Quienes piensen que lo que ahora vivimos es excepcional
deben saber que las cuarentenas
existen desde los Estados venecianos del siglo XIV.
Entonces se desconocía
el periodo de incubación de las enfermedades
(y muchas otras cosas de índole científica y sanitaria),
de modo que se estableció un aislamiento arbitrario de 40 días,
un número bíblico,
en efecto, los que pasó Jesucristo
en su travesía espiritual por el desierto.
La peste era el demonio por entonces.
Las cuarentenas no solo aislaban al enfermo del sano,
también impedían el desembarco de las naves que llegaban a puerto,
y aun así la población se contagiaba misteriosamente…
Solo a finales del XIX, con el desarrollo de la bacteriología
(los virus aún eran pequeños
para ser detectados con la tecnología disponible)
el campo del conocimiento saltó de la Biblia a la ciencia.
Ana María Carrillo Farga, historiadora de la Medicina
Paralela a la «pandemia» del Covid-19, primera del mundo digital, se ha desarrollado en la base de ese “fenómeno” que son las redes sociales, lo que se ha denominado «infodemia» (una pandemia de información falsa, o, como ha dado en llamarse por su anglicismo “fake news”. De esas falsas noticias resultan las “teorías conspirativas” (aquellas pretendidas historias basadas en pruebas inexistentes o simples rumores para “demonizar” o culpabilizar a un ente –social o político- e iniciar una “ideología de odio”)
Por lo tanto, inicio con la frase de una historiadora de la medicina y profesora de la Universidad Nacional Autónoma de México, para entender la dinámica de las pandemias “pasadas” y compararlas con la actualísima del Covid-19. El artículo, que recomiendo enfáticamente, se encuentra en el siguiente enlace:
Eduardo Bravo inicia su texto ¿Verdadero o falso?: 13 teorías conspiratorias que se cree la gente, en El País: «La idea de que los poderes engañan a la ciudadanía, la mezcla entre escepticismo y credulidad y la necesidad de buscarle una segunda (o mil) lectura a la realidad son la combinación perfecta para que afloren conspiraciones en todos los campos de la vida.» Un muestrario de las creencias de los humanos que son “teorías conspirativas”:
1° “La Tierra es plana y la NASA lo niega”: una teoría basada en Samuel Birtley Rowbortham del siglo XIX basada en los textos bíblicos. No valen más comentarios.
2° “Jesús estuvo casado y tuvo hijos”: una teoría rediviva por Dan Brown en el súperventas El Código Da Vinci, llevada al cine en el 2006 luego de salir el libro en el 2003. Es una aberración a la dogmática católica y supone una polémica de carácter teológico que no se ha producido.
3° “Deep Blue de IBM tuvo ayuda para vencer a Kasparov”: el mismo campeón mundial de Ajedrez tras la derrota en 1997 por la súper computadora Deep Blue, criticó al fabricante, la otrora todopoderosa IBM, y levantó la leyenda de que le hicieron “trampa humana”. IBM destruyó a la máquina y la documentación dejando en la sombra la cuestión.
4° “El hombre no llegó a la Luna”: Esta falacia trata solo del norteamericano “astronauta”, entonces, ¿Por qué no se extiende a los “cosmonautas” ruso-soviéticos o los “taikonautas” chinos (“taiko”, cielo; nautas, viajeros) que reclaman haber llegado al espacio exterior?; pasemos al último botón:
5° “Estamos gobernados por reptilianos; en su defecto, por los illuminati”: la teoría conspirativa por excelencia, porque hasta a Barack Obama (demócrata) se le sindicó como “retiniano”, y George Bush, hijo (republicano), como “Illuminati”. Entonces, Trump (demócrata convertido en republicano) ¿sería un “alienígena?
A los interesados en las otras “teorías conspirativas”, que considero muy aleccionadoras para comprender las limitaciones de la mente humana, ver el artículo en el enlace siguiente de El País:
https://elpais.com/elpais/2019/07/15/icon/1563182296_849004.html
Pero, los humanos tenemos un portento premonitorio de la literatura universal, Julio Verne, aquel “folletinero” del siglo XIX, que escribía novelas fantásticas por capítulos, logrando presentarnos un mundo que es muy cercano a la post-moderna sociedad actual:
- armas de destrucción masiva.
- helicóptero.
- naves espaciales.
- grandes transatlánticos, muñecas parlantes.
- internet, motores de explosión.
- submarino, motores eléctricos.
- ascensor.
- medios para transportarse a 1,500 kilómetros por hora.
- el descubrimiento de las fuentes del Nilo
- la conquista de los polos
- los “Gobiernos” totalitarios.
- el viaje a la Luna
Demos un salto cualitativo, para tratar otros adelantados en sus premoniciones. Hablo de los cineastas que han pronosticado… las pandemias modernas. Son películas puestas de moda por los tiempos pandémicos que vivimos y están disponibles en los servidores de nuestros canales de “streaming”.
