No basta con luchar. Es el espíritu que nos

acompaña en la lucha, el que decide la cuestión.

Es la moral la que obtiene la victoria.

Gral.- George Marshall

 

Con la conjunción que da inicio al título de esta entrega, quiero indicar un hecho grandioso de nuestra historia, que se escenificó después de otro no menos trascendental para la instauración de la República Dominicana. Tal denominación es también el título de un poema que escribiera hace ya unos 3 años este servidor, y que es el núcleo e idea principal de este apunte.

Ese hecho es la Batalla del 30 de marzo o Batalla de Santiago, que siguió a la primera batalla de gran magnitud, la del 19 de Marzo o Batalla de Azua; escenificada por los patriotas dominicanos para enfrentar a las tropas haitianas, que en su afán sempiterno por hacerse con toda la isla, atacaron con unos 30 mil hombres a la recién fundada república.

Pues bien, nunca huelga traer a la memoria de todo el pueblo, los denodados esfuerzos que llevaron a cabo nuestros adalides y forjadores de la patria, que con gran determinación, arrojo y valentía; decidieron separarse para siempre del Pueblo haitiano y lucharon sin descanso hasta obtener la libertad.

Esta significativa fecha patriótica no se celebró este pasado día 30 de Marzo, viernes santo, por coincidir con la conmemoración de una de las más solemnes, simbólicas y representativas evocaciones cristianas, la pasión y crucifixión de nuestro Señor Jesucristo. Pero siempre habrá tiempo de alabar y enaltecer a nuestros padres y héroes de la patria, que en desventaja numérica, y de equipos, hicieron al enemigo morder el polvo de la derrota, cada vez que osó a mancillar nuestra bien merecida libertad.

¡Loor a los héroes de la Batalla de Santiago!

 

Y el Treinta en Santiago…

Los diez mil invasores iracundos
que por el norte nos atacarían
bajo el mando de Pierrot partirían
y hacia Dajabón pondrían el rumbo,
creyéndose que era cena servida
echarnos de nuevo el maldito nudo.

Desde Cabo Haitiano cruzó el Masacre
aquella horda que llegó a Dajabón
sometiendo allí a la población
a su fuero, y todo tipo de ultraje,
pero en Escalante los enfrentó
Salcedo que buscaba retrasarles.

Y nueve días duró la jauría
en ponerse aledaña al corazón,
cercando por hacerle un cinturón
como se lo hace El Yaque, y no podría
circundarla como dijo el cantor,
y la Hidalga latiendo seguiría.

A la defensa, legión de valientes
comandados por el General Imbert
que en la vanguardia designó a Pelletier
esperando al enemigo de frente,
en Fuerte Libertad Archie Michel,
cañones en Dios y Patria, otros fuertes.

Atacaron en masa los malvados
a mediodía del treinta de marzo,
la artillería los hizo pedazos,
la infantería les iba acosando,
Andulleros le salían al paso
pues Fernando Valerio estaba al mando.

Una sola baja dominicana
contra setecientas quince enemigas
vieron lo que es una tropa bravía
y ya Pierrot una tregua buscaba,
hostigado a fuego y psicología
de Santiago huyeron en desbandada.