Escribe Homero que el dios griego Apolo estaba interesado en Casandra, una mortal, al punto de ofrecerle como regalo lo que ella quisiera, así fuese un reino. Ella, que no estaba interesada en él, le pidió algo que le interesaba de verdad, pero que ella creía que él no podría darle: conocer el futuro, tener el don de la profecía. No se habló más, como él era un dios, pudo complacerla. Al ella continuar rechazándolo, como mortal despechado, él la maldijo, condenándola a que, aunque ella pudiera ver el futuro, los demás no la creyeran, algo especialmente trágico cuando ella veía desastres que se avecinaban y no podía hacer nada para prevenirlos.

Hoy día, algunos mortales corren similar suerte.  Cuando la OMS anunció en marzo de 2018 una serie de medidas para responder a pandemias respiratorias, pocas personas le hicieron caso y algunas llegaron a tomárselo a chiste. Uno que se lo tomó en serio fue Bill Gates, quien, con poderes que asemejarían los de un dios moderno, modificó el uso de su tiempo para priorizar la atención a la filantropía. De su lado, Karl Schwab, que tenía varios años insistiendo en temas medio ambientales, lanzó la idea del gran reinicio lo que le ha valido miradas suspicaces desde todos los espectros políticos.

Pero no hay que ser fundador de Microsoft ni fundador del Foro de Davos para prepararse para el advenimiento de una próxima pandemia, cuya probabilidad ya ha sido anunciada nuevamente por la OMS.  Desde cualquier instancia se puede usar el conocimiento adquirido por estos doce meses de confinamiento para estar más fuertes ante esta eventualidad.

Lo primero es hacer acopio de lo que nos funcionó bien y tratar de hacerlo más eficiente. En República Dominicana, un legado de este ejercicio colectivo ha sido el obtener información fidedigna sobre ubicación de personas.  Soy lo suficientemente vieja para haber participado en iniciativas de actualización de datos de contacto con el público y ningún motivador de estas campañas ha sido tan poderoso como el requerimiento de estar disponible digitalmente para prácticamente todo.  Naturalmente, esta misma disponibilidad y ubicuidad de la información sobre las personas implica la necesidad de tomar medidas personales e institucionales para que haya respeto a la individualidad, intimidad y ´privacidad.

Otro elemento que funcionó bien para este y otros países fue la participación de capitales privados en la solución a problemas públicos. El ejemplo más vistoso fue la donación de un millón de dólares que hiciera la cantante Dolly Parton para apoyar la investigación sobre las vacunas, pero también a escala local, vimos ejemplos de producción orientada hacia la fabricación de mascarillas en un momento o de apoyo monetario a programas de vacunación. Para futuras pandemias podremos contar con más ayudas de las que sospechábamos que teníamos en diciembre de 2019.

Para organizar la producción se ha visto que todas las industrias, desde el mundo agrícola hasta el de las ideas se hará necesario por siempre tener mecanismos de continuidad de funcionamiento con distancia física o más aún, integrar de manera definitiva la prevención de riesgos.

Por último, la inversión en tecnología blanda, en capacidad de gestión y, más allá, en el diseño de mecanismos que promuevan un comportamiento ético se presenta como una necesidad tan ineludible como la propia atención a la salud. Las pérdidas más lamentables de todo este proceso han sido las causadas por acciones humanas. Que el virus destruya los pulmones de millones de personas es menos doloroso que ver a otras personas poniendo a riesgo a los demás o actuando para sacar beneficios de la desgracia ajena.