1° «Contagio» (2011), dirigida por Steven Soderbergh, trataba de un virus ficticio llamado MV-1, transmitido de los murciélagos a los cerdos y, de estos, a los seres humanos. Procedía, además, de China: una mujer de negocios incubaba la enfermedad en Hong Kong y la exportaba, a su pesar, hasta Estados Unidos, donde el contagio se extendía a miles de personas, lo que obligaba a cambiar de modo de vida, provocaba disturbios y agitaba hipótesis de conspiracionismo. Cualquier parecido con la realidad… Soderbergh describía ese virus como una enfermedad global, fruto de la hipermovilidad y de la interdependencia impuestas por el modelo económico, del que el director mostraba el reverso más nocivo. Insinuaba también que el virus funcionaba como un acontecimiento nivelador o igualador: lo padecían los ciudadanos anónimos, pero también las estrellas de Hollywood, que abundaban en su reparto. Una de sus protagonistas, Gwyneth Paltrow, fue una de las primeras en ponerse la mascarilla en los días más tempranos de esta crisis. “Ya he estado en esa película”, afirmó sobre esta película de catástrofes naturales, inspirada en la pandemia del H1N1 y con guion asesorado por expertos de la OMS. Su apocalipsis parece hoy plenamente reconocible.
2° «Virus» (2013) dirigida por Kim Sung-su, de muy buena factura, aunque no trata de pandemia del Covid-19.
3° «12 Monos» (1995) de Terry Gillian, con la actuación de Bruce Willis y Brad Pitt. Excelente actuación. Se sitúa en el 2035, es decir, pasado mañana.
4° «Outbreak» (1995), conocida como Estallido (en España) y Epidemia (en América Latina) dirigida por Wolfgang Petersen, con un excelente elenco: Dustin Hoffman, Rene Russo y Morgan Freeman. Narra una pandemia con un virus parecido al Ébola.
5° «I am a Legend» (2007) de Francis Lawrence con Will Smith como protagonista de esta ciencia-ficción post-apocalíptica con un virus mutante de un experimento para la cura del cáncer.
6° «93 días» (2016) dirigida por Steve Gukas, trata el caso real de la lucha contra el Ébola en Lagos, Nigeria, un conglomerado de 17 millones de habitantes en el país más poblado de África. Es la epopeya que duró esos 93 días para evitar la catástrofe en ese país.
7° «Tren a Busan» (2016) de Yeon Sang-ho, sitúa una pandemia en Corea del Sur en un tren con la amenaza de un virus.
8° «Hijo de los hombres» (2006) de un gigante director latino, Alfonso Cuarón, que trata una de epidemias más terribles, situada en el 2027: la incapacidad masculina de procrear.
…
¿Cómo un comunicador como Manuel Quiterio Cedeño, a quien me une varias décadas de amistad, escribe un artículo con el título ¿Covid-19: Conspiración o Castigo Divino?¿En pleno siglo XXI? Disponible en El Caribe en el siguiente enlace: https://www.elcaribe.com.do/2020/04/03/covid-19-conspiracion-o-castigo-divino/. Pero, Quiterio, sabe que en el fondo, “la cultura” es la mediocratización del “espíritu” humano. Por ello, le doy la razón cuando nos señala que el enfrentamiento es entre el egoísmo y la insensatez humana por no comprender el camino de la solidaridad.
Esta visión dicotómica del universo con dos entes encontrados: el bien y mal, es un remanente de la herencia babilónica que tienen las religiones abrámicas del occidente: el judaísmo, el cristianismo y el islam, que es la teoría denominada Pambabilonismo, surgida en el siglo XIX, y desmantelada en el siglo XX por el jesuita Franz Xaver Kluger. Pero, al fin y al cabo el mito resurge en la civilización moderna por el cine de vampiros y rastrea a un vampiro “primigenio” que nace desde la antigüedad babilónica. El mejor ejemplo es el Poema de Gilgamesh, de 4,000 años de antigüedad para conocer esta visión babilónica.
Por el otro lado, tenemos un pensamiento igualmente “primigenio” como es la visión de la realidad holística oriental, en oposición del dualismo dicotómico babilónico, que es simbolizado por el “ying/yang” asiático.
Imagen del Ying/Yang asiático
La imagen del Ying/Yang es un icono gráfico, que resuelve la dicotomía entre lo “positivo” y lo “negativo”, que son como polos no valorativos y que no tienen una frontera rígida sino sinuosa y en movimiento; además, donde cada ente se encuentra en el medio del otro y viceversa, representados por los dos círculos internos. Es decir, la naturaleza del universo es unitario a pesar de componerse de dos esencias contrapuestas.
El mejor ejemplo es una serie ambientada en el medioevo británico escrita para la infancia situada entre la cultura de la letra impresa -el libro- y la imagen –el cine-, como es el feudo entre «Harry Potter y el innombrable, Lord Voldermort».
Es una memorable creación de estas dos cosmovisiones contrapuestas: el dualismo dicotómico versus el holismo unitario. En un principio, existe una “humanidad” compuesta por el dominio de poderes “mentales” que se proyectan en la realidad cotidiana, los “poderes mágicos” que se obtienen por una predisposición natural que crea la casta de la “gente mágica” pero que necesitan instrucción para disciplinarlos y aplicarlos, por una parte, y por la otra, los mortales que no tienen este linaje mágico que son los “muggles” o los “sangre sucia o impura”, realzada por la figura de la “sangre sucia súper racional” Hermonie Granger. Partimos de una sociedad clasista, dividida por esta supuesta capacidad “mágica”. En otras palabras, una sociedad segmentada y jerarquizada y con una visión dualista-dicotómica de buenos y malvados.
Sin embargo, desde el inicio, cuando nos presenta el hilo conductor de la trama, se cuenta la historia de un ser “tiránico-avasallador-misógino” nacido en el mismo Colegio de Hogwarts, por uno de sus fundadores Salazar Slytherin que inició este predicamento étnico-mágico-racista que llevó a un alumno, Tom Marvolo Riddle a lograr “la eliminación de todos los muggles” y, de paso, el predominio total “per secula seculorum” y, desde entonces, enfrentarse a su “alter ego”, Harry Potter, que resulta primo lejano e hijo de Lilly y James Potter. Los siete libros y ocho películas narran la “Segunda Guerra Mágica”. Solo me detengo en un dato: la conexión Voldermort-Harry, aparte de la familiar [que no van encontrar en los textos o en las películas, pero si en el siguiente enlace: https://www.antena3.com/se-estrena/harry-potter/nostalgia-hogwarts/harry-voldemort-familia_201911135dcc05980cf2d8b68ac7147f.html] es la marca de Harry, donde le convierte en “horocrux” de Voldermort y, por lo tanto debe morir como se explica en las Reliquias de la Muerte (y resucitar por la piedra de la resurrección).
Por lo tanto, podemos con estos elementos “construir” una “conspiración a partir de la leyenda creada por J. K. Rowling de Voldermort-Harry para explicar la pandemia del Covid-19:
-
- En un principio, para la supremacía de una clase-etnia-nacionalidad-afiliados-“magos” poder eliminar a otra facción de desiguales-diferentes-distorsionados-desilusionados crea una campaña para obtener un poder total-absoluto-caprichoso para denigrar a esa población-objetivo de nuestra versión ideológica-canónica-revelación. Así construimos un ambiente de terror para los débiles-descastados-marginalizados hasta llegar a los “pogroms” espontáneos. Es la cadencia de los ultras entonces, como ahora.
- La respuesta la esperamos desde la autoridad, ya que la ciudadanía ha perdido (o le han quitado) la capacidad de acción y por eso se recurre a una entidad burocrática, en el mundo de Voldermort-Harry es el Ministerio de Magia, que termina siendo copado por las fuerzas de “quien-no-se-puede-nombrar” para convertirse en cómplice. Entonces se crea un mecanismo de “información” que distorsiona la “verdad”, tanto en el mundo “mágico” como en el “real”.
- Llegamos a un enfrentamiento final, imaginándonos un Armagedón, el choque del bien y el mal. Al final, aparentemente, gana Voldermort cuando muere Harry Potter. ¿Qué viene a cambiarlo? La resurrección y la muerte de raíz de Nagini, el sicario-guardaespaldas de Voldermort. ¿Podemos entender que las noticias falsas o “fake news” son la versión humana de esta arma secreta? Creo que si nos atenemos a la “Gaya Ciencia” nietzscheana, para saber que la derrota es con el hallazgo de la famosa vacuna. De otra forma, Nagini seguirá campante por la faz de nuestras ondas hertzianas.
Evidentemente, debemos reconocer que la mayor “teoría conspirativa” actual es la que menciona que “China creó un virus artificial en sus biolaboratorios en Wuhan, que se le escapó o que lo dirigió en la guerra bacteriológica”; o, en la otra dirección, la que alude que “Estados Unidos inició la epidemia desde su abandonado consulado en Wuhan por unos tanques y remolques vacíos encontrados supuestamente por las autoridades chinas”. Como ambas teorías no tienen suficientes pruebas, pero no podemos validar una u otra, por la falta de evidencias. Es la fe de la Ciencia y de los científicos.
Para documentarnos de las teorías “andantes” por las redes, les dejo una serie de enlaces sobre la cuestión de las teorías conspirativas. ¡Buen provecho!
https://atalayar.com/content/las-teor%C3%ADas-conspiratorias-sobre-el-origen-del-coronavirus
https://maldita.es/malditobulo/2020/03/30/teorias-conspiranoicas-para-desinformar-sobre-coronavirus/
https://www.actualidadliteratura.com/biografia-libros-dan-brown/
…
No olvidemos que el afán no terminará venciendo definitivamente al Covid-19, porque en otro ciclo volverá con otros ropajes y con otras características, por lo que nos queda redoblar los esfuerzos y aprender las lecciones para ser más prudentes y disciplinados. Y persistentes, porque tenemos epidemias que vuelven, como es la viruela, el dengue y la fiebre amarilla, entre otros… por nuestra desidia y nuestro olvido.