Inés Aizpun, en el AM de Diario Libre del jueves 7 de febrero, titulado “Roma y esas cosas…”, aprovecha que a ella (al igual que a mi), la película de Cuarón le pareció aburrida, para decir que va a ganar muchos Oscar, “a pesar de todo…” Y aprovecha su comentario para expresar un “desahogo existencial” sobre el poco espacio para disentir que va dejando este mundo de lo “políticamente correcto y uniforme”. En principio, estoy de acuerdo en lo peligroso que pueden ser las restricciones a la posibilidad de expresar lo que quieras, ya que pudiera ser un camino a la censura. Ahora bien, es importante tener en cuenta que el avance en el reconocimiento de los derechos se trata precisamente de todo lo contrario, y no de que lo que se exprese sea políticamente correcto; se trata de justicia.
La libertad de pensamiento y de expresión son consustanciales a un Estado Constitucional de Derechos, pero, en nombre de esa libertad, no es posible que pretendamos afirmar como verdades inmutables nuestras “consideraciones personales”. La columna citada, para ilustrar la preocupación de la autora, utiliza unos ejemplos que apuntan en esta vía, entre otros asuntos, afirma: “…en las sociedades occidentales la mujer tiene tanta libertad y derechos como el hombre”. Esta aseveración además de peligrosa (porque al status quo le gusta encontrar asidero en personas respetadas) puede ser fácilmente desmentida.
Tomo algunas partes del informe “Las Deudas Sociales del País con las Mujeres, del Centro de Estudios del Género de Intec” 2019, para evidenciar tanto para ustedes, como para la Sra. Aizpun, que falta un gran camino por recorrer, para llegar a la certeza de su enunciado, aunque hacia ahí queremos ir:
29.7 de cada 100 mujeres mayores de 15 años, no disponen de ingresos propios, frente a 12.6 de cada 100 hombres. Se estima una tasa de participación global menor para las mujeres que en los hombres (49% frente a 76.1% respectivamente. Al 2018, estas brechas en la participación en el mercado laboral se mantienen (77.6% hombres y 50% mujeres). También se verifica una menor participación en el mercado laboral de las mujeres que viven en zona rural (40%) con relación a las de zona urbana (52.2%).
En República Dominicana se estima que las mujeres dedican 31.2 horas a la semana en promedio al trabajo no remunerado, mientras los hombres solo trabajan 9.6 horas en labores no remuneradas, una diferencia de 21.6 horas. Las mujeres dedican un promedio de 15.7 horas semanales al trabajo de cuidados, mientras que los hombres dedican 3.1.
En 2015 se estima que el 83.7% de las personas productoras a nivel nacional eran hombres, mientras que el 16.3% eran mujeres. A pesar de que, la reforma agraria de 1997 eliminó las restricciones de las mujeres para acceder a la tierra, siguen operando condicionamientos sociales, culturales y económicos que no lo viabilizan.
La tasa de mortalidad materna se mantiene muy elevada, a pesar de que el acceso a servicios de atención prenatal y parto institucional atendidos por personal capacitado sobrepasa el 95%. Se calcula la mortalidad materna para el año 2017 en 104.4 por cada 100 mil nacidos vivos. Y se registran brechas importantes en las características y calidad de los servicios de salud reproductiva. El aborto sigue estando penalizado, la RD continúa siendo uno de los pocos países del mundo donde la interrupción del embarazo no es permitida, ni siquiera para salvar la vida de la mujer o cuando el producto de la gestación sea inviable, o cuando el embarazo es resultado de una violación sexual o incesto.
Sobre la violencia y los feminicidios, favor recordar los datos del país (que no varían mucho de otros países occidentales); desde el año 2014 República Dominicana continúa en el tercer lugar de países de la región latinoamericana con mayor tasa de incidencia de los feminicidios. En 2017 en República Dominicana ocurrieron 113 feminicidios, que dejaron huérfanos de madre a 127 hijos/as, de los cuales el 82% eran menores de edad. El 46.1% de los casos, al momento de la muerte, la víctima ya se encontraba separada del victimario y el 30% de los casos el feminicida tenía historial de violencia, y 9 casos la mujer contaba una orden de protección. El 38.7% de los hombres que ejecutaron los feminicidios en 2017 se suicidaron inmediatamente después de haber cometido el hecho y el 44.3% intentó escapar de la justicia. A octubre del 2018, se habían registrados 65 homicidios de mujeres y 72 feminicidios para un total de 137, según reporta al PGR.
La cantidad de mujeres que realizan denuncias ante la justicia ha ido en aumento con los años, tanto por delito sexual como por violencia intrafamiliar y de género. La Procuraduría General de la República reporta al 2017 unas 59,391 denuncias por violencia de género e intrafamiliar (física, sicológica y verbal), y 5,808 denuncias por delitos sexuales. Llama la atención, la baja cantidad de órdenes de protección emitidas (17,148) con relación a la magnitud de las denuncias, especialmente por violencia intrafamiliar. A octubre del 2018 se habían recibido 59,726 denuncias de violencia de género e intrafamiliar (111,141 por violencia de género, y 48,585 por violencia intrafamiliar) y 5,320 por delitos sexuales.
Hoy no hablemos de la participación de las mujeres en los organismos de toma de decisiones, que no es un secreto lo baja que se mantiene. Para muestra recordar lo siguiente, la junta monetaria, donde se toman las principales decisiones de índole económica, organismo compuesto por 10 integrantes, solo la secretaria es mujer. De 22 Ministerios, solo hay 3 ministras (Mujer, Juventud y Educación Superior); en la Cámara de Diputados las mujeres ocupan el 28.1% de los escaños al 2016, mientras en el Senado, apenas hay 3 senadoras de 32 puestos. Situación similar se observa en el poder Local, donde solo se ha podido lograr la cuota a nivel de regidurías (34.1%), y las alcaldías, apenas el 12.1% son gerenciadas por mujeres.
Siempre es bueno recordar, que, si personalmente no te han discriminado, no significa que el colectivo del que formas parte no lo sea, sino que tu vida ha transcurrido desde el privilegio.
Y haréis justicia.