El temor a la muerte paraliza a mucha gente, principalmente, a quienes están entrando a la tercera edad; eso le impide vivir la vida plenamente. Hay un valor en pensar en la muerte, en cuanto a la organización legal y administrativa de la existencia social, y al comprender que en algún momento se cerrará el paréntesis que llamamos vida. En cuanto a esta, es aconsejable seguir el adagio árabe: vivir contigo mismo como si fuera el primer día de tu vida y con el espíritu en calma, como si fuera el último. Teniendo en cuenta que lo que le da significado a la existencia es la experiencia vital.

Al final, la muerte no debe concernirle tanto a uno, nos debe concernir más la vida, y vivirla en plenitud. Poner nuestro ser en la experiencia del ahora.

Y más que nada, darle cada día gracias a la vida misma por tenerla.