Las noticias no son buenas para el Galileo de la obra de Bertolt Brecht. En 1616 el Colegio Romano, Instituto de Investigaciones del Vaticano, había confirmado sus descubrimientos, pero el 5 de marzo del mismo año la santa inquisición pone la teoría de Copérnico en el Index o índice de los libros prohibidos.

“Su Eminencia, el Cardenal Belarmino, (advierte) al señor Galilei: ‘El Santo Oficio ha decidido anoche que la teoría de Copérnico, por la cual el Sol sería centro del Universo e inmóvil y la Tierra, en cambio, no conformaría ese centro y estaría en movimiento, es disparatada, absurda y hereje en la fe. He recibido la misión de prevenirle a usted para que abandone esas opiniones”.

La inquisición

Durante ocho años Galileo calla, se ve obligado a callar, y a Virginia, su única hija, no le han permitido casarse hasta que no pase el “período de prueba”. (De hecho no se casará nunca, terminará su vida en un convento y las cartas que desde allí escribió a su padre darán origen “a una inusual biografía que se lee como una novela”, una apasionante novela: “La hija de Galileo”, de Dava Sobel).

Poco tiempo después se produce un acontecimiento favorable: El cardenal Barberini, amigo de Galileo y con fama de hombre tolerante e ilustrado, accede al solio papal, y Galileo aprovecha las circunstancias para continuar sus estudios.

“EN EL DECENIO SIGUIENTE, LAS TEORÍAS DE GALILEI SE DIFUNDEN EN EL PUEBLO. PANFLETISTAS Y CANTORES DE BALADAS RECOGEN LAS NUEVAS IDEAS POR TODOS LADOS. EN EL CARNAVAL DE 1632, MUCHAS CIUDADES ELIGEN A LA ASTRONOMÍA COMO MOTIVO PARA LAS COMPARSAS DE SUS GREMIOS.”

Como dice EL INQUISIDOR, “El triturador de la Biblia”, “El miserable sabe bien lo que hace cuando publica sus trabajos de astronomía en el idioma de las pescaderas y de los comerciantes de lana y no en latín.”

“Uno se podría preguntar: ¿por qué tanto interés repentino en una ciencia tan apartada como es la astronomía? ¿No es indiferente acaso cómo giran esas esferas? Pero en toda Italia no hay ninguno, hasta el último palafrenero, que no hable —por el mal ejemplo dado por ese florentino— de las fases de Venus, y al mismo tiempo no deje de pensar en tantas de esas cosas que se les señalan como indiscutibles en escuelas y otros lugares y que tan incómodas son. ¿Qué pasaría si todos esos débiles a la carne e inclinados a cualquier exceso creyesen sólo en la propia razón que ese loco define como la única instancia?”

Luego pasó lo que tenía que pasar:

“1633: EL FAMOSO INVESTIGADOR RECIBE ORDEN DE LA INQUISICIÓN DE TRASLADARSE A ROMA.”

UN ALTO FUNCIONARIO (baja la escalera). —Señor Galilei, tengo la misión de llevar a su conocimiento que la corte florentina no está más en condiciones de oponerse al deseo de la Santa Inquisición de interrogarlo, en Roma. El coche de la Santa Inquisición lo espera, señor Galilei.”

El papa se opone en todo lo que puede oponerse a que su amigo sea sometido a los rigores del tratamiento inquisitorial para que se desdiga de sus disparatadas, absurdas y herejes teorías.

EL PAPA. —Lo máximo es mostrarle los instrumentos (es decir los pavorosos instrumentos de tortura, pcs).

EL INQUISIDOR. —Eso bastará, Vuestra Santidad. El señor Galilei entiende de instrumentos.

El resultado no se deja esperar:

La inquisición

“22 DE JUNIO DE 1633: GALILEO GALILEI REVOCA ANTE LA INQUISICIÓN SU TEORÍA DEL MOVIMIENTO DE LA TIERRA.”

UNA VOZ. —“Yo, Galileo Galilei, maestro de matemáticas y de física en Florencia, abjuro solemnemente lo que he enseñado, que el Sol es el centro del mundo y está inmóvil en su lugar, y que la Tierra no es centro y no está inmóvil. Yo abjuro, maldigo y abomino con honrado corazón y con fe no fingida todos esos errores y herejías así como también todo otro error u opinión que se opongan a la Santa Iglesia.”

“1633-1642. GALILEO GALILEI VIVE HASTA SU MUERTE EN UNA CASA DE CAMPO EN LAS CERCANÍAS DE FLORENCIA, COMO PRISIONERO DE LA INQUISICIÓN.”

GALILEI. —Por mi arrepentimiento tan profundo me he ganado el beneplácito de mis superiores en tal forma que hasta se me han permitido estudios científicos de limitada importancia bajo control del clero.

ANDREA. —En efecto, también llegó a nuestros oídos que la Iglesia está contenta con usted. Su total sumisión ha dado buenos resultados. Se asegura que las autoridades han comprobado con satisfacción que desde que usted se sometió no se ha publicado en toda Italia ninguna obra con nuevas teorías.

GALILEI (mirándolo de reojo). —Por desgracia hay países que se substraen a la vigilancia de la Iglesia. Me temo que las teorías condenadas puedan seguir siendo estudiadas allá.

ANDREA. —También allá tuvo lugar un retroceso

GALILEI. —He terminado los “Discorsi”.

ANDREA. —¿”Los Discursos en torno a dos nuevas ciencias: mecánica y leyes de gravitación”? ¿Aquí?

GALILEI. —Oh, sí, me dan papel y pluma. Mis superiores no son tontos. Ellos saben que los vicios arraigados no se pueden quitar de hoy a mañana. Me protegen de consecuencias desagradables guardando página por página.

ANDREA. —¡Dios mío!

GALILEI. —¿Decías algo?

ANDREA. —¡Lo hacen arar en el mar! Le dan pluma y papel para que se tranquilice. ¿Cómo pudo escribir teniendo sus escritos ese destino?

GALILEI. —Oh, yo soy un esclavo de mis costumbres.

ANDREA. —¡Los “Discorsi” en manos de esos! ¡Y Amsterdam, Londres y Praga se mueren de sed por ellos!

La tierra seguirá moviéndose y, sin embargo, el Galileo de Brecht se siente mal consigo mismo. El discurso de Galileo al final de la obra de Brecht pone el acento sobre la responsabilidad del científico, que el Galileo de Brecht considera haber traicionado…Concretamente Bertolt Brecht se propuso establecer la responsabilidad o irresponsabilidad de científicos como los que se prestaron a la fabricación de la bomba atómica.

El Galileo de Brecht (o la última de las tres versiones) ha sido justamente calificado como una “obra antiatómica.”

Mi docto y tolemaico amigo Avelinus se revolcará al leer esto de indignación  en su catre.