Yo voto mil veces por Ramfis porque es un hombre fuerte y es lo que necesitamos, alguien que acabe con la vagabundería y saque a todos los haitianos”,  dijo alguien al ser entrevistado en un programa de televisión donde el nieto del ex dictador dominicano ganó abrumadoramente la encuesta.

Igualmente, en una de las entregas del reconocido programa El Show del Medio Día el controversial aspirante ganó con un 55% de llamadas favorables, de las cuales, muchas de ellas, expresaban que su decisión era movida por la necesidad de un sistema de fuerza que garantice la seguridad ciudadana y el paro a la corrupción.

Naturalmente, ambas encuestas carecen de carácter científico y no fueron hechas observando los protocolos que para tales fines deben respetarse, sin embargo, es evidente que para algunos dominicanos la democracia es inservible y una vuelta al pasado es recomendable. Lo que sucede al respecto es una cuestión de decepción, pues el pueblo no ha visto sus problemas primordiales resueltos en el sistema democrático sobrevenido tras la muerte de Trujillo.

No debemos jamás justificar la dictadura, mucho menos desear una vuelta al pasado, pero lo cierto es que muchos problemas sociales habidos en la dictadura siguen siendo un problema en la democracia, y lo que es peor, algunos problemas que existen en la democracia eran impensables durante la dictadura. Señalada realidad es sabida consciente o inconscientemente por la gente, por lo que algunos prefieren olvidar lo que ha costado el sistema democrático prefiriendo la vuelta a un gobierno de fuerza.

Ramfis Trujillo, nieto del ex dictador, es la personificación de lo que pudiéramos llamar Neotrujillismo, y no se debe jamás, por decepción u apatía, anhelar una vuelta atrás, donde los derechos más elementales de las personas no eran obviados de manera indirecta, sino cercenados directamente cuando no se era afecto al gobierno.