Si se prestara atención únicamente al paso del papel a la pantalla del ordenador sólo tendríamos una visión parcial de la virtualización contemporánea del texto y de la lectura. El ordenador como soporte de mensajes potenciales ya está integrado y casi disuelto en el ciberespacio, esa turbulenta zona de tránsito de signos vectorizados. En consecuencia, antes de abordar la desterritorialización del texto, deberemos abordar la virtualización del ordenador. (Pierre Lévy. ¿Qué es lo virtual? 1999 :34).

Para los que piensan corto (metáfora del charco), de entrada, le digo que lo virtual no sustituirá a lo real, más bien ambos (virtual y real) forman un híbrido planetario, como el mundo y el cibermundo, y seguirán permeando la conciencia de los sujetos cibernéticos y para lo que piensan extenso (metáfora del río caudaloso), va la siguiente reflexión filosófica cibernética e innovadora de lo virtual en estos tiempos cibernéticos, transido y de pandemia.

El coronavirus (Covid-19) ha puesto a una inmensa mayoría de seres humanos a pensar en lo virtual, dado que el estado de cuarentena los ha obligado  a vivir constreñidos en espacios físicos o reales (apartamentos, casas y cuarterías) y a tener que buscar soluciones a ese constreñimiento desde el ciberespacio, desde lo virtual, como alternativa para seguir moviéndose en múltiples actividades que antes de la pandemia, se pensaban como normales y cotidianas.

Hoy todo ha cambiado,  nos movemos más en lo virtual que en lo real.  Millones de seres humanos trabajan más en el cibermundo que en el mundo; profesores y estudiantes,  están viviendo el proceso de enseñanza – aprendizaje en los entornos virtuales, más  que en  los reales, los cibertrabajadores o teletrabajadores navegan por los confines del ciberespacio realizando diferentes funciones que tienen que ver con la economía del conocimiento y la sociedad del aprendizaje;  los flujos de información y transacciones en redes de mercado virtual como parte de la economía net, que se articula en múltiples transacciones comerciales y encuentros o reuniones  virtuales en el cibermundo.

Desde los diversos dispositivos digitales como tablets, teléfonos inteligentes y computadoras portátiles o de escritorio, entre otros relacionados con el internet de las cosas o cibercosas, se envuelve la virtualidad sin inmersión hasta el punto que se olvida que estos dispositivos existen como materialidad y no como virtualidad.

  En la virtualidad sin inmersión, nos quedamos navegando en la superficie del ciberespacio, en la búsqueda de información en redes sociales o en buscadores como Google o educándonos en entornos virtuales organizados en plataforma como Moodle o dialogando en aplicaciones de videollamadas y encuentros virtuales como Zoom, Skype, Hangouts, entre otras que existen y las cuales se confunden con el dominio conceptual de la educación virtual o con el mismo cibermundo.

Vivir en la virtualidad es hurgar la interacción de la participación, el aprendizaje, en debate abierto y puntual sobre una determinada temática, se aborda en lo interdisciplinar y transdisciplinar. La virtualidad como realidad o realidad virtual, gracias a la inmersión, mira hacia los cambios, al holograma, a la reestructuración de la multimedia, que nos introducirán más y más en el ciberespacio, haciéndonos vivir de manera recreativa y dándonos cierta sensación de que nos movemos en espacios reales, como si fuera una experiencia real, en la que el olor, el sonido y el gusto, se experimentan de manera natural.

Vivir la virtualidad con inmersión en la realidad nos lleva a un estado psicológico en la que el sujeto olvida el entorno real. El punto de partida, de percepción de que se está en lo real, el sujeto lo pierde cuando entra en el estado psicológico del espacio no físico, caracterizado por multimedia constituidos por varios estímulos articulados al sonido y a las imágenes interactivas.

La inmersión se da cuando uno se introduce e interactúa en los entornos del ciberespacio, que es el espacio de lo no físico y donde se vive en un mundo que  pertenece al cibermundo.  No se puede confundir con los dispositivos tecnológicos digitales y sus cableríos, estos son la estructura material, pero no su sentido organizacional, que es punto de entrada a lo virtual.

Cuando navegamos por YouTube, se puede ir más allá de lo virtual sin inmersión, ya que podemos seleccionar videos en 360º que nos envuelven en una virtualidad que pierden referente con lo real.

La virtual es producto de la cultura cibernética, y de todas simbolizaciones que brotan de esta, específicamente de la tecnología digital. Todo esto forma parte de la cibercultura, ya que no se da en el espacio cultural físico o real, sino en el ciberespacio, en lo no físico. Lo virtual entra en la dimensión del espacio de lo real, como híbrido porque como virtual pertenece al ciberespacio, pero no reductible al espacio físico (Merejo, 1999).