Algunos autores se han dedicado a imaginar lo que hubiese pasado si los eventos históricos no hubieran sido como fueron. A este ejercicio se le llama Historia Alternativa o Ucronía. Ahora que se acerca el quincuagésimo aniversario de la Guerra de Abril, me gustaría imaginar qué sería de nosotros si sus resultados hubiesen sido distintos.

¿Qué hubiera pasado si Bosch no hubiera sido derrocado? ¿Y si los militares golpistas no hubieran invitado a los invasores gringos a mancillar por segunda vez el suelo patrio? ¿Y si los constitucionalistas hubiesen ganado la guerra patria?

Antes de enumerar las posibles consecuencias, permítanme un par de aclaraciones. Los constitucionalistas ganaron la guerra civil. En el puente Duarte, junto a ellos, el pueblo venció, con sus armas de fortuna, a los tanques, los aviones, los barcos y la infantería de los golpistas. Prueba de ello es precisamente el indignante llamado que hicieron a los americanos. Y si los americanos vencieron, fue por el enorme e injustificado despliegue de fuerzas militares. Ahora bien, los americanos y sus lacayos dominicanos vencieron militar y políticamente. Los constitucionalistas triunfaron moralmente. No ha habido ciento treinta tres días más gloriosos en nuestra historia. No ha habido en la historia reciente una revolución más hermosa. No ha existido, que yo sepa, un contragolpe dado no buscando el provecho de sus autores sino el restablecimiento de la democracia asesinada.

Si Bosch no hubiera sido derrocado, no habríamos sido gobernados por el funesto triunvirato de Donald Reid Cabral. No habría florecido el soborno, el contrabando y la corrupción generalizada entre los militares que entendían que debían ser gratificados por su participación en el golpe de estado. No se habría inaugurado la reprochable tendencia de nuestros gobiernos de hacerse de la vista gorda ante la corrupción. No se habría inaugurado la funesta tendencia a tomar prestado a diestra y a siniestra, alocadamente. La deuda pública no habría aumentado de 16 a 132 millones de dólares en apenas un año.

Si no hubiera habido triunvirato, Manolo Tavárez Justo y otros miembros del 1J4 no se habrían alzado y no habrían sido fusilados ni su líder ni muchos de sus miembros.

Si en lugar de atacar a los constitucionalistas, los golpistas hubieran respetado la Constitución y aceptado el retorno de Juan Bosch, no se habría iniciado la guerra civil ni cometido la traición de promover una nueva invasión norteamericana.

Si no hubiera habido ni guerra civil ni guerra patria, se habría evitado que, según estimaciones, murieran alrededor de cinco mil dominicanos.

Si los constitucionalistas hubieran ganado, Bosch habría regresado al poder y nuestra democracia se habría fortalecido.

Si Bosch hubiese terminado su mandato, Balaguer no habría “ganado” mientras los invasores permanecían en el país. El partido reformista no habría ocupado el poder durante doce largos años. Durante los mismos no se habrían asesinado a tantos jóvenes valiosos.

Si Balaguer no hubiese encabezado un régimen cuasi-dictatorial, Caamaño no se hubiera inmolado en la Cordillera Central y, muy probablemente, hubiese alcanzado la presidencia de la república.

Si Caamaño no hubiese regresado al país convertido en guerrillero, el PRD no se habría dividido y hoy no existiría el PLD ni sufriríamos este estado de cuasi-dictadura de partido único.

En definitiva: No habríamos pagado un tributo tan alto en vidas de dominicanos, durante el triunvirato, durante las guerras civil y patria y durante los funestos años de Balaguer. No habríamos perdido tantos líderes que, como Tavárez Justo, Caamaño, Otto Morales y Abel Amín Hasbún, hubieran llenado este lamentable vacío de líderes carismáticos e íntegros. No habríamos perdido tantos periodistas íntegros y valientes que, como Orlando Martínez y Goyito García Castro, tanta falta nos hacen ahora cuando la prensa dominicana esta casi totalmente prostituida. No habríamos perdido líderes campesinos que, como Mamá Tingó, tanta falta nos hacen ahora que el campo está moribundo. No habríamos perdido quince años, de 1963 a 1978, durante los cuales la democracia se atrofió irremediablemente. No habríamos sufrido, en 1974, unas elecciones con un solo partido, como en tiempos de Trujillo. Tampoco madrugonazos ni fallos históricos, y vincho castillo no sería ídolo de presidentes ni “sumo sacerdote de la ética y la moral”.

Nunca sabremos lo que hubiera sucedido si las cosas no hubieran pasado como lo hicieron. A mí me parece que habría pasado esto. A mí me hubiera gustado que pasara esto.

Pero el pasado no puede ser cambiado. Los franceses dicen, con mucha razón, que “ con un si se mete a París en una botella” ¡Qué lástima!

Pero nos queda aprender del pasado y evitar que se repita en el futuro ¡Qué suerte!

Ojalá que no desperdiciemos esta oportunidad.