Nuestros políticos no dejan de sorprendernos. Aunque carecen de planteamientos para seducir a los votantes, no podemos negar que algunos tienen altos niveles de creatividad para llamar la atención y levantar olas de comentarios.

Este podría ser el caso de Wilton Guerrero Dumé, PLD, senador 3 veces elegido por la provincia Peravia. Es un político profesional, exitoso, que ha ejercido y vive de la política – siendo conocido por sus declaraciones, que suelen poner en cuestionamiento la reputación de sus adversarios políticos, a los que sabe denostar, sin consecuencia, evolucionando su estilo irreverente con el mismo ritmo que la organización política a la que pertenece.

Recientemente, Guerrero Dumé declaró que al candidato por la oposición PRM, Luis Abinader “no le importa el sufrimiento del pueblo”, porque “no le corre la sangre del pueblo dominicano por las venas”. Según él, “Luis Abinader no tiene sangre dominicana, ningún dominicano tiene apellido Abinader, (…. ).

La prensa se hizo eco de estas declaraciones que remiten al racismo y a la xenofobia. Aunque es bien sabido que los padres del Sr Luis Abinader son nacidos y criados en República Dominicana, de donde son originarios también los padres de Wilton Guerrero Dumé. Este último es hijo de Manuel de Jesús Guerrero Noyer y María Dolida Dumé Peña, ambos nacidos en el país. Cada uno de los progenitores porta un apellido de origen francés, por la ortografía – Dumé y Noyer; aunque bien podrían ser apellidos de origen haitiano, si tomamos en consideración que la historia de las migraciones hacia la Rep. Dominicana no registra un flujo migratorio de emigrantes franceses significativos. Y la ocupación haitiana sí puede haber incidido demográficamente, pues duró 22 años, y el flujo migratorio haitiano  está presente desde el siglo XVIII hasta nuestros días.

Más bien, a menudo se escucha hablar de los orígenes europeos que tienen y reivindican los dominicanos: la abuela italiana, el abuelo español, un bisabuelo alemán, holandés… Pero, poco o nunca escucharemos citar un abuelo yoruba, un tatarabuelo angoleño o una abuela mandinga

Pero asumamos que los descendientes del exitoso político son de origen francés – ya que es poco frecuente que se suela destacar la afrodecendencia, de donde procede gran parte de la población local. Más bien, a menudo se escucha hablar de los orígenes europeos que tienen y reivindican los dominicanos: la abuela italiana, el abuelo español, un bisabuelo alemán, holandés… Pero, poco o nunca escucharemos citar un abuelo yoruba, un tatarabuelo angoleño o una abuela mandinga. Lo que parece indicar que todos descendemos de blancos europeos, aunque la mayoría de la población es negra y mulata. Mezclada, claro está, con españoles, libaneses, sirios, turcos, italianos, suizos, chinos, franceses, japoneses y otros grupos étnicos que han venido a residir en diversos momentos de la historia a esta  joven nación.

Decir que el Sr Abinader “no es dominicano”, es pretender que el candidato PRM no puede aspirar a ser presidente. “Porque no tiene sangre dominicana”: lo que implicaría hacer exámenes de ADN a todos los candidatos, cuando inscriben sus candidaturas para definir “si son aptos” – cierta “pureza de sangre”, argumento peligroso y triste de escuchar, que nos recuerda el genocidio judío y a las guerras que ha vivido la humanidad, por la supremacía étnica. Esto sobre todo nos evoca el sufrimiento del líder José Francisco Peña Gómez (PRD) a quien sus enemigos políticos solían recordarle sus orígenes étnicos y el “no ser dominicano”.

La limpieza étnica, la pureza de sangre a la cual aspira Guerrero Dumé al decir que Abinader “no es de sangre dominicana”, es una falta de respecto a nuestras frágiles instituciones y al Sr Abinader, que es miembro de una familia trabajadora, conocida y respetable. Antes de ser político, es un ciudadano amparado por la constitución. Esas declaraciones exigen excusas públicas al agraviado, tras aclarar y definir cuál es la sangre dominicana de la que habla Guerrero Dumé.

Las desafortunadas declaraciones de pureza de sangre, en un momento en que muchas sociedades enfrentan las consecuencias de no haber procesado apropiadamente la presencia de grupos afrodecendientes, vinculados a antiguos procesos esclavistas y colonizadores. Cuando hoy se habla de sociedades pluriculturales donde convergen diferentes etnias, estos propósitos deben llamarnos a reflexionar sobre la calidad del discurso político.

Es vergonzoso escuchar a un hombre, que estuvo vinculado con la lucha por la democracia en nuestro país, retroceder en sus planteamientos por atacar a un contrincante de la oposición, con semejantes argumentos. Cuando son otros los elementos que deben ser manejados en el no debate de una atípica campaña electoral, donde la práctica política deja mucho que desear. En plena crisis de pandemia, es necesario elevar el nivel y la calidad del quehacer político.