Para Bullumba Landestoy, quien ejemplificó con su vida esta reflexión.
Vivir con dignidad requiere un conocimiento y una reconciliación con el propio ser, y la creación de un conjunto de valores que nos anclen y nos den estabilidad en el diario vivir. Sabiendo que muchas interacciones están llenas de sarcasmos, tentaciones, vejaciones y conductas abyectas.
En la vida pasamos por muchas pruebas. La vida misma no es fácil vivirla, independientemente de si se tiene o no dinero o fama. Muchos ricos y famosos viven vidas miserables, y algunos han acabado con sus propias vidas por estar llenos de malquerencias e intranquilidad espiritual.
Para el buen vivir uno requiere establecer ciertas líneas rojas dentro de su proceder que no se cruzarán, ni se dejarán cruzar, aunque esté el bienestar o la vida misma en juego.
Por ejemplo: si no tienes dinero para comer, podrías visitar algunos conocidos o familiares, pero si para estos darte un plato de comida primero te humillan, ¿no sería más digno ir a una iglesia o un refugio, limpiar un patio o hacer un mandado para poder comer?
Claro, lo digno en la vida sería trabajar, ganar lo suficiente para uno cubrir sus necesidades, pero algunas veces, sin uno querer, se llega a niveles que la vida te juega una mano dura y, aunque quieras, no puedes cumplir con las obligaciones personales.
Hay niños que solo tienen un par de zapatos y un uniforme para ir a la escuela, pero siempre van limpios.
Hay mujeres a quienes se les ofrecen villas y castillas para convivir con determinados individuos, y prefieren la pobreza… Esos son ejemplos de vivir con dignidad.
Recordemos que debe haber dignidad en dar, pero debe haber más dignidad en recibir.