Volcanes y Gracia
1.
Creta tiembla – una persona muere.
En otro punto, el volcán Cumbre Vieja sigue activo.
“Lava del volcán de La Palma ya ha alcanzado casi 500 edificios y ha cubierto 212 hectáreas”.
La lava se mueve, el fuego imita el agua y se vuelve cosa cercana a un río.
La lava “sigue corriendo en dirección al mar, avanzando actualmente entre 250 y 300 metros por hora y hoy ha colapsado parte del cono del volcán.”
Algunos periódicos hablan de la “rabia” del volcán.
Otros utilizan términos técnicos.
¿Cómo traducir la rabia en datos naturales y neutros?
La rabia del volcán se mide en velocidad: “250 y 300 metros por hora de avance de la lava”.
Unidad de medida de la rabia: metros por hora.
Efectos de la rabia a 250 metros por hora: casas destruídas, terreno quemado.
2.
La velocidad de la naturaleza marcada por la palabra rabia.
La velocidad de la tecnología marcada por la palabra rabia.
La velocidad de la tecnología marcada por la palabra progreso.
Pero, a veces, claro, todo cambia.
3.
Una noticia paralela: “las redes sociales se están convirtiendo en el escenario de los “negacionistas de volcanes”, que defienden que, detrás de la erupción del Cumbre Vieja, hay mano humana.”
Los negacionistas de las mareas del mar, de las erupciones de volcanes, de que la tierra tiembla por voluntad propia.
4.
El cono principal del volcán de La Palma ha sufrido “un colapso parcial”.
Alguien dice (un técnico): “El volcán no soporta su propio peso”.
“Peso” es una palabra que remite a cantidades y ciencia; “no soportar” puede inclinarse hacia cuestiones de carga psicológica.
No hay lenguaje técnico puro; hay versos por donde los números pueden entrar.
Sin metáforas, la ciencia se quedaría muy numérica y casi muda.
“El volcán no soporta su propio peso”, dice un técnico contemporáneo.
La ciencia no soporta el peso del lenguaje neutro.
5.
Todavía la escala de Richter; en ocasiones ella describe, otras veces cabalga metáforas antiguas.
“Magnitud de entre 4 y 6: rompe cristales, provoca grietas en las paredes y desplaza muebles”. Hay también una descripción de terremotos de esta magnitud que dice lo siguiente: “derriba fotos, pinturas e imágenes de la pared”.
Un terremoto de magnitud 4 como aquello que derriba las representaciones, los dobles, las imágenes.
Como si el terremoto de Magnitud 4 susurrara: estás sólo con el cuerpo y con la realidad. No hay imágenes.
Magnitud 4; un mensaje más o menos sutil dirán los antiimagen.
Imaginar así la magnitud 4 como iconoclasta; una forma de que la tierra vuelva a lo anterior a la imagen: que nadie pinte, fotografíe o grabe; volvamos al tacto, olvidemos los ojos.
6.
Imaginar un vasto terremoto de magnitud 4, recorriendo todo el planeta -y que destruyera todas las pantallas e imágenes.
¿Qué hacer con el cuerpo? preguntarían los supervivientes.
Cosa rara en 2021; no se trata ya de grabar el toque, se trata de tocar.
7.
Un dron cruzó la semana pasada una frontera de Sudamérica, pero nada captó del otro lado.
Al otro lado había silencio total o quizá la máquina se averió.
Pero el dron sordo captó muchas imágenes.
Se habla también de maquinaria, que embarcó hacia Marte, especializada en ese acto concreto de oír. Unas máquinas salen de la tierra para ver, otras para escuchar.
Ver y oír –las máquinas quieren aquello que quiere el humano.
La única diferencia es el sentido del tacto.
La máquina no quiere tocar, quiere almacenar.
8.
De entre varias casas devastadas por la lava del volcán Cumbre Vieja, una u otra ha permanecido intacta.
¿Cómo ocurre esto? Suerte o milagro, se discute.
Estadística o divino.
9.
Estadística y excepción -toda norma existe para dejar al margen un caso raro -una casa escapó porque fue olvidada.
Divino y excepción: una casa escapó porque fue elegida para escapar.
Lo superviviente es olvidado: estadística.
Lo superviviente es elegido: religión.
10.
La casa que escapa, el humano que sobrevive.
Almada Negreiros, escritor portugués del Siglo XX, define “gracia”, ese instinto de escapar a un peso excesivo, como la “ausencia de fricción con toda la circunstancia”.
Imagino esto: el cuerpo que pasa por las circunstancias como un hábil bailarín rodeado de fuego; bailarín que no se quema, solamente se queda más caliente.
Publicado originalmente no Jornal Expresso
Traducción de Leonor López de Carrión