Hay un refrán que dice: “no hay peor ciego que el que no quiere ver”, y el mismo viene a colación en razón a que desde hace varios días se están haciendo piquetes en el área de Wall Street con el objetivo de ocupar esta zona financiera de la ciudad de Nueva York para hacerles ver a las autoridades que el sector financiero es el culpable de los males del pueblo estadounidense.
De acuerdo a los manifestantes, resulta y viene al caso que los servicios financieros son los culpables de todos los males: ejecuciones hipotecarias, pérdidas de empleos, desigualdad social, déficit presupuestario. Me sorprende que no añadieran la entrada del ciclón Irene a la costa Este de los Estados Unidos.
Ahora bien, en ese grupo de personas están los que actúan por plena ignorancia y también los que lo hacen por irresponsabilidad política, ya que en ambos casos desconocen o intentan desconocer que precisamente gracias al sector financiero todo ciudadano tiene la facilidad de obtener bienes como un vehículo o una vivienda con facilidades de pagos sin que tengan que intervenir condiciones de razas, credo, nacionalidad u origen social, aunque por momento existan aquellos que sus deseos estén por encima de la realidad llamando azul a lo rojo y a la inversa, cosa que no me sorprende.
Cuando algún país urge del financiamiento de alguna obra o requiere de ajustar su presupuesto a quien se dirige es nada más que al corredor de bolsa, sin importar que los gobiernos sean europeos, norteamericanos, asiáticos, africanos o latinoamericanos, habida cuenta de que éste viene a ser su gran aliado para determinar bajo la economía de mercado una tasa de préstamo razonable, pues los bonos se cotizan en la bolsa. Pero, además, cuando se endeudan hasta más no poder, llegando en ocasiones a sobrepasar en un 100% de su PIB como es el caso de Italia, Grecia, Japón, Estados Unidos, Francia, entonces el problema es Wall Street, como hace unos meses expresara el presidente francés Nicolas Sarkozy.
Pretender desconocer que algunos ejecutivos de las finanzas deberían estar hoy tras las rejas es faltar a la verdad. Pero hay que ser justo, y admitir que los principales y mayores culpables no están enclavados en ese nervio financiero
Ese movimiento con fines de ocupar Wall Street no capta la ironía básica de la situación presente y cómo se produce. El hecho de que mientras los manifestantes intentan en vano representar al ciudadano común, estos edificios no sólo dan cabida al magnate de cuello blanco, sino que además allí laboran secretarias, oficinistas, recepcionistas, cobradores, programadores, ingenieros en redes y empleados de menor categoría como barrenderos que se ven obligados a realizar maniobras a través de la multitud airada para ganarse su sueldo y proveer el sustento de su familia.
Sin embargo, pretender desconocer que algunos ejecutivos de las finanzas deberían estar hoy tras las rejas es faltar a la verdad. Pero hay que ser justo, y admitir que los principales y mayores culpables no están enclavados en ese nervio financiero.
Fue bajo la administración de Bill Clinton, en complicidad con el Congreso, el presidente en ese entonces de la FED, Alan Greenspan, y el secretario del tesoro Larry Summers que abolieron el Glass-Steagall Act en 1999.
Esa ley que fue aprobada en el 1933 prohibía a los bancos comerciales poseer o comportarse como bancos de inversiones a fin de proteger al ahorrante, pero a la vez procuraba disminuir el riesgo asumido por los bancos. Con la abolición surgió la consolidación de estos, creando lo que conocemos hoy como “Mega Bancos”, que además de ser bancos de inversión y bancos comerciales representan un conflicto de intereses enorme.
Por otro lado tuvimos la actitud populista del gobierno de George W. Bush, de garantizar viviendas a personas de bajos recursos, respaldando agencias como FrannieMae y Freddie Mac para canalizar las hipotecas, sin importar su historial crediticio.
Incluso existen informaciones de ex reos recién salidos de las cárceles, aprobándoles préstamos hipotecarios de hasta $500,000 dólares, creando poco a poco una bola de nieve. Con este relajo estas dos instituciones llegaron a acaparar más del 40% de todos los préstamos hipotecarios. Todo esto sucedió bajo la supervisión del senador Barney Frank, miembro del Comité de Servicios Financieros del Congreso de Estados Unidos.
Es muy importante señalar que en su testimonio ante el Comité Bancario del Senado, el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, en el año 2004, advirtió que FannieMae y Freedi Mac, habían crecido tanto que se estaban convirtiendo en una amenaza para todo el sistema financiero, lo que abiertamente fue rechazado por los congresistas Barney Frank y Chuck Summer, que por el contrario exigieron más préstamos hipotecarios para personas que no cualificaban bajo el sistema tradicional de financiamientos.
No está de más añadir que el mismo Greenspan con el afán de supuestamente estimular la economía, de la misma manera que lo han estado haciendo Trichet en Europa y Bernarke en los Estados Unidos, bajó la tasa de préstamos entre bancos a niveles históricos, creando lo que se conoce como “crédito fácil”.
Esta y otras razones han sido las principales causas del colapso de todo el sector inmobiliario, expandiéndose a otros sectores de la economía. Es justo expresar que a la luz de lo anteriormente señalado se debe entender que todo ciudadano que haya asumido hipotecas y préstamos insostenibles y que hoy mantiene niveles de patrimonio negativo es también responsable de la actual crisis que estamos padeciendo.
Existe otro dato que llama poderosamente la atención, y es que uno de los principales protagonistas del crédito hipotecario fácil, Barney Frank, es de los autores de la pieza legislativa Dodd-Frank que tiene como propósito regular el sistema financiero, pero dándole de lado a las razones que condujeron al derrumbe del sector inmobiliario.
Es de vital importancia observar que ante el colapso del sistema financiero en el 2008 hubo bancos que fueron obligados a tomar el “TARP Money” con la presión de la Reserva Federal, como aquellos cuyo propósito aparentemente era rescatarlos. Esa medida se convirtió en todo un suicidio para la economía norteamericana. Esta política fue dirigida por Timothy Geithner, en ese entonces presidente de la Reserva Federal de New York, pero que hoy curiosamente es el Secretario del Tesoro.
¿Y qué decir de la situación de desempleo?
Hace unos días comentaba en una reunión familiar que uno de los principales factores en el comportamiento de la economía de un país es el discurso de sus líderes. Mientras éstos lleven un mensaje de incertidumbre a los agentes económicos, en esa misma dirección eso se reflejará en su comportamiento, como también lo es lo que los norteamericanos llaman el “classwarfare”, que no es más que la insistencia de algunos en ver todo bajo el prisma de la confrontación social, pretendiendo culpar a los demás de sus fracasos.
Además, tenemos el ingrediente que no debe pasarse por alto: el nivel de burocracia y sobre regulación que existe hoy en día. Por ejemplo, el famoso inversionista de Connecticut, Peter Schiff, que dicho sea de paso vaticinó la actual crisis la pasada década, fue multado por crear más empleos.
Este comentó: “La regulación del sector limita el número de brokers que puede tener una empresa. Si quiere contratar más, necesitas un permiso específico. No sabía que carecía de dicha autorización”, alega Shiff. “Enviaron una carta ordenándonos que no contratemos a nadie más, pero el jefe del departamento legal no me enseñó esa carta y yo seguí ofreciendo trabajo a más gente. Entonces fue cuando nos metimos en problemas: había dado empleo a 50 personas más de las permitidas” .
Pero el principal factor es la fuga de capitales. El capital siempre, siempre ira donde sea bienvenido; si usted va a una fiesta y lo reciben a palos usted nunca más se asomará por ese lugar. Es la misma situación con el capital, porque nadie invertirá su dinero en una región inundada de regulaciones e impuestos.
Es por todo lo anterior que se desprende que esos manifestantes deben profundizar más sobre el apoyo del gobierno y el congreso a FannieMae y Freedi Mac, las maniobras e imposición de la ayuda del TARP, la abolición de la pieza legislativa de Glass-Steagall, el comportamiento del Banco Central Europeo, del Banco Central Japonés y la Reserva Federal Norteamericana en los últimos 25 años. Y les aseguro que a partir de ese momento enfocarán sus fuerzas y energías en Washington, Tokio y en ciertas ciudades de Europa. Bien decía AynRan en su muy leída novela “Atlas Shrugged”, que el Estado no puede controlar la economía y dictar cada movimiento de los sectores productivos.
Justamente hace unas semanas que apareció un estudio donde se decía que Estados Unidos después de estar en el año 2000 en el tercer lugar como una de las economías más libres del mundo, sólo detrás de Hong Kong y Singapur, hoy en día se encuentra en el puesto número 10, detrás de países como Canadá, Chile, Australia y Reino Unido. No es un asunto de regulaciones o leyes, es un asunto de asumir el discurso de una economía más libre, de una economía de mercado.
Englewood, N.J.,
1 de octubre, 2011.