Poco a poco somos más los que nos sentimos, en algún nivel, como víctimas de las injusticias que nos rodean. Para algunos es la corrupción, para otros es la debilidad de los servicios públicos, para la mayoría está el tema de la inseguridad y la violencia.
En el pasado se ha dicho hasta el hartazgo que el castigo en sí mismo, en el mejor de los casos, es parte del "paquete de ataque" de los que velan por el orden social y sueñan con una sociedad más justa. Lo mal hecho debe ser castigado y en la medida de lo posible la victima resarcida y el victimario corregido. El ideal está bastante claro, las complicaciones vienen cuando se baja al terreno del juego.
Las modificaciones introducidas al Código del Menor son como un parcho sobre un pantalón maltratado por el tiempo, el descuido y la polilla de la indiferencia. Son válidas las preocupaciones de los que levantan su voz contra la creciente participación de mozalbetes en actos reñidos con la ley. Sin embargo, lo digo con todo respeto, se equivocan cuando concluyen que con el simple hecho de meterlos más tiempo en prisión se suprimen, como por acto de magia, los facilitadores del fenómeno criminal.
Pero, olvidemos por un momento la variable del tiempo y su incidencia sobre la corrección de conductas: ¿Pensaron los legisladores en el dinero? El aumento de las penas pura y simple implicará más gente presa por más tiempo en lugares donde ahora mismo ya falta el espacio y los recursos con todas sus implicaciones. Algunos dirán que los cuartos aparecen y probablemente tienen razón. Pero entonces cabe la pregunta de por qué no empezamos por financiar mejores condiciones para los miles de niños, todavía no delincuentes, que ahora mismo están en condición vulnerable. Los de las esquinas, los de los barrios, los que no van o van en malas condiciones a nuestras escuelas públicas etc. O, ¿por qué no se toma más en serio el trabajo con los que ya están en los penales?
Me gustaría creer que el martillito del Honorable Presidente de la Cámara de Diputados es mágico pero lamentablemente no puedo. Igual, quisiera creer que la modificación al Código de Menores efectivamente resuelve algo, tal y como parecen creer algunos, pero tampoco puedo.