El cine es una de las pocas artes que escapan la taciturna censura que se prevé en estos lugares olvidados donde solo llegan los rastrojos o los ecos del mundo civilizado. Y no se habla aquí de simples librerías para “intelectuales” donde solo llegan los textos aprobados por alguna institución religiosa. En estos casos hay que hablar de sistemas de censura que dominan fuentes de datos vertiginosamente mayores en las que se permite porno para todos los gustos pero donde la única verdad la guarda Wikipedia.
Olvidándonos del hedonismo característico de aquel conocido filósofo danés que sostiene que “a veces hay que podrirse para llegar a la sensación de madurez” (“Subjektive Nydelse”, 1989), podemos decir que la censura es necesaria. Una muestra de esta necesidad la tenemos en piezas tan maduras como Womb que malversan los cimientos de lo racional.
La sinopsis nos dice; “Womb es un drama futurista” y podríamos pensar que tiene relación con la saga de nuestro querido Asimov y de la adaptación al cine de algunas de sus obras (Yo, Robot 2004 y El hombre bicentenario 1999) pero francamente estas adaptaciones son torpes niñadas y muy alejadas se mantienen de nuestra obra en cuestión.
Apreciaremos la dulce atemporalidad por nuestra costumbre casi barroca en el tratamiento del futuro, degustaremos quizás el delicado contraste gestual de los personajes principales. Al ver el primer tercio de la película diremos; Nabokov, Carroll. Luego una curva a lo hermanos Coen y una calma como las de Christian Andersen, todo será un espiral destructivo que nos manchará de Freud la ropa (sobre todo la interior).
Tabú pudo haber sido una buena definición para esta película pero no sería correcto si nos acatamos a la acepción y no a la etimología. Un cine-forum podría versar sobre ciertos pasajes del divino marques o el Imperio de los Sentidos o Taxidermia U Oscuro 825, pero nada constructivo saldría de ahí.
Disfrute Womb pero no la recomiendo, muy por el contrario ruego que la veden hasta que quizás nuestra moral este preparada para aguantarla.