Un grupo de funcionarios de alto nivel, miembros del Comité Político, ha colocado al gobernante Partido de la Liberación Dominicana (PLD) al borde del precipicio al tirar por el despeñadero su histórica condición de árbitro justo y reflexivo reservado para situaciones difíciles, al atizar una reforma habilitante del Presidente en una coyuntura político-social interna y externa cada vez más adversa. Y de paso ha puesto en juego la joya más preciada del gobierno presidido por Danilo Medina: la imagen.

Aunque en una nota de voz viralizada en las redes y medios convencionales, el vocero de la Presidencia y director de la DICOM, Roberto Rodríguez Marchena, ha calificado de chantajista, degenerado e insolente al presidente del partido y expresidente de la República, Leonel Fernández y seguidores, porque se han opuesto a tal pretensión y han advertido sobre las consecuencias nefastas   para la organización fundada por Juan Bosch en 1973, los argumentos oficialistas para hacer ahora una incisión a la Carta Magna han resultado poco convincentes e insostenibles en tanto no implican la reforma. Se basan en la obra de gobierno, en la buena valoración del mandatario, su “derecho” a competir y el dominio que tienen en los organismos superiores del PLD y en el Congreso.

Tras la crítica reunión de 2015 en la comunidad turística Juan Dolio, al Este de la Capital, y la firma el 28 de mayo de 2015 de un acuerdo de 15 puntos para saldar la grave crisis interna provocada por aprestos reeleccionistas, el mismo CP firmante ordenó a los legisladores morados impulsar una reforma constitucional que habilitara al presidente Medina con la condición de no reelegirse jamás. Así quedó establecido en la disposición transitoria vigésima aprobada por la Asamblea Revisora:

“En el caso de que el Presidente de la República correspondiente al período constitucional 2012-2016 sea candidato al mismo cargo para el período constitucional 2016-2020, no podrá presentarse para el siguiente período ni a ningún otro período, así como tampoco a la Vicepresidencia de la República”.

http://www.7dias.com.do/portada/2018/03/11/i240997_que-dice-constitucion-sobre-reeleccion-del-presidente-danilo-medina.html#.XS8_vvJKjIU.

Medina se postuló por primera vez en 2000, pero perdió las elecciones frente al perredeista, ahora perremeista, Hipólito Medina. Ganó en 2012 y, tras una reforma habilitante en 2015, repitió la victoria para el cuatrienio 2016-2020. En su discurso público de agradecimiento resaltó el gran respaldo que recibió del presidente Fernández, quien, pese a estar habilitado, había retirado su candidatura e integrado su corriente a la campaña.

A menos de un año para las elecciones, el acuerdo de caballeros que aquella vez salvó del colapso al PLD, no aparece en la agenda actual de los prominentes integrantes del CP; el Congreso hierve con el tema de la habilitación; la imagen del Gobierno se devalúa, sus buenas obras pasan inadvertidas porque el foco de las corrientes de opinión, obligado por la coyuntura, solo alumbra las debilidades; mientras, el  partido se devalúa a velocidad de crucero.     

https://pld.org.do/documento/acuerdo-firmado-por-todos-los-miembros-del-cp-del-pld-el-28-de-mayo-2015/.

Tal vez el exceso de poder impida ver que, para ganar las elecciones del 17 de mayo, son insuficientes los todopoderosos CP, CC y el Congreso. Menos ahora, con casi dos décadas de ejercicio gubernamental en las costillas; con una América Latina y el Caribe en creciente tensión política, económica y social y un imperio accionando sin cesar por sus intereses geopolíticos; una oposición local en ebullición, apostando a la división de los oficialistas a quienes –ha requeté-advertido ya–  encarcelará “por corruptos”, si alcanza la silla de Palacio…

Y pese a ésto, se levanta una apuesta a la pérdida de credibilidad mediante la petulancia, el abuso de poder, el resentimiento, el odio, la represión de la palabra empeñada y un discurso de autosuficiencia y ninguneo a los demás.

El presidente Medina no debería montarse sobre esa turbulencia. No lo necesita, ni le convendría. Sería el primero en caer ante esa fuerza huracanada. La realidad lo manda a ser ente de equilibrio y de unidad, aunque lo habiliten en un ejercicio legislativo que ya es visto como inoportuno e irregular.

Hay otros precandidatos en su partido, y ninguno representa peligro para su futuro político; pero, según dicta la realidad, solo uno tiene probabilidades de salir airoso el próximo año: Leonel Fernández.

Y a ése él debería respaldar con pasión, aunque no sea de sus delfines. Hasta que gane, porque perdiendo LF, pierde DM. Realidad real. Cualquier orientación contraria tendría en las urnas un resultado catastrófico para el PLD, que, al parecer, es el deseo de algunos políticos millonarios.