros y franquicias que se le añadan como parásitos que al fin y al cabo es lo que son. Y ya, con eso se termina la farsa de que son elegidos por y para beneficio del pueblo. Total, que no legislan para el pueblo pendejo, sino en base a las directrices de sus Comités, porque ellos, lamentablemente, carecen de poder moral para decidir y tampoco les interesa pensar y actuar por ellos mismos.
No creo que sea frustración decir, que más bien parecemos una aldea compuesta por pendejos y además repleta de perdedores. Que siempre hemos estado en busca de un mesías, buscando el encuentro con un inencontrable político que nos saque de este vivir, atrapados en medio de una burocracia fútil y una vocinglería política clientelista que sobrevive en una eterna farsa electorcita, sin querer admitir que los políticos son como un perro viejo, pero con nuevos trucos.
Los “representantes” tienden a esporilar según las circunstancias y por eso tantos partidos chinchorros y organismos de “apoyo”. Todos en busca de sus individuales e insaciables ambiciones, llegando en base a esa aglomeración de “pandillas” a imponer la voluntad de las minorías en las elecciones, cual que sean estas. Por eso todo se vuelve sandeces con este tipo de políticos, mientras la institucionalidad del país tiende a desmoronarse o desaparecer como pompa de jabón.
Revisando las crónicas nos damos cuenta de que nuestros problemas siempre han sido los mismos, porque nuestros políticos siempre y por igual lo han sido, como decía Ibn Gabirol, que toda forma une lo que es imaginado por ella. Por eso tienen albergue todo tipo de parasito en nuestras organizaciones políticas y por lo mismo contaminan los demás órganos de la nación.
Y no quisiera poner como ejemplo las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, que continúan igual en las últimas décadas, como la mayoría del estamento público, con los mismos métodos y organización para combatir una amenaza que dejo de existir y que ahora es otra. Mientras, el nuevo jefe, igual al viejo; la misma triunfante especialidad de guardaespaldas; el mismo servilismo y el mismo clientelismo ramplón.
Y así es todo, producto de la contaminación política. Arreglo de aposento para provecho personal de una elite política, mientras el pueblo no es capaz de decirles… ¡Te dejo! Pero, leído al revés, que es… ¡Jodete! O quizás, un poquito menos prosaico, más elegante y cuando vengan en busca de su voto, parodiarle algo así como… “me senté a esperar por ti, pero llegaron por mí”, si, la dignidad me cobijo bajo su manto y ahora no hay cupo para ti. ¡Si señor!