A pesar de que una vez escribí un artículo inspirado en la canción “Yo No Quiero Boda” de La Materialista y a pesar de que me gusta su ritmo bailable aunque lo considero un chin cansón, en mi vida personal, ¡sí que quiero boda! Y de hecho la voy a tener muy pronto…
…y la palabra “pronto” es de veras crucial en el contexto de los dramas nupciales. Solo alguien que nunca haya preparado una boda, o mejor dicho su propia boda, no lo entendería. Y dicho drama se complica aún más cuando se organiza todo desde un rincón opuesto del planeta, vía la magia de la tecnología, sentado en una silla medio cómoda y medio masticada por los gatos, como yo en mi apartamento caribeño. Sip…
Podemos dar por cierto una cosa: es dudoso que exista alguna mujer en el mundo que se sienta bien casándose en sudadores en McDonalds. PERO habiendo dicho esto, admito que pertenezco a este grupo diminuto (asumo casualmente) de mujeres que no se emocionan demasiado por los vestidos, flores, velos, decoraciones y otras chucherías de la boda. Incluso nunca había entendido que podría ser tan difícil de organizar este evento y que se prolongara por tantos meses. Bromeaba que me bastarían 2 semanas y ya, todo listo.
Pues… no.
Entonces, todas las cosas que pueden salir mal con la boda, podrían pasar en momentos:
Cuando trabajando en la lista de invitados sufres con todas las negociaciones entre tu madre y tú, sobre la posibilidad de tener que invitar a todas las tías locas a esta acogedora e íntima boda, con la cual soñabas tanto.
Cuando todos los vestidos que has buscado en Internet y en las revistas, obviamente pasando horas en el proceso, resultan tener un aspecto completamente diferente en las fotos que cuando te los pones. Y ahora tienes que reconsiderar todos los cortes que pensabas que eran o no eran para ti.
Cuando finalmente mandaste a hacer un vestido a la medida y se ve hermoso antes de que intentes sentarte mientras lo llevas puesto.
Cuando finalmente conseguiste tener un vestido hecho a la medida y se ve hermoso cuando estas sentada, pero lo que te aterra es la posibilidad de que sea demasiado flojo cuando estés de pie. Y evidentemente el vestido va sin tirantes, ya que así “será más chic…”
Cuando la gente del hotel resulta tener un fuerte problema de ego y cacodurismo en relación a sus menús de boda, lo que les provoca actuar de manera increíblemente infantil mientras que intentas negociar acerca de tu visión culinaria, hasta el punto de que tú misma tienes que actuar de manera infantil enviándoles a tus padres para que les griten.
Cuando todo lo que encuentras en Internet sobre bodas es tan extraordinariamente lindo/extravagantemente chic/impresionantemente bello que: lo quieres todo/olvidas todo lo que anteriormente querías/no sabes qué quieres en lo absoluto, ya que te das cuenta de
que es la única oportunidad en la vida para expresar tu princesa de Disney interior.
Cuando tratas de convencer a la gente de la comida de que tu novio no come frutas. Sí, increiblemente la cocina polaca tiene mucho interés en las frutas como el foco universal de los postres. Esto debe ser tan sorprendente para ustedes, los dominicanos, los fans más grandes que he visto en mi vida del azúcar, el chocolate y las cremas.
Cuando intentas averiguar qué documentos necesita tu novio extranjero para que se casen ante la ley y resultado de dicha búsqueda descubres que las oficinas polacas se han quedado todavía en la época del comunismo en cuanto a la calidad de su servicio al
cliente y su accesibilidad a la información.
Cuando te das cuenta que habías olvidado confirmar el equipo de cámara y pagarles el anticipo y como resultado tienes una crisis nerviosa pensando que seguramente ya es demasiado tarde, que alguien más ya habrá reservado tu fecha y que tu boda tendrá que ser grabada con el celular de tus amigos pasados de tragos.
Cuando creas el playlist musical para la recepción e intentas combinar el espíritu musical latino con la poco convencional y un tanto rústica música tradicional polaca y su innata nostalgia lo bastante tristecita. Afortunadamente, tenemos licores como la receta principal para una buena diversión bodística, ¿no?
Cuando entiendes que tu brillante idea de dar a tus invitados pequeñas botellas con arena de Bahía de las Águilas, puede en realidad implicar viajar de vuelta a Europa con una maleta llena de arena. También te das cuenta de que puede que no sea legal eso y en fin te tienes que resignar y prescindir de ese fabuloso plan tuyo.
También cuando dos semanas antes de tu partida de vuelta al viejo mundo, mientras probándote tu nuevo vestido en casa, de un momento a otro tu trasero se ve como un desastre y obviamente culpas al vestido. Todo esto resulta en un total ataque de pánico, más sin embargo, tienes tanta disciplina que te sientas y lo anotas tranquilamente en el presente artículo.
Ahí, creo que he llegado al máximo de todas las hipotéticas fallas de la boda. ¿Verdadero o falso? Ahora, siéntanse libres para estresarme más con sus pronósticos dramáticos acerca de este tema, abajo, en los comentarios 🙂