“¡Que no panda el cúnico!”.
Chapulín Colorado
Observaba el Mar Caribe desde mi atalaya buscando identificar los componentes de la crisis (y dale con la crisis) cuando de pronto caí en la cuenta de que para desterrar la superficialidad hay que pensar, o al menos intentarlo. Y el que no sabe, aprende, en especial cuando por fin todos y todas estamos obligados a conceptualizar
Ahora que tantos dogmas e instituciones están cayéndose por causas ajenas a la gravedad, no queda bien explicar todo con un “¡esto se trancó!” o con la confesión candorosa de que el no haber hecho nunca nada -en buen criollo: “no tiene cola que le pisen”- ha comenzado a ser mérito y condición de los “nuevos liderazgos”. Apelar a tales explicaciones, recordando algo que leí, es lo mismo que recomendar a los enfermos que se auto mediquen porque los servicios de salud no están funcionando bien. Así no se sale de las crisis. Con argumentos como esos sólo se evidencia que la misma no ha sido comprendida en todo su significado.
Hay que seguir los acontecimientos con mucho optimismo, máxime cuando se sabe que las crisis siempre traen algo bueno y van dejando en el pasado lo que ya definitivamente no sirve. Lo bueno, además, es que las crisis ponen en duda dichos y hechos que parecían indesmentibles, que casi se habían convertido en versículos bíblicos. ¿No se acuerdan de aquello de que en este país no caben dos PRDs? Ya casi tenemos cinco y no hay motivo para entrar en pánico: todo consiste en que no gobiernen.
Al futuro no le viene bien aspirar a la “reconstrucción”, ni del bipartidismo ni de la manifiesta vocación antidemocrática de los partidos. No pasará mucho tiempo sin que los errores tengan que ser reconocidos por quienes apostaron mal.
‘Juntarse’ para conseguir cargos de elección popular es una “táctica y una estrategia” que ya ha sido puesta en práctica por los partidos del sistema. A la luz de esa lógica se logró el éxito pues se consiguieron algunos cargos, pero hoy ya nadie se acuerda de los nombres, y menos de las obras, de quienes presos de la táctica fueron estratégicamente pasados por el aro. Si quieren repetir, no hay ninguna dificultad, pero no disfracen la intención como distinta de la mantención. Para los amantes de la dialéctica, una cita de Karel Kosic (“Dialéctica de lo concreto”): “El futuro es conocido por uno y otro pero sólo en su inmediatez. El esclavo se vuelve esclavo en la conciencia servil, en la que al principio no cabe esperanza alguna o previsión de que la esclavitud pueda tener fin: entra en su propio futuro como en la eternidad (o para la eternidad).”
Por fortuna los acontecimientos nos regalan muchas y buenas noticias respecto de la crisis que “consiste justamente en que lo viejo muere y lo nuevo no puede nacer”. Por ejemplo, alguien puede dudar que de las ocurrencias actuales del PLD, finalmente lo que va a quedar como ganancia para la democracia es el fin de muchas prácticas autoritarias amparadas por el eterno recurrir al centralismo democrático que “funcionó” mientras existía un solo jefe, pero que demostró su inutilidad cuando hay más de uno. No tengo dudas de que en el proceso necesario de democratización de los partidos este hecho tendrá un impacto mucho mayor que la ley de partidos evacuada con monseñor.
El hecho de que el “presidencialismo autoritario” haya sido puesto en entredicho es otra ganancia para la democracia. Tal vez mi optimismo sea excesivo, pero quiero creer que en adelante sea un requisito consultar a los legisladores antes de darles las “orientaciones”. También quiero pensar que de aquí para adelante dirigir no será sinónimo de mandar. (“Los partidos no son como la iglesia o el ejército”).
Es una constante en nuestra América la muletilla acerca de otras formas de hacer política y a juzgar por lo que se ve ya no tendrá cabida en la práctica política recurrir al “quirinismo” elevado poco menos que a ideología. Eso no se hace en la política moderna. Es más, ni siquiera Maquiavelo la incluyó entre las prácticas posibles cuando nos retrató la política de su tiempo. Tampoco luce pertinente llamar en auxilio al “lulismo”. Mucho mejor que sean jueces independientes quienes determinen la existencia de delitos, si los hubo. Ojalá los jueces sean nacionales, pues parece que esta vez más allá de las fronteras hay fiscales con vocación de tales.
En la antesala de un sistema de partidos fragmentado, (lo que no reviste ninguna peligrosidad) recurrir al “quirinismo” o al “lulismo” para substituir a las ideas y a las conductas democráticas puede conducir a un sistema con una fuerte polarización y eso sí que es preocupante.
Ese peligro existe sobre todo porque la resolución de la crisis, el camino del nacimiento de lo nuevo, está todavía en la cancha de quienes han descubierto que no dirigen pero quieren dominar, sin ocultarlo ni por pudor democrático.
Otra enseñanza que no se debe olvidar es que la Ornitología no conviene ni como ciencia auxiliar de la Ciencia Política ni como explicación de hechos políticos. Contrario a la explicación ornitológica, los cuervos en política se crían mediante acuerdos, complicidades, enemigos comunes –imaginarios o no-, permitiendo el fraude o ignorándolo. Los animales siempre esperan el momento del ataque definitivo y de impedir compartir la presa. Eso que vale para las bestias, no puede ser asimilado a la política, una de las más nobles actividades humanas donde lo propio de la profundización de la democracia debe ser la colaboración, el respeto, el servicio, especialmente a los pobres y la cercanía a la humanidad. Nunca, nunca, puede la política tener entre sus quehaceres cuidarse los ojos. Cuando se ha llegado a ese extremo, es obvio que se equivocó el que tiene que cuidárselos y el que intenta sacárselos.
Lo sucedido me ha hecho recordar una sentencia que muchas veces me repitió un viejo revolucionario argentino: “Che Flaco, los errores en política se pagan siempre y se pagan caro”. También me ha llevado a revisar algunas de las cosas que he venido escribiendo, como las líneas con las que terminé mi artículo del 22 de enero del 2014 que repito hoy porque tienen aún más vigencia que entonces: “Lo que viene no debe sorprender a nadie, la superación de la crisis debe ser encaminada a que se dé en el marco de la competencia electoral (confieso mi “optimismo histórico”) y con la aparición en el escenario principal de las “elites democráticas”: las políticas, las intelectuales, las empresariales, las sociales…”
Alea jacta est.