Tengo un tío que vive fuera de República Dominicana desde 1960, su vínculo principal con el país es mi madre, pues, aunque parezca increíble, 58 años viviendo en países diferentes no ha disminuido su hermandad y amistad. Estamos en su casa en Rochester, y les hablo de esto porque en las conversas de estos días han salido temas nodales del existir que siempre me han preocupado y mirarlo desde la perspectiva de un profesional de la medicina jubilado en los EEUU, me hace establecer paralelos:

El vivir:

Política de Cuidado:

Ejerció su profesión de médico en hospitales, nunca tuvo consultorio privado, ahora vive su época de vejez en una hermosa casa, en un residencial especialmente diseñado para personas mayores de edad. Cuando él y mi tía (su esposa) no puedan manejar la casa, todo está preparado para que puedan ir a un apartamento más pequeño, que incluye servicios de cuidado diurno de personas especializadas. Y si llega el momento en que necesitaran atención permanente, entonces se transfieren a una residencia colectiva. Todo en el mismo espacio residencial, hermosísimo, limpísimo, cuidadísimo, con un confort impresionante.

Esto es una política de cuidado para personas que ejercieron sus profesiones, y no tienen que temer envejecer o depender de hijas e hijos para tener dignidad.

Seguridad:

Viven sin verjas, no hay necesidad de encerrarse. ¿Entienden?  o sea, mi hijo salió en la noche y yo preocupada porque no tenía llave. Se rieron de mi a carcajadas, no importa la puerta siempre se queda sin seguro, no hay necesidad de ponerlo.

Eso es lo que se llama tener control del espacio público y privado. Y no tener que gestionar tu seguridad, porque la ciudad se encarga de proporcionártela.

Tranquilidad:

Si tienes todas tus necesidades materiales resueltas, podrás tener dilemas existenciales, algo podrá no ir bien con tus emociones, y esas cosas, pero tienes la facilidad de vías para resolverlo. Si te enfermas tienes acceso a servicios de salud, si no puedes valerte tienes garantía de que alguien entrenado se ocupará. Y súmele a eso, que se encargan de propiciar la construcción de comunidad, grupos de intereses que hacen actividades festivas, juegan golf, manualidades, labor social, hay una opción para cada quien, y si no quieres hacer nada de esto, también es tu derecho.

Eso, a mí me parece una buena forma de vivir tus últimos años con dignidad, seguridad, tranquilidad, cuidado, diversión, o sea en paz.

El desorden:

No he podido dejar de comparar todo con mi país. Soy profesional del derecho, ya tengo cerca de 25 años trabajando para el Estado y estoy absolutamente segura de que si me jubilara dentro de 14 años, que tendré 65, no podría tener ni la mitad de la calidad de vida de mis tíos. A menos que, en adición a mi trabajo no me gestione otras formas de producir dinero y de guardar “pan para mayo”. Y ni que decir de tener opción a este tipo de residencial para cada etapa de adulta mayor.

Por eso me parece tan terrible que en el país se ha hecho costumbre gastar el dinero público con tanta ligereza, vehículos de lujo, salarios millonarios; gastos y gastos en muchísimos casos innecesarios o abusivos, que se justifican con argumentos espurios. Hemos naturalizado la corrupción y ya no nos escandaliza, ni la de los robos, sobornos, comisiones y tráfico de influencias; ni otras  más sutiles, pero igual de dañinas (aviones privados o boletos de primera clase para viajar a representar el país, tarjetas de crédito en uso de funcionarios para pagar cuentas altísimas en restaurantes, personal de casas particulares pagados por las instituciones, policías y militares haciendo labor de seguridad en las casas de veraneo de muchísimos funcionarios), y podría seguir la lista…

Un país pobre, donde un grupo de personas vive con muchísimo lujo usufructuando dinero público, y las personas que ejercen una profesión de forma pública o privada, no pueden garantizar una vejez digna. Con una ley de seguridad social, que favorece a las AFP (propiedad de los bancos) y no a quien está afiliado. Y no estoy hablando de personas empobrecidas, sino de una clase media profesional, que trabaja, que paga impuestos, que cotiza a la seguridad social, y a pesar de eso, no puede tener garantizada una vejez digna. ¡Qué vaina tan grande!

Y yo aquí, con este pensamiento recurrente cada vez que les he visitado; me da alegría saber que están bien, pero a la vez, miro a mi madre, educadora por muchísimos años, allá en mi Imperio de Salcedonia, y si tuviese que vivir con lo que le pagan de pensión, ya estaría muerta, y… (sufro, me enojo, me indigno, todo eso y mucho más los puntos suspensivos).

La Esperanza

Un grupo de mujeres de la Tertulia Feminista Magaly Pineda, estamos formando una Cooperativa, que en sus planes se propone crear casas intergeneracionales para alojarnos cuando ya estemos viejas, y compartir el espacio con jóvenes que quieran estudiar y necesiten un lugar donde vivir. El objetivo es, hacer que estas casas se conviertan en espacios vitales, donde las socias tengamos un lugar de residencia en nuestra ancianidad y las jóvenes que decidan vivir con nosotras se aprovechen de nuestra experiencia, y nos brinden compañía; de la atención, se encargaría un personal entrenado. Tenemos mucho entusiasmo, y voluntad. Solo esperamos por el IDECOOP que ha estado dando muchas largas al visto bueno de los estatutos; pero tenemos la esperanza de que nos salga la aprobación y que podamos hacer una próspera cooperativa. Si alguien conoce a alguien en IDECOOP, por favor díganle que esperamos nos entreguen los estatutos para seguir el proceso de creación. Amen.

Como habrán notado, no quiero irme a disfrutar de seguridad y tranquilidad a otro lado del mundo, sigo pensando que es posible que lo hagamos en esta amada República Dominicana. Si eres mujer y te entusiasma la idea de la Cooperativa, no dudes en contactarnos.