Hace apenas un par de días visité uno de mis hermanos. Al llegar mi sobrina y unas amiguitas se divertían con un juego infantil que en lo personal me ha parecido sorprendente que todavía a estas alturas mantenga tanta vigencia como en mi infancia y me refiero al de mariquita abusadora.

Al preguntar a las niñas dónde lo aprendieron algunas respondieron que en la escuela y otras que los habían aprendido con sus hermanas mayores y llegó mi otra pregunta ¿es posible que todavía se juegue esto sin analizar su contenido?

Pareciera que no se ha tomado en cuenta que a partir de los juegos, los cuentos y las canciones se transmiten comportamientos que posteriormente pueden influir en la personalidad del niño o la niña.

En este orden he visto análisis e investigaciones acerca de la concepción que sobre la mujer, consciente o no, se ha proyectado en los cuentos de hadas.

Pero, posiblemente, nunca nos hayamos detenido a realizar un análisis del contenido de algunos juegos infantiles que a mi entender representan (ban) una manera sutil de transmitir lógicas que distorsionan el ser mujer.

Por cuestión de espacio sólo mostraré dos ejemplos.

Comencemos por el juego en cuestión: mariquita, mariquita, mariquita abusadora, el hombre que a mí me gusta se lo quito a su señora; se lo quito y se lo quito, se lo quita de la vera, y después la pongo a ella de sirvienta y cocinera.

Este “juego” no solo promueve la infidelidad, sino las agallas de una mujer que aparte de quitarle el esposo a otra es capaz de humillarla haciéndola su sirvienta.  Si leemos al revés el término mariquita dirá “quitamari” sólo bastaría agregarle dos letras y el sentido será lo que expresa el juego: quita marido.

El otro juego que quiero ilustrar es el siguiente: Ahí viene un carro nuevo doblando por la esquina, yo creo que es mi novio que viene de la oficina. Desmóntate del carro y ven a cenar, dame un besito y vete a parrandear.

En estas letras es la mujer quien legitima su papel servil de ama de casa en donde le tiene preparada la cena al esposo y al mismo tiempo le autoriza que se vaya a parrandear.

En esta sociedad patriarcal y machista a la mujer se le ha formado para eso, para ser sirvienta del hombre y soportar sus parrandas e infidelidades. Pero resulta que en la sociedad actual de alguna manera esto ha ido desapareciendo.

La mujer ha ido rompiendo esquemas y abriéndose caminos en una sociedad que no le favorece. El gran problema con todo esto es que no se ha educado al hombre para manejar este desarrollo de la mujer.

Una vez se van desmoronando los cimientos en los que había descansado la clave del machismo sin una educación proporcional en donde el hombre aprenda a ver a la mujer como igual, entra el mar y se producen los tantos feminicidios que enlutan y acrecientan las estadísticas diarias.

En estos juegos se transmite un mensaje que desde la ingenuidad infantil podría ser inofensivo, pero no desde la mirada de un adulto.

Carlos Marx afirmó que no basta con analizar la realidad, sino de transformarla. Para que tal transformación ocurra hay que empezar desde la raíz y sin lugar a dudas gran parte de esa raíz descansan en estos juegos que se siguen enseñando en nuestras escuelas y familias.

Jugar permite olvidar por un momento los agobios de la vida, pero creo que debemos cambiar sus contenidos por otros que promuevan mejores valores.

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