Algunos medios de comunicación, y sus crónicas editoriales, reseñan que, no obstante las grandes naciones se cierran al contacto con el resto del mundo, sorprendentemente RD cursa amplias desescaladas “combatiendo” la COVID con rumba abierta.
De cara a la anomia (vivir de espaldas al sentido de la norma) padecida por la sociedad dominicana, la postura de dichos medios de comunicación pudiera resultar muy cierta, pero no así de cara a la cantidad de enfermos (no de infectados), y a los índices de letalidad oficiales por COVID, paradójicamente, manejados y difundidos por esos mismos canales difusores.
Por duro que suene, la falta de educación y el na’ e’ na’ que nos caracteriza, ha sumido a nuestro pueblo, de manera inconsciente, en una suerte de apuesta por la inmunidad colectiva, al menos en lo que llegan y se administran los muchos millones de vacunas adquiridas por el gobierno. ¡No hay toque de queda que aquí frene el contagio! Nos dejan salir una hora y en esa solita nos desbocamos tal cual si fueran las otras 23 horas del día, y esto no sólo en nuestros barrios pobres, sino en las bodas de abolengo, en Casa de Campo, en Punta Cana, en Cap Cana, Las Terrenas, etc., etc.
Al margen de todo lo anterior, las cifras oficiales cuentan que hasta el momento se han registrado 210,412 casos de COVID en RD, de cuyo total, lamentablemente, han fallecido 2,626 personas, lo que, reiteramos, no deja de ser muy lamentable, pero en función al índice de letalidad de la enfermedad (prácticamente el 1%) no debería ser tan alarmante, sino, más bien, alentador, y, si se quiere, digno de estudio y comparación con esas grandes naciones que teniendo tasas de positividad mucho más bajas que la nuestra (ronda el 25%), hoy se ven forzadas a cerrar sus fronteras.
Las de Canadá y Francia, son, obviamente, decisiones soberanas, pero, a mi juicio, no del todo acertadas, ya que, bajo el marco del cumplimiento de los protocolos sanitarios creados por el gobierno para el desarrollo de la actividad turística, mucho convendría a los canadienses y franceses alejarse del crudo invierno que padecen para venir a disfrutar de nuestras playas, radiante sol y privilegiado clima, con cuya terapia regresarían a casa muy felices, con niveles reducidos de estrés y ansiedad, y con un sistema inmune, a todas luces, fortalecido.
Claro está, debemos ser cuidadosos con el manejo de la desescalada, sin desaprovechar las bondades de RD como destino turístico COVID SAFE. Por lo que mientras las grandes naciones del mundo se ven obligadas a la clausura, aquí, prudentemente, podemos exclamar que nos abrimos.