Un recorrido por la Zona Colonial se convierte irremediablemente en un referente de historias para contar con el presente y futuro de cualquier citadino. La estrechez de sus calles narra literalmente su vínculo con la comunidad artística nacional. De grandes maestros ya hemos hablado; unos que llegaron y otros que influenciados por la riqueza y el conocimiento importado, complementaron los matices de lo que hoy es una muy particular “República del Color”.

En ese perímetro vive hace ya 40 años el Colegio Dominicano de Artistas Plásticos  (CODAP), gremio que agrupa y desagrupa a los artistas, reafirmando esa fibra antagónica que germina en las asociaciones, partidos y cual invento se le ocurra a quienes tengan la intención de hermanar un interés común.

Para muchos actores del sector, el CODAP no se perfila como una institución incluyente ni representativa de quienes coexisten, a pesar de la dispersión de los distintos grupos, por lo que cada dos años se ve arropado por la incertidumbre respecto a su futuro inmediato. En varias ocasiones sus salones se han infectado con el virus de la frustración que padecen algunos moribundos, otras veces pandillas de fantasmas irónicamente vestidos con colores muy llamativos, lo invaden tratando de buscar una brecha para emblematizar sus acciones “filantrópicas’.

En esta última etapa, luego de despojar los rincones, se presentó una sola plancha para dirigir esta entidad. La responsabilidad por rescatar al CODAP de esta crisis institucional vuelve a recaer, por tercera vez, en el Maestro Freddy Javier, quien se apoya en un grupo de jóvenes que a su vez han estado demandando el reconocimiento generacional que les corresponde. La nueva directiva recibe como trofeo varios empleados mal pagados, una subvención de RD$20,000.00 por parte del Ministerio de Cultura y el reclamo de una auditoría a unos fondos que nadie precisa. Pero es sobre entendido que no es coherente defenderse de lo que no se te acusa formalmente.

La brillantez del momento les deja el camino abierto a este híbrido directivo. Les toca experimentar un nuevo modelo de gestión de absoluta modernización, basar esta administración en una labor de proyección que evite el personalismo y se abra a nuevas ideas colectivas para importantizar el espacio.