Vivimos un momento oscuro el 16 de febrero, incertidumbre, tristeza, frustración y rabia: las elecciones fueron suspendidas. El dolor, la indignación y la ira se convirtieron en más que emociones usualmente tildadas de negativas, se convirtieron en una hoja de ruta hacia el futuro para obtener verdad, justicia, reparación y no repetición.
Cada quien puso de su parte, en sus pequeños espacios, con sus herramientas, en sus redes y para dejar constancia de lo que se avecina y de lo que nos llevó hasta el límite. Para reaccionar, se manifestaron, hablaron, escribieron, cantaron o callaron, haciendo lo que se pudo, pero, siempre colaborando. Todo esto nos llevó, entre otras cosas, a las elecciones extraordinarias el 15 de marzo.
El 15M probablemente sea un día más, pero, ya tiene su historia y escribirá otra página en ella este domingo. Usualmente nos perdemos en el día a día, en las distintas rutinas, en nuestros planes. Pero, el domingo las elecciones será un ejemplo de que los números importan y que cada uno, sin saberlo, se juega la democracia que es de todos y a la vez de nadie.
Si hay un acto individual tan impactante para uno mismo y a la vez para los demás, debe ser el voto. El voto engrandece el espíritu democrático cuando las cosas salen a nuestro favor, pero, nos hace en humildes en la derrota. El punto es que votar tiene más consecuencias que no votar, porque mientras exista la posibilidad siempre tendremos una nueva oportunidad de inclinar la balanza, las veces que sean necesaria.
El voto tiene un poder especial; quizás no lo veamos o pequemos de ingenuos, pero, está allí. Se trata de tener la opción y saber que puede ejercer esa opción. Pocas cosas te visten de responsabilidad y libertad como tener opciones, sobre todo si la opción es el derecho al voto.
Saber que tengo esa opción me dice que cuando voto no solo velo por mi porvenir, a la vez estoy protegiendo a otros. Cuando defiendo mi opción al voto, termino defendiendo mi libertad y la del otro. Por ello que el voto nos coloca en igualdad de condiciones, a pesar de nuestras historias personales o maletas que cargamos.
Votar es reafirmar mi autonomía y existencia, es decirle al poder que estoy aquí, que estamos aquí, que disputamos la democracia y que esta no se queda solo en la habitación de las élites partidarias. Por ello, hoy, más que nunca, a votar…..las veces que sean necesarias.