En nuestra experiencia, el tiempo corresponde siempre al río de Heráclito, siempre seguimos con esa antigua parábola. Es como si se hubiera adelantado en tantos siglos. Somos siempre Heráclito viéndose reflejado en el río, y pensando que el río no es el río por que ha cambiado las aguas, y pensando que él no es Heráclito porque él ha sido otras personas entre la última vez que vio el río y esta. Es decir, somos algo cambiante y algo permanente (…) ¿Qué sería cada uno de nosotros sin su memoria? Es una memoria que en buena parte está hecha de ruido pero que es esencial.  (Jorge Luis Borges). 

Para leer, pensar, revisar notas y dialogar conmigo mismo; para seguir dialogando con el otro, se necesita de tiempo. El cerebro no está preparado para seguir al mismo tiempo la aceleración y la velocidad, aunque sí para analizar sus resultados y poder visualizar acontecimientos simultáneos.

Como profesor investigador de la UASD, voy a la caza de una filosofía cibernética innovadora, lo cual requiere para su construcción, tiempo y esfuerzo, aparte de que me esperan en 2020 la continuación de los diálogos filosóficos y la publicación de un libro sobre “los dominicanos enredados en las redes sociales”.

Los sujetos cibernéticos que comprenden el cibermundo han de saber que de vez en cuando disminuir o regularizar la velocidad no solo es un problema filosófico, sino también de salud.

Vivimos un mundo cibernético, perplejo que se manifiesta en sus diversas relaciones de redes de poder y en el ámbito de la especificidad social: transido, transido transitorio y hipertransido, los cuales necesitan ser estudiados en lo real y lo virtual.  Solo basta ver el panorama latinoamericano: Chile, Bolivia, Argentina, entre otros países, todo a la velocidad de lo virtual, de la información y desinformación, de la verdad y posverdad, de la experiencia y pos experiencia de la política y la ciberpolítica.

Meditar, indagar en el tiempo, en el 2020, en esas dos décadas del siglo XXI, no significa un simple cambio de fecha en el calendario, es comprender que se respira aire de velocidad, de trayectos que nos pueden sacar de órbita en cuanto reflexión y sabiduría. Por lo que se requiere metaconocimiento, conocer lo que se conoce, pero para eso se requiere tiempo y paciencia.   

El ir por el campo de la sabiduría que te otorga la vida solo se adquiere desbrozando la obsolescencia de lo que una vez fue y no será, donde los años de lecturas, de reflexión nos van diciendo que ya muchos conocimientos adquiridos con el tiempo no sirven para nada, por lo que no hay que aferrarse a estos.

La sabiduría es conocimiento, crítica teórica y años de vida, que con el tiempo se acumula en experiencia y saber reflexivo e innovador. Será en el 2020, que regresaré, gracias a Fausto Rosario y a mis lectores.