En vez de ir pa lante, en desenfreno contradictorio, por opulento, arrogante, derrochador y despilfarrante (además de corrupto), pensemos en detenernos y reflexionar cobre lo andado y regresemos a las experiencias del pasado no muy remoto.
No hay prisas, regresemos a los molinos de viento y démosle así un descanso al combustible agiotista que nos acogota.
No hay que ir tan lejos como cuando en el siglo III los romanos ya tenían un sistema de bielas y manivelas como mecanismo para mover las aspas enfrentadas al viento y agenciarse así por lo menos agua…
Los más antiguos, que fueron griegos, eran para (como su nombre lo indica) moler granos, en estos casos, más que nada trigo.
Pero luego esa tecnología rudimentaria fue adaptada para mover, ya no moler, y empezaron moviendo aguas…
Cuando de niño los veía por toda la campiña de mi región ubérrima, ese Cibao que lega herencias culturales enriquecedoramente identificadoras de una cultura que se está perdiendo, no imaginaba que ahora, dada la ignorancia estudiada sesudamente por los esquiladores de siempre, íbamos a tener que pensar en regresar a los molinos de vientos.
Aquellos artefactos, inmortalizados por las quijotadas de Don Miguel, con menos vestimentas que los cantados por esa historia manchega de ilusiones, espejismos y metáforas; realmente esqueléticos, famélicos, esenciales y transparentes, no solo extraían agua de los pozos profundos, limpia y sin contaminar, sino que además, a base de bobinas electrostáticas, generaban una endeble energía que iluminaba noches de espantosa oscuridad cuando el miedo tenía apellido de satrapía permanente (aún gravitando complacientemente en nuestra ofuscada sociedad).
Miedo y carencia perduran. Ni nos atrevemos a enfrentar a los corruptos ni a los remantes del trujillismo, ni intentamos resolver la genuflexa actitud que nos mantiene postrados al margen del desarrollo sin poder generar energía. Nos vendieron, falacia incluida, que en meses resolvían el ancestral flagelo. Les creímos, pues 23 años de teorizaciones desde la oposición producen muchos doctorados (1973-1996). Pero no que va, eran "intelectuales" de las diásporas, de ascendencias izquierdistas, la peor crápula, muy leída, multi lingüística, obsesa de los textos y texturizada de carencias tantas como que agua y luz nunca tuvieron por lo que se dedicaron al asalto del erario por esas vías; transcurrido el tiempo no tenemos ni agua ni luz aunque sí (pero cerrado) un premonitorio Teatro Agua y Luz…
En consecuencia el drama inacabado de la vergüenza ajena, que se dilapida en descomunales periplos mientras se gastan absurdas sumas en obras intrascendentes (como estacionamientos soterrados o edificios para lo mismo), termina en sainete operático de mala estofa, susceptible de encausamientos judiciales, pero seguimos sin agua y sin luz. Ya no importa cuál es la alcurnia del asaltante de turno.
El contubernio mantiene a oscuras y sin bañarse a media humanidad local. Y no es verdad que Ahmadinejad nos va a donar una planta nuclear… Gaddafi menos. Entonces dejemos las ingenuidades y volvamos a los molinos de vientos.
Agua y luz tendremos por lo menos, si no es que un encubierto (probablemente inmune por impunidad parlamentaria) no se quiera alzar con el santo y la limosna como dicen que lo han hecho todos desde que se "subieron al palo